Jesús Cacho-Vozpópuli
- «Sánchez vino a decir que los Koldo, Ábalos y Cerdán eran tres golfos que pasaban por allí»
Dice la prensa del régimen que Pedro Sánchez “salió muy satisfecho” de la sesión parlamentaria del miércoles en el Congreso, donde debía dar explicaciones a los representantes de la soberanía popular de los casos de corrupción que asuelan al Ejecutivo en general y a su presidente, en particular. En realidad, el yerno de Sabiniano no dio explicación alguna. El Pedro que presumía de galanura en los primeros años de estancia en Moncloa ha devenido en un tipo cetrino y prematuramente avejentado, maquillado hasta las cejas no se sabe bien si para disimular la tensión que le corroe o en intento vano de mover a la piedad. Al yernísimo, que víctima de la ansiedad camina por la vida empastillado hasta el moño, se le ha quedado cara de tonto de pueblo. El caso es que vino a decir que los Koldo, Ábalos y Cerdán eran tres golfos que pasaban por allí y a los que él apenas conoce, a pesar de que han viajado, han comido, han bebido y han dormido juntos durante años. Para el inquilino de Moncloa los citados son tres semovientes que le salieron rana y que eso es todo, que ovejas negras hay en todas las familias y que no es para tanto. Que él tiene un proyecto para España y tal y tal… Ah, sí, dijo que lo sentía mucho y que asumía responsabilidades. ¿Cuáles? Ninguna. A reclamar al maestro armero. Lo decía con cara de cordero degollado, porque el pibe debió subir a la tribuna acojonado ante la posibilidad de que alguno de los miembros de la banda que le entronizó y lo mantiene en Moncloa se le ocurriera salir por peteneras y plantearle, vana ilusión, una cuestión de confianza o, peor aún, exigirle la convocatoria de elecciones generales para permitir al pueblo soberano manifestar opinión.
Casi una justicia poética tras décadas aireando una foto de Núñez Feijóo
En esto andábamos, con el personal enfrascado en el debate de si hizo bien o mal Núñez Feijóo entrando a machete en el Congreso al acusar al yernísimo de ser partícipe «a título lucrativo» del «abominable» negocio de la prostitución vinculado a la familia de Begoña Gómez, cuando ayer este diario soltó la bomba bajo la firma de Isaac Blasco: “El suegro de Sánchez asumió el gasto de las primarias de 2014 y 2017: Sabiniano era el quinto del Peugeot”. El subtítulo afirmaba que José Luis Ábalos gestionó los recursos económicos de la segunda campaña sanchista en una etapa en la que el líder del PSOE carecía de ingresos regulares. “La candidatura de las primarias de 2017 que devolvieron a Sánchez al liderazgo del PSOE fue sufragada casi en su totalidad por su suegro, el empresario Sabiniano Gómez, dedicado a la gestión de saunas y locales de prostitución, fallecido en junio del pasado año. Según las fuentes de Vozpópuli, Ábalos aún conserva datos de los gastos de aquella campaña que él se encargó de organizar. Este apoyo económico se llevó a cabo igualmente a la campaña de las primarias de 2014 en las que Sánchez derrotó a Eduardo Madina”.
