Armando Zerolo-El Español
  • Apostarlo todo a la corrupción tenía el peligro de que en el minuto 90 te empatasen el partido. El gol en propia puerta ha llegado con Montoro y ahora hay que jugar una prórroga con el campo embarrado.

A los estrategas que lo apostaron todo a la corrupción habría que ponerles un cero.

Deberían, de una vez por todas, rendir cuentas por sus fracasos. Aprender que la corrupción, aquí, no tumba gobiernos, y marcharse a su casa. La corrupción en España solo vende periódicos, nada más.

Pero los intereses de los periódicos y los intereses de los partidos no necesariamente coinciden. La prensa de derechas puede estar viviendo una época dorada mientras la derecha política se hunde con su actitud.

Apostarlo todo a la corrupción tenía un peligro, y era que en el minuto noventa te empatasen el partido. El gol en propia puerta ha llegado con Cristóbal Montoro y ahora hay que jugar una prórroga con el campo embarrado, el público cabreado y el árbitro amigo de Negreira.

Si Feijóo quería ganar, tenía que diferenciarse con claridad. El escenario se complica cada vez más y tiene que ser contundente al menos en dos temas.

El primero, no cargar con los delitos por corrupción del equipo anterior. La separación tenía que ser brusca, directa y comprensible inmediatamente, sin matices. Por ello se planteó incluso vender la sede de Génova, para borrar todo vínculo con la época pasada.

Dado que era previsible que siguiesen saliendo asuntos pendientes porque, entre otras cosas, ya estaban siendo investigados, urgía poner un cortafuegos entre dos liderazgos que no tenían nada que ver.

Pero no sabemos si por una lealtad mal entendida, o por un cálculo estratégico muy mal hecho, se decidió no sacar los trapos sucios. A lo mejor pensaban que Sánchez caería por su propio peso.

Ahora la consecuencia es que el partido está empatado: gol de la pareja ÁbalosCerdán para el equipo de la oposición, gol de Montoro para el equipo del gobierno. Empate en el último minuto, y no hay plan B.

El segundo tema en el que era necesario diferenciarse, y también se ha hecho tarde y a medias, era respecto a la relación con Vox.

Las palabras de Feijóo en el Congreso del Partido, cuando anunció que quería gobernar en solitario, eran las más esperadas y también fueron las más aplaudidas, pero no resultaron ser las más creíbles. Para darles consistencia hacía falta acompañarlas los días posteriores de hechos.

Y, de nuevo, los estrategas expertos en perder finales, los que se creen que para atacar mejor hace falta sacar a diez delanteros, decidieron apostar por los prostíbulos, sacar la cara más fea y apretar.

No se daban cuenta de que así les preparaban el terreno a los descontentos, cabreados y antisistema. Más urgencia, más prisas, más frustración, y más votos para Vox.

Torre Pacheco hubiese sido una ocasión perfecta para mostrar la cara más humana, justa y liberal, pero se ha enviado el mensaje contrario.

Las medias tintas y los cuerpos de perfil, asimilando el discurso xenófobo que sostiene que «ilegal» es lo mismo que «criminal», cuando hace poco tiempo has votado una ley de regulación masiva de inmigrantes, genera un equívoco que regala la protección de los inmigrantes a la izquierda, y la garantía de la seguridad a Vox.

Pedir perdón y romper con Vox son dos gestos que debían producirse simultáneamente. De otro modo producen el efecto contrario, que no es otro que aceptar que «son todos iguales» y que, por tanto, «sólo queda Vox».

En este momento crítico no se pueden hacer las cosas a medias. Para diferenciarse hay que ser audaz. Y la audacia que pide el momento no es gritar más y sacar la pechuga de pavo a pasear.

Audacia es pedir perdón por los delitos cometidos por los de tu partido y dar la cara contra los organizadores del pogromo organizado en Torre Pacheco.

Pero estamos llegando al final del partido y, ahora que han empatado a corrupción, será difícil que el desempate no lo provoque alguien que salga a dar patadas.

¿Qué harán los estrategas que lo han apostado todo a la corrupción y se han puesto de perfil en todo lo demás cuando Vox se plante en un 20% de intención de voto?

Cuando todo se embarre de verdad me gustaría que, al menos, quedase señalada la responsabilidad de los estrategas que lo confiaron todo a la corrupción. Porque son ellos los que han alimentado el discurso populista de que todos los políticos son iguales.