Esta semana nos ha sorprendido un manifiesto de los habituales de nuestra izquierda: zapateristas de la ceja cuando tocaba, sanchistas en esta hora, pese a la tropa del Peugeot y las implicaciones ya evidentes de tres de los cuatro (Koldo, Ábalos y Cerdán) en los asuntos de corrupción del PSOE y lo que está al caer del conductor del coche (lo de Bego, su hermano, las putas, su fiscal general y todo lo que cuelga).

Ha habido en la prensa dos escritos muy notables sobre el tema: «Abajofirmantes a los que luce la corrupción», de mi querido Paco Rosell en El Debate y este Contramanifiesto de Carlos Rodríguez Estacio en The Objective. Pinchen el link de El Debate y lean lo de Rosell. El otro va a continuación. Hay pocas sorpresas entre los abajofirmantes: son los de siempre suscribiendo las falacias de siempre. Solo citaré una autora: Ana Belén, imprescindible perejil de toda salsa progre, con razón y sin ella. Llegados a este punto haré una confesión: yo, en mi etapa progre estuve enamorado de Ana Belén, cometidos los de mi condición. Nunca me pareció lista pero en aquella edad mandaba más sobre nuestras pasiones zona central del cuerpo que la cabeza y ella cantaba aquello de «Entras en mi cuerpo como la lluvia entra en mi huerto, agapimú», qué más les voy a contar.

CONTRAMANIFIESTO

En este país ya solo sorprende la sorpresa, pero reconozco que este manifiesto absolutamente manipulador y totalitario me ha sorprendido. Hilvana un relato grosero solo apto para idiotas. Lo único que queda manifiesto del manifiesto es el talante profundamente antidemocrático de sus firmantes.

A pesar del tedio (todo tan obvio, tan racionalmente innecesario) voy a escribir una rauda contrarréplica. Siguiendo el mismo orden del textículo de m@rr@s, echaré mano de la escritura automática (dado el contexto, escrotura automática sería mejor).

1. Todas las palabras son sucias y sesgadas. El «ataque» al Gobierno no solo proviene de las derechas sino de todo el mundo que políticamente se viste por los pies. Por ejemplo, a) personas de izquierdas (Antonio Elorza, de acreditada trayectoria izquierdista, acaba de publicar un libro sobre Pedro Sánchez, que se titula Pedro Sánchez o la pasión por sí mismo. Anatomía de un dictador y donde lo trata abiertamente como mafioso), b) del propio partido socialista (pasado y presente; no es necesario poner ejemplos por ser casos muy concidos); c) y de personas que, en otra época, pilotaban la nave nodriza de la izquierda: El País (como Antonio Caño, Álvaro Nieto o Juan Luis Cebrián, entre muchos).

2. Aparece pronto la palabra «conspiración» pero no se señala quién estaría detrás de ella ni para qué participarían a lo fuenteovejuna personas de plumaje tan variopinto. El tono del manifiesto es casi siempre ambiguamente genérico, rehuyendo los ejemplos concretos, al estilo «ya tú sabe». Ahí se mueven bien, en las nubes y sus olores. Desde ese punto de vista, como guiño homenájico al complot judeomasónico en el año Franco, resulta insuperable (no hemos de olvidar, después de todo, que alguno de los que firman compusieron loas muy emotivas al caudillo).

3. Es también muy insidiosa ‒en la submodalidad, o subnormalidad, alucinatoria‒ la afirmación de que siguen «la senda de los Trump y Bolsonaro». ¿Conexión con ellos o su programa? Cero. Feijoo incluso llegó a decir que prefería la victoria de Kamala Harris. No es el caso de Abascal, pero ¿de verdad quieren hacernos creer que él es el cabecilla de la Gran Conspiración que está en marcha contra el bien?

4. Es notable también que las afirmaciones que se recogen («gobierno criminal», «mafioso», «capo de la mafia», «gobierno de corruptos») sean las responsables de «generar odio en la sociedad» y sean «germen de la violencia» y no los hechos a los que señalan. Es como decir que llamar ‘nazi’ a los nazis en la Alemania de posguerra incita a la división y a la violencia. Quizás existieran otros motivos más principales a considerar para que se diera tal división violenta.