De modo que la porfía, más o menos académica, sobre la licitud o no de sacar a relucir la vida privada de los personajes públicos en el debate político quedó ayer reducida a escombros tras la relevación de Vozpópuli. Ya lo estaba para gente tan sensata como Iñaki Ellakuría, que también ayer escribía en El Mundo lo siguiente: “¿Es pertinente que Feijóo introdujera esta semana en el debate político el lucrativo negocio de la postitución que regentó el suegro de Sánchez? Absolutamente. En el caso de Sánchez no solo es pertinente tenerlo en cuenta por la posibilidad de que se haya beneficiado del dinero sucio de la prostitución, como sostiene el PP, sino también porque la actuación que ha caracterizado a la pareja presidencial alimenta la sospecha de que esa particular manera de entender el poder, su distorsionada interpretación de lo que es normal y ético, estaría condicionada por el ambiente de lupanar de la familia”. Ahora ya lo tenemos claro. Ya no se trata de airear trapos sucios de nadie. Estamos hablando de que el dinero que el suegro de Sánchez obtuvo del negocio de las saunas gay y los putiblubs, el imperio que los Gómez Serrano levantaron de locales relacionados con el sexo en Madrid y otras provincias con nombres como Sauna Adán, Sauna Maika, Sauna Princesa (para público gay) y Sauna Bar de Castellana 180 (de prostitución femenina) sirvió para llevar a Sánchez en volandas a la presidencia del Gobierno. Un negocio mantenido durante casi tres lustros y del que el padre de Begoña no se deshizo hasta 2013, año en que vendió todas sus participaciones. Hablamos de financiación ilegal de las campañas electorales de Sánchez en primarias con dinero de la prostitución. Dinero negro con el que, además de financiar su carrera política, los Sánchez Gómez habrían levantado su patrimonio inmobiliario, forma habitual de blanquear dinero ilegal desde tiempo inmemorial.
Ábalos tiene las pruebas, que soltará cuando le convenga
Dinero sucio. Muy probablemente dinero negro, porque en ese tipo de locales —en los que al aparecer el siniestro comisario Villarejo, se supone que con el v/b de Sabiniano, habría instalado escuchas igualmente ilegales— a nadie se le ocurre pagar con tarjeta de crédito, y posiblemente dinero relacionado con la venta de droga, con la que se trapicheaba, según diversos testimonios aportados estos días por usuarios de esos locales, en las saunas mencionadas. Todo un boomerang, casi una justicia poética, para el tipo (Sánchez) y el partido (PSOE) que llevan décadas aireando una foto de Núñez Feijóo en la cubierta de un barquito, ría de Vigo, verano de 1995, propiedad de Marcial Dorado, entonces un conocido contrabandista gallego que años después sería condenado por narcotráfico y blanqueo. “Y hay más, y hay más”, gesticulaba Pedro desde su escaño en el banco azul señalando, entre grandes risotadas, al líder del PP. Hoy ya es mucho más que una sospecha. Ex dirigentes socialistas, hasta hace poco guardianes del secreto, han comenzado a tirar de la manta. Ábalos tiene las pruebas, que soltará cuando le convenga. También las tiene Santos Cerdán, lo que explica los desesperados intentos de Moncloa por mantener a ambos ligados al partido por el cordón umbilical de los abogados pagados por Ferraz y la promesa de favores judiciales futuros si guardan silencio. Pero la realidad terminará por aparecer en su integridad. Y lo que emerge es un relato que hiela la sangre: el regreso de Sánchez a la sede del PSOE no fue un movimiento político, sino una operación financiada con dinero supuestamente procedente de redes de prostitución y narcolavado. El hedor que despide la cloaca de Moncloa es ya insoportable. ¿Y qué ha hecho Sánchez? Negarlo todo y agredir a la oposición, parapetado tras un aparato mediático subvencionado con dinero público, con RTVE como avanzadilla de esa clamorosa malversación. La descomposición institucional es total.
