El pintor del cuadro es el PP

Hay un personaje del sanchismo que a fuer de ridículo no deja de provocar cierta ternura. Se trata  del ministro de AAEE, José Manuel Albares, un caso de empecinamiento solo comparable al del coronel Aureliano Buendía que emprendió a lo largo de su vida 32 levantamientos armados y los perdió todos. Albares es más partidario de la persuasión diplomática, aunque con éxito parecido. Ha intentado llevar la oficialidad del catalán a la Unión Europea en siete ocasiones y todas mal.

Yo conocí al PSOE por dentro, aunque era un partido que nada tenía que ver con este. Felipe González tenía sus cosas, pero comparado con Pedro Sánchez era la excelencia. Fijémonos solo en la cuestión de los nombramientos. Él hizo presidente del Congreso a un socialista decente y listo: Manuel Marín. Los socialistas de ahora han puesto en su lugar a Meritxell Batet, Patxi López y Francina Armengol, díganme con quién se quedarían ustedes. Hay que decir, llegados a este punto que Patxi López, esa luminaria llegó a tan alto destino, aunque solo fue por unos meses, gracias al apoyo del PP, como antes lo habían aupado a lehendakari, algo que yo no sé si les podré perdonar alguna vez.

Manuel Marín obligaba a los nacionalistas periféricos a expresarse en la koiné, la lengua común, que es la oficial en toda España y a un diputado de ERC, Jordi Ramón, acabó expulsándolo del hemiciclo por insistente. Uno de los momentos más ridículos que ha vivido la política española por este vicio nacionalista de tomar la lengua como rasgo de identidad y no como herramienta de comunicación se produjo el 25 de mayo de 2010, cuando un socialista cordobés que había llegado a presidente de la Generalidad hablaba en el atril del Congreso en la lengua que peor habla, mientras otro andaluz, éste de Ceuta, le escuchaba desde su escaño mediante el famoso pinganillo. Era una performance vistosa y seguramente por eso, el pobre Albares está empeñado en que la haga suya la UE. Será fantástico ver a los eurodiputados catalanes, vascos y gallegos y al resto de los españoles tratando de seguirse los discursos con traducción simultánea.

Mientras, S ánchez prometió al lehendakari Pradales en Moncloa, que lucharían por la declaración del euskera como lengua oficial de la Unión. Y ahí estará el pundonoroso Albares dispuesto a hacer el ridículo una vez más.

Ha sido una mala semana para Sánchez. Semana  horribilis habría que decir con la terminología de la difunta reina Isabel II, lo que pasa es que a Sánchez se le están encadenando y esto va a ser un no parar ni siquiera en el mes de agosto. El martes ofreció Pilar Alegría un recital de su dulce aturullamiento, al tratar de explicar la posición de del TJUE sobre la amnistía, unificando la posición de su Gobierno con la de la C.E. y la de la Comisión de Venecia con la del Cándido Conde y su T .C.  En esto ya había mentido y había sido desmentido  Bolaños. Esta misma semana la Unión abría un expediente a España por vulneración de la competencia en la OPA del BBVA al Banco Sabadell. Sánchez presumía de tener una gran imagen en el exterior, mucho mejor que la que aquí tenemos los lugareños. Ya no es así. Alguna vez lo he dicho: le pasa lo mismo que al marido promiscuo y torpe: lo que antes sabíamos solo en casa ahora lo saben todas las vecinas de Europa.