Editorial-El Español

Carles Puigdemont se le está desmoronando naipe a naipe todo el castillo retórico que se ha afanado por levantar en los últimos años en el ámbito europeo que ha considerado un refugio frente a sus problemas con la Justicia española.

Desde su altavoz belga ha venido propalando una narrativa de lucha quijotesca por la libertad de los pueblos europeos frente a un dictatorial Estado español que persigue a la disidencia a través de una guerra sucia judicial.

Pero empieza a cundir en la Unión Europea la imagen infamante de la «autoamnistía» promovida por el Gobierno. Y la hoja de ruta que el ex president había delineado para volver a España se ha revelado más lejana de lo que creía, después de que este martes se evidenciase en la vista ante el TJUE que el Gobierno no podrá hacer nada para agilizar la amnistía a Puigdemont.

Y ello porque el Gobierno admitió que la sentencia avalatoria de la amnistía del Tribunal Constitucional no puede impedir que un tribunal español plantee nuevas cuestiones prejudiciales ante el TJUE que paralizarían la aplicación de la ley.

Por ello, el prófugo se ve apremiado a que la amnistía sea un hecho consumado para él cuanto antes.

Y de ahí que haya presentado este jueves un recurso de amparo ante el Constitucional contra la decisión del Tribunal Supremo de no aplicar la amnistía al delito de malversación por el que está procesado. Es la vía que le quedaba después de que el Supremo rechazara el pasado 25 de junio el recurso de Puigdemont contra la decisión de la misma Sala.

Y ha pedido además una medida cautelarísima para que el TC suspenda ya la orden de detención que pesa contra él, dictada por el magistrado del Supremo Pablo Llarena, y que le impide entrar en territorio español.

El recurso de amparo sólo puede entenderse como el pulso definitivo de Puigdemont a Sánchez, en un contexto de exasperación por todos los incumplimientos del presidente.

Cabe recordar que, en el Acuerdo de Bruselas firmado con el recluso Santos Cerdán en noviembre de 2023, el partido de Puigdemont se comprometía a investir a Sánchez a cambio de la aprobación de la ley de amnistía, la oficialización del catalán en la UE y la aprobación de una financiación singular para Cataluña.

Y de momento no ha obtenido ninguna de ellas.

El prófugo aún no ha podido beneficiarse de la amnistía, y el Supremo continúa en posesión de la baza para seguir negándosela mediante la elevación de la cuestión prejudicial.

El acuerdo preliminar para el concierto catalán firmado este lunes resultó «profundamente decepcionante» y «una suma de vaguedades» para Junts.

Y hoy mismo, en el Consejo de Asuntos Generales, el Gobierno va a cosechar un nuevo fracaso en su séptimo intento por hacer del catalán lengua oficial de la UE, ante la falta de unanimidad necesaria para que prospere la petición,

La constatación de las artes dilatorias y arteras de Sánchez impacientaron a Puigdemont, forzándole a escenificar un amago de ruptura el pasado diciembre. Pero también se zafó el presidente de la cuestión de confianza a la que Junts quería obligarle a someterse, a cambio del compromiso de sustanciar el acuerdo para la cesión de las competencias de inmigración a Cataluña.

El resultado fue la proposición de ley presentada el pasado marzo, que, por si fuera poco, también permanece dormida desde entonces.

Pero, tras la enésima frustración, a Puigdemont sólo le queda el órdago de presionar a Sánchez a través del TC con el recurso de amparo.

La idea es retratar a Sánchez con el mensaje de que no puede escudarse en que no está en su mano obligar al Tribunal Supremo a aplicarle la amnistía. Porque sí cuenta con un TC controlado por una mayoría afín al Gobierno, que verosímilmente intervino incluso en la redacción de la ley, y que ha exculpado recientemente del caso de los ERE a otros conmilitones de Sánchez.

Es cierto que la alternativa de un Gobierno de Feijóo siempre será más desfavorable para los intereses de Puigdemont. Pero el problema es que, a medida que transcurre la legislatura, al prófugo se le va acabando el tiempo para poder vender que el pacto con el PSOE le ha dado algún rédito.

Y si ni siquiera logra obtener que Sánchez, vía Cándido Conde-Pumpido, despeje el bloqueo de su amnistía, a Puigdemont no le quedará otra que presentarse como víctima del trilero de La Moncloa y rendirse a buscarse las habichuelas en otro lugar.

La única razón para mantener vivo a Sánchez es el horizonte de un retorno glorioso de Puigdemont a Cataluña. Y, por eso, el destino de la legislatura ha quedado uncido al desenlace de este recurso de amparo.