Y como algo tenía que hacer para seguir embarrando el campo y expandiendo tinta de calamar, el yerno de Sabiniano se sacó el miércoles de la manga un “Plan Estatal de Lucha contra la Corrupción” que simplemente es una tomadura de pelo. Les aconsejo lean el brillante artículo publicado aquí el viernes por Rafael Jiménez Asensio (“La corrupción entra por la puerta y la integridad sale por la ventana: sin una profunda reforma del sector público español, la corrupción política nunca se detendrá”) para salir de dudas. Eso hizo el malandrín y, de inmediato, salió corriendo a llamar a la puerta de sus socios, los miembros de la banda de la moción de censura, a preguntar, alarmado, qué queréis, qué os puedo ofrecer, cómo puedo seguir contando con vuestro apoyo, pedid y se os dará. Y rápidamente ha iniciado el pago de una nueva ronda. Este fin de semana se están ultimando los detalles de esa “financiación singular” para Cataluña pactada por el sátrapa el verano pasado para que el separatismo apoyara la elección de Salvador Illa como presidente de la Generalidad. De la Torre y Fernández-Villaverde, entre otros, han explicado las consecuencias desastrosas que para la nación tendrá un “cupo catalán” en el que brillan dos elementos: “las llaves de la caja (el control al 100% de la recaudación de impuestos) y la fijación de un cupo solidario que aumente sustancialmente la financiación de la Generalidad, por supuesto a costa de los contribuyentes del resto de España”. Y sabemos que los grupos de izquierda en el Congreso, más la derecha nacionalista, votarán en el Congreso contra la igualdad de los españoles y a favor de romper la caja común como precio a pagar al separatismo para que Sánchez esté un rato más en el poder.
El hedor que despide la cloaca de Moncloa es ya insoportable
Le saben más débil que nunca y se disponen a aprovecharlo. Saben que le mantienen con respiración asistida y están dispuestos a cobrarse su precio en oro, a exprimir las ubres de la vaca hasta dejarla exhausta, a no soltar esa teta hasta que el animal esté en los huesos. Lo dijo Rufián (“granuja, chulo, gorrón, lenón, macarra; hombre vil y despreciable que vive de engañar o estafar”, según la definición del término debida a la gran María Moliner), la más genuina representación de la chusma que habita en nuestro parlamento: «Me atrevo a pedirle a los partidos a la izquierda del PSOE que aprovechemos el tiempo que nos quede, el tiempo que a esto le quede, pase lo que pase, para avanzar y dejar en la mejor situación posible a la gente», la “gente” somos nosotros mismos, claro está, de modo que démonos prisa en robar y esquilmar lo que podamos, que a esto le queda cuarto de hora. Lo que sorprende de los nacionalistas de toda laya es que en esta tesitura, con Sánchez aferrado al palo mayor de Moncloa para eludir la cárcel, con el yernísimo convertido en un juguete roto en sus manos, no se atrevan a hacer saltar la banca, a lanzar el órdago definitivo, a ir directamente a por la independencia, porque parece que es ahora o nunca. ¿Por qué no lo hacen? Porque no se atreven, porque son muy cobardes, y porque a los Rufianes les basta con vivir de puta madre a nuestra costa. En el fondo le tienen miedo a la nación española, temen la reacción airada de la España profunda, la que se levantó contra Napoleón y las elites propias rendidas al invasor, la que siempre termina por rebelarse, aunque malherida, contra todos los traidores, todos los hijos de puta que desde Carlos IV a esta parte han desfilado por su atormentada Historia.
Y mientras esto ocurre, el país sigue en su imparable cuesta. Un país paralizado. España es una balsa sin rumbo perdida en el océano. Nada se hace. Nada se emprende. Ninguna reforma ve la luz. Un país insignificante o, peor aún, peligroso. España no es vista como un socio fiable por las agencias de inteligencia aliadas. Ni en Bruselas, ni en Langley, ni en Tel Aviv. Cada informe clasificado que llega a sus manos sobre el círculo íntimo del yerno de Sabiniano eleva el riesgo reputacional del Estado español. En Bruselas le han cogido por fin la matrícula. “España no cuenta”, escribía Daniel Viaña, corresponsal de El Mundo, esta semana: “el fracaso de Carlos Cuerpo en el Eurogrupo se suma a la soledad de Teresa Ribera en la Comisión y al ‘enfado’ con Sánchez en la OTAN”. Los escándalos de las últimas semanas no hacen sino ahondar en el desprestigio del país y en su pérdida de influencia. España está ausente de los grandes debates del momento en Europa: La brutal guerra de Putin en Ucrania, la amenaza de abandono estratégico por parte de Trump, y la China de Xi Jinping, el verdadero enemigo, la China comunista dispuesta a una guerra económica y tecnológica contra el viejo continente. La China de los negocios del corrupto Zapatero y de su copain Sánchez. Y lo que hace el Gobierno solo contribuye a empeorar la situación. Leído este viernes: “Albares intenta encauzar la oficialidad del catalán en Bruselas con una nueva propuesta que quiere que se vote el 18 de julio”. Otro pago al separatismo. Esa “aristocracia de bandidos” de que hablaba Pareto refiriéndose a los socialistas no se cansa de ponerse de rodillas y bajarse los pantalones hasta los zancajos ante los enemigos de España; esa organización criminal que se ha apoderado del Estado no ceja en su empeño de humillar a los españoles. Una España insignificante y en grave riesgo ante sus enemigos externos. “El nuevo desafío de Marruecos a Sánchez inquieta a los diplomáticos”, escribía aquí el jueves Gonzalo Araluce: “La reciente decisión de Marruecos de cerrar de forma unilateral la aduana con Melilla, en contra del acuerdo bilateral suscrito en 2023, es un aviso a navegantes en toda regla que coincide con las horas más bajas del presidente”.
