Juan Carlos Viloria-El Correo

  • El cóctel de Torre Pacheco tiene ya los ingredientes de un conflicto envenenado por interés partidista

El 7 de julio la portavoz de Vox de Emergencia Demográfica, Rocío de Meer, habló de deportar a millones de inmigrantes ilegales, clandestinos y/o delincuentes. Unos días después el CIS de este mes concedía al partido de Abascal una importante subida del 13,2% al 18,9%. Horas más tarde se producía en la localidad murciana de Torre Pacheco, 40.000 habitantes, un tercio de ellos inmigrantes de primera o segunda generación, una brutal agresión a un jubilado que señalaba a tres jóvenes de origen magrebí. La chispa encendió las llamas de la violencia y durante varias noches se produjeron enfrentamientos, ataques a un kebab, heridos y detenidos, en una espiral cuya gravedad Interior tardó en calibrar.

El cóctel del incendio de Torre Pacheco ya tiene todos los ingredientes de un conflicto social envenenado por los intereses partidistas y los ultras, de uno y otro extremo, manejando la demagogia populista. Solo faltaba la aparición del clásico somatén de descerebrados para tomarse la justicia por su mano. El hecho es que ante un grave problema con efectos sociales, de convivencia, de seguridad, de trabajo sumergido, lejos de afrontarse como un tema de Estado se ha convertido en un arma electoralista. Una encuesta de Sigma Dos advertía en pleno incendio inmigratorio, que siete de cada diez consultados se muestran favorables a la deportación de inmigrantes en situación de ilegalidad.

Esa tarta de votos ha despertado la rapacidad de los partidos. Los líderes ya están viajando a Torre Pacheco como si fuera el escenario de un mitin de campaña. Los titulares son de un reduccionismo palurdo. O la culpable de los males de la inmigración ilegal son la derecha y la extrema derecha o el ‘efecto llamada’ y la permeabilidad de fronteriza son incumplimientos del Gobierno. La realidad es que hay datos que matan relatos: las expulsiones de irregulares que, con gobiernos de Zapatero, llegaron a 81.000, ahora no pasan de 15.000, y eso teniendo en cuenta que las llegadas de inmigrantes se han incrementado un 12,5%.

El interés partidista o es agitar el fantasma de que viene la extrema derecha o que está en peligro nuestra supervivencia como pueblo si no expulsamos a ocho millones de extranjeros. A brochazo limpio. Aunque el caldo de cultivo es favorable a esas propuestas simples para problemas complejos, porque la política migratoria del Gobierno de coalición progresista no funciona. Que cada vez hay más problemas de integración en el país de acogida y más delincuencia importada. Francia y Reino Unido acaban de encontrar una fórmula razonable: por cada detenido intentando entrar sin papeles a Inglaterra y devuelto a Francia se enviará uno por las vías legales de París a Londres.