Víctor Núñez-ElEspañol
  • A la luz de la política de recursos humanos que practica el PSOE, no nos habría sorprendido que Sánchez hubiera escogido como sustituto de Cerdán al Tito Berni, a Leire Díez o a Villarejo.

Sólo el Partido Exhibicionista Obrero Español es capaz de plantear una salida a un caso de corrupción superlativo con una modificación del organigrama que perpetúa el mismo elenco de quienes hospedaron en su cúspide una organización criminal durante diez años.

Sánchez ha mantenido en la directiva a Juan Francisco Serrano, el íntimo colaborador de Santos Cerdán. El mismo junto al que el hoy residente en Soto del Real consultaba el informe de la UCO desde su escaño.

La elegida para reemplazar a Cerdán en la Secretaría de Organización ha sido Rebeca Torró, que en su etapa en el gobierno valenciano adjudicó al menos dos obras a una de las empresas investigadas en el caso Koldo.

Como adjunta a la nueva secretaria de Organización, se ha apostado por una exconsultora del lobby de Pepe Blanco con vínculos con la trama Koldo.

Y, si algún conmilitón no hubiera frustrado su nombramiento en el último momento, con una conveniente filtración sobre las conductas salaces de SalazarSánchez habría elegido como otro de los adjuntos a Torró al cuarto del Peugeot.

Otro turbio fontanero que recabó avales junto a Cerdán con aviesos manejos para aupar a Sánchez en detrimento de Susana Díaz. Otra mano derecha del presidente cuyos cadáveres en el armario selló su superior bajo llave durante años.

Menos mal que se ha optado por dejar vacante el puesto de Salazar.  Porque, a la luz de la política de recursos humanos que practica el PSOE, no nos habría sorprendido que Sánchez hubiera escogido como sustituto al Tito Berni, a Leire Díez o al comisario Villarejo.

Ante el elenco de figurones designado para acometer la regeneración del PSOE, hasta los sanchistas más fervorosos son conscientes de que la crisis de Ábalos-Cerdán se ha cerrado en falso.

De hecho, aunque el presidente pretendió trasladar que el Comité Federal del sábado sirvió para certificar una vez más que todo el partido, a excepción de un par de garbanzos negros, está dispuesto a inmolarse con su capitán, lo cierto es que la reunión no fue tan pacífica como se trató de vender.

El Comité Federal se alargó mucho más de lo previsto. Y esa minoría ruidosa de críticos generó un ambiente crispado muy alejado de lo que se esperaría del sucedáneo de cuestión de confianza superada que se afanaron por guionizar.

Adriana Lastra abroncó de forma sutil a sus compañeros por haber sido cómplices con el silenciamiento de los casos de prostitución, de prácticas de abusos como las que se le atribuyen a Salazar y del hostigamiento que socialistas como ella misma sufrieron a manos de Cerdán.

Emiliano García-Page, uno de los pocos socialistas que no le debe nada a Sánchez y por tanto puede expresarse con sinceridad, pidió al presidente una vez más que se largase.

Óscar Puente, en un ruborizante alarde de servilismo para con el gallo del corral socialista, tiró de sus probadas mañas pendencieras para denigrar al presidente manchego.

La narrativa sanchista de la resistencia, que antes enardecía a los irredentos, empieza a verse en este contexto como un síntoma de demencia. Y aunque sólo algunos de los asistentes al Comité hayan reconocido off the record su desazón, el humor en el PSOE no puede ser más lúgubre.

Porque la solemnización del continuismo del pasado fin de semana ha servido para evidenciar que no queda en el PSOE cantera sin manchar.

Se ha asumido ya que al presidente de las sorpresas se le han acabado los trucos de prestidigitador, y que se irá desangrando mientras agoniza la legislatura.

Porque saben que, ante el goteo de informaciones sobre el tráfago de pagos entre empresarios norteños y las empresas de Koldo y Cerdán, coincidente con las primarias de 2017, se irá esclareciendo quién pagaba la gasolina del gran turismo a bordo del cual el repudiado del PSOE recuperó su cetro junto con los deshechos de tienta del partido.

Esta catarsis ha hecho del último Comité Federal el primer conciliábulo socialista en el que se han insinuado los postulantes a suceder al caudillo rojo.

Han quedado bosquejadas, aún muy embrionariamente, las tres posibles vías por las que puede discurrir el PSOE post-Sánchez.

La del PSOE bueno, encarnada por Page (o, en otro sentido, por Eduardo Madina), que devolvería al partido a la senda institucional y transversal.

La del PSOE feminizado, abanderado por Lastra, quien puede aportar las credenciales de limpieza que le otorgan el haber denunciado en su día las conductas sexistas de Ábalos y el haberse significado como la némesis de Cerdán.

Y la del PSOE súpersanchista, que, en manos de Puente, llevaría hasta sus últimas consecuencias el modelo sectario, desinhibido y conspiranoico del actual secretario general.

Por lo pronto, este simulacro de depuración de responsabilidades testimonia que el PSOE y el Gobierno han perdido completamente el sentido de la realidad. Que los cinco días de reflexión que inauguraron la fase desquiciada del tardosanchismo fueron en realidad unas jornadas de aislamiento que han derivado en el búnker actual, tan blindado al exterior que ya no llega el oxígeno al cerebro.