Pedro quiere convertir su futura celda en Alcalá Meco en la habitación de un hotel cinco estrellas
¿Significará el bombazo de ayer de Vozpópuli, la evidencia de que el sujeto compró la presidencia del Gobierno con dinero negro, además de sucio, procedente del negocio de la prostitución, el final de la escapada para el autócrata que nos preside? Para Manuel Marín, director de este medio, la respuesta es no, rotundamente no. “Me sorprende que haya gente que aún no se ha dado cuenta de que este pájaro viene desde 2018 preparando el camino para apalancarse en el poder al menos durante 20 años”. Una nueva dictadura, pero en rojo. Nadie, en efecto, osaría meterse en vericuetos tan complicados como la criminal “Ley Bolaños” destinada a poner la Justicia, toda la Justicia, al servicio del Gobierno si pensara que puede perderlo al día siguiente. Dicho lo cual, la realidad es que lo único que el okupa de Moncloa sacó en claro del masaje que sus socios le aplicaron el miércoles en la Carrera de San Jerónimo es que dentro de un par de semanas podrá irse de vacaciones a La Mareta con cargo a los impuestos de los españoles. Pero a la vuelta lo venden tinto, porque en septiembre su realidad seguirá siendo la que dicte la UCO y el Tribunal Supremo y su único horizonte, más pronto que tarde, el banquillo de los acusados. Por eso no deja de tener su gracia la noticia que Borja Negrete publicaba el viernes en El Confidencial: “PSOE y Sumar aprueban climatizar prisiones con energías renovables y más zonas verdes”. Normal, Pedro quiere convertir su futura celda en Alcalá Meco en la habitación de un hotel cinco estrellas. La otra novedad que deparó la sesión parlamentaria del miércoles es que Alberto Núñez Feijóo ganó ese día la Moncloa. Feijóo será el próximo presidente del Gobierno si, como tantas veces, no recula. Un líder del PP desacomplejado enarboló el hacha de guerra y se enfrentó al resto de grupos, incluido VOX, dejando en evidencia al yerno de Sabiniano: “Oiga, ¿pero con quién está viviendo usted? ¿Pero de qué prostíbulos ha vivido usted? Partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución. ¡No se compare conmigo!” Se acabó la piedad con Begoña. La contundencia de Feijóo y el desnorte de Santiago Abascal. ¿Quo vadis, VOX? Un Abascal que “ataca más a Feijóo que a Sánchez” (El País) y al que, según José F Peláez en ABC, “ya se le puede incluir definitivamente en el bloque anti PP como parte estructural del sanchismo y uno de sus mayores apoyos”. Lo cual no deja de ser una auténtica tragedia para España, porque cuesta imaginar una fórmula para desalojar al autócrata que no pase por algún tipo de acuerdo/alianza entre ambas formaciones de la derecha.