Iñaki Ezkerra-El Correo
- El PSOE se entiende demasiado bien con el PNV
Es quizá la única objeción que yo le pondría a la segunda y loable intervención de Feijóo en el pleno monográfico sobre la corrupción en el Congreso: la advertencia que le hizo al PNV de que el PSOE acabará pactando con Bildu. Con toda la artillería retórica de la que hoy dispone el PP para incomodar al partido de Aitor Esteban, no veo sinceramente la necesidad de ponerse a hacer profecías. Y menos ésa, que me resulta por lo menos de lo más cuestionable. El PSOE se entiende demasiado bien con el PNV. La suya es una de esas relaciones matrimoniales de años que se suelen llamar estables de manera eufemística, por no decir mortalmente aburridas, y que ofrecen la apreciable ventaja de no reservar grandes sorpresas. Ambos se tienen perfectamente tomada la medida y preferirían no arriesgarse a una dudosa aventura con Bildu, que resulta poco fiable en todos los aspectos, desde el de su capacidad para salir con cualquier extravagante pata de banco hasta el de su variabilidad electoral, que le hace subir en votos cuando baja Podemos y bajar cuando Podemos sube.
Por otra parte, puestos a romper la actual baraja del poder en el País Vasco, el PNV estaría en idéntica, si no en una más privilegiada posición que el PSOE, para negociar un gobierno de Vitoria con Bildu, empezando por su parentesco ideológico con el partido de Otegi. Y a esa posibilidad, que no es la más deseable precisamente para un jeltzalismo que juega de forma recurrente la carta de la falsa moderación desde el batacazo que se pegó con los Lizarras y los planes Ibarretxe, se añade la opción, que no me parece nada desdeñable, de convocar un adelanto electoral, en el que podría vender el divorcio con los socialistas como una operación ética para quienes quieran comprarla y a sabiendas de que ese tipo de productos siempre tiene un buen número de compradores.
Sí. ¿Para qué se mete a profeta Feijóo? El PNV se sabe de sobra manchado por su relación con el sanchismo, que va más lejos de la mera connivencia política. De ahí ese amago de distanciamiento que ahora ha puesto en marcha con el rumor del descontento en las filas jeltzales y el numerito de Maribel Vaquero en la sesión parlamentaria del miércoles: esa teatral invocación a una confianza que «está hoy en la UCI» y que no es más que un obvio intento de nadar y guardar la ropa, que va a hacerse tedioso dado el culebrón de sánchez-basura que promete alargarse todo el verano. Ésa es la única profecía certera que podía haber hecho Feijóo: cuánto mejor para el PNV librarse de ese lastre, de ese papelón que va a obligar a Vaquero al derroche alegórico y a pasar de la metáfora de la UCI a la del estado de coma, a la de la respiración asistida, a la de la Extremaunción, a la del boca a boca…