Carmen Martínez Castro-El Debate
  • En apenas unos días, un estallido de malestar ciudadano derivó en caricatura; ya no estábamos ante un conflicto social sino ante un circo. Torre Pacheco convertido, para su desgracia, en un meme

Las últimas imágenes de Torre Pacheco en los informativos de televisión, antes de que el nombre del pueblo se cayera definitivamente de las escaletas, resultaban casi cómicas: los vecinos escondidos en sus casas mientras el pueblo era tomado por un ejército de cámaras, de policías y de energúmenos de distinta condición. Hasta Torre Pacheco viajaron extremistas de todo pelaje tratando de arrimar a su sardina el ascua de una desgraciada agresión a un vecino del pueblo. Con ellos viajaron todos los programas de televisión, decididos a ganar unas décimas de audiencia gracias a las siempre rentables imágenes de violencia. Incluso Ione Belarra y Vito Quiles trasladaron a este pueblo de Murcia sus habituales trifulcas en el Congreso de los Diputados. Probablemente, ese fue el momento en que el asunto tocó fondo. En apenas unos días, un estallido de malestar ciudadano derivó en caricatura; ya no estábamos ante un conflicto social sino ante un circo. Torre Pacheco convertido, para su desgracia, en un meme.

Hasta ahora España había sido vista en Europa como un modelo en la gestión de la inmigración, acaso porque de miles y miles de españoles emigraron en su día y hoy somos millones quienes descendemos de aquellos emigrantes que no eran una amenaza para nadie. Pero no solo hemos tenido una especial sensibilidad por nuestro pasado, no hay más que pasear por las ciudades de España, tomar con café, coger un taxi, ir a un supermercado o realizar cualquier otra actividad cotidiana para comprobar todos los aspectos positivos del fenómeno de la inmigración. La sociedad española de hoy ya no se puede entender sin los inmigrantes.

Sería absurdo negar que en algunas partes también existen serios problemas, de convivencia y de exclusión social de las segundas y terceras generaciones, pero hasta ahora en España las ventajas de una inmigración ordenada han superado con mucho los problemas que han podido surgir en algunas localidades concretas.

Por ello es importante que calibremos bien lo ocurrido en Torre Pacheco estos días. ¿Ha sido la anécdota que ha puesto de manifiesto un problema generalizado con la inmigración o ha sido la excusa para tratar de fabricar entre la opinión pública un falso prejuicio que equipara a inmigración con delincuencia? Tal vez yo sea una afortunada, pero miro a mi alrededor y descubro que convivo habitualmente con multitud de inmigrantes sin ningún problema. Sin embargo, cada vez que me paseo por las redes sociales, la inmigración se transforma de manera radical en una fuente de violencia, de inseguridad y de alarma social. Si hiciera caso a lo que trasladan las redes sociales parecería que en vez de vivir en España vivo en Saint Denis o Molenbeek.

Veo a demasiada gente interesada en subrayar los aspectos negativos de la inmigración: los extremistas buscando votos, los frívolos buscando audiencias, los demagogos tildando de xenófobos a quienes denuncian problemas ciertos de convivencia y los doctrinarios dando la turra con las teorías del gran reemplazo o conspiraciones similares. Todo un circo que permite al gobierno, también en este asunto, huir de sus responsabilidades a la hora de velar por la seguridad efectiva de nuestras fronteras y prevenir los brotes de inseguridad allí donde se pudieran estar gestando.