5. Y es especialmente innoble (ya saben, en el género ‘innobleza para idiotas’) introducir subrepticiamente los «ataques a las personas migrantes» (¿pero no había sido al revés?) y «la vandalización de las sedes de partidos de izquierda», en referencia a un par de ellas del PSOE sin que se sepa nada acerca de la autoría. Da igual, todo el mal proviene siempre de la derecha. Ahora bien, si lo que preocupa es la vandalización política a secas, podría rellenar varios tomos de Espasa Calpe con los actos vandálicos que han sido perpetrados contra otras formaciones políticas. O a jueces por mor de su independencia. O a constitucionalistas pacíficos en los territorios comanche vasco y catalán. O a cualquier persona disidente con el discurso totalitario de izquierdas.

6. El equivalente individual de acusar a las derechas de usar de manera partidista las instituciones, justificaría de lleno un ingreso psiquiátrico por paranoia y psicosis (desconexión aguda de la realidad). Pero este es un contexto político, donde toda impostura y felonía tienen su asiento, así que no llamen al psiquiatra. Eso sí, no me interesan sus motivaciones personales para firmar este endriago. Si bien podría concluir fácilmente con uno de ellos que «entre esos tipos [incluido él] y yo hay algo personal». Impersonalmente personal, no sé si se me entiende.

7. Acusar al Senado de que active comisiones de investigación ante la peor corrupción que ha sufrido este país, es no menos delirante. Y para tal reprobación únicamente se apela a un juicio de intenciones: «Sólo pretenden incriminar al Gobierno» (algo, por cierto, que no serviría de nada si el Gobierno fuera inocente; incluso si solo fuera corrupto en una medida normal). Lo cierto es que el PP ha sido extraordinariamente pasivo o complaciente, permitiendo -jugada maestra de la golfería gubernamental‒ que Conde Pumpido llegara a presidir el TC. Entre otros muchos ejemplos de indolencia política que han hecho el caldo de cultivo al entramado omnicorrupto que nos «gobierna».

8. Los sectores del poder judicial ya organizaron concentraciones y huelgas contra el ministro del PP Gallardón. Nadie los acusó entonces de conspirar contra el Gobierno. Tampoco se planteó en aquel momento si era legal lo que hacían (esto sí puede ser discutible, pero más bien delata la extraordinaria gravedad de la situación). Nada dicen de la casi unanimidad de las asociaciones profesionales a la hora de promover la huelga. Hasta la única que se desmarcó ‒la de jueces y fiscales progresistas‒, que está diseñada mayormente para la promoción política de sus socios o inversores por la vía zurda, ha expresado reservas, críticas o matices sin precedentes a un Gobierno «de los suyos».

9. El añadido infantil sobre la motivación («contra leyes del Congreso que no les gustan —la amnistía, la reforma de la justicia—») solo delata una proyección de libro y, una vez más, un talante totalitario, pues ambas reforman suponen de facto la abolición del Poder Judicial, algo que cualquier persona con mínima sensibilidad democrática ‒da igual su ideología‒ debe abominar. Y por supuesto, estas protestas han de ser antes de que se aprueben, precisamente para que no se aprueben. ¿O ellos esperaron a que terminara la guerra de Irak para manifestarse en contra?

10. A continuación, las inevitables acusaciones de lawfare. Gravísimas, sin pruebas. Y también juicios técnicos sobre autos judiciales: «Con endebles bases probatorias» ‒dice el documento. ¿Los abajofirmantes poseen conocimientos fácticos y jurídicos para juzgar de tan contundente manera?, ¿les corresponde a ellos salir a la judicial palestra? Si los afectados consideran que un auto no está fundado, pueden recurrir a un organismo superior (como ha ocurrido con el Supremo y el juez Peinado). ¿O pretenden sostener que el Gobierno está en una situación de indefensión jurídica?

11. «La oposición deslegitima al Tribunal Constitucional». ¿No será que el TC se deslegitima solo con sentencias que no solo violan la Constitución, y los fundamentos de Derecho y de lesa Democracia, sino incluso a veces el mismísimo principio de no contradicción? ¿Por qué el TC quiere impedir, por todos los medios ‒legales o no‒, que los magistrados españoles puedan elevar consultas a Europa? Pudiere pensarse que la razón es que tienen claro de antemano lo que va a decir Europa (por lo demás, lo mismo que cualquier persona sensata y decente): que se está atropellando el Estado de derecho. Y añadimos nosotros (y no es juicio de intenciones sino de atenciones): para sostener un Gobierno Frankenstein, presidido por un partido que perdió claramente en las urnas y que solo se sostiene a base de prebendas y chanchullos.

12. Del Lawfare a la Fachosfera. Esta ha «desatado una orgía de falsas noticias». Pero no nos ofrecen piadosamente ni una sola. En realidad, asombra el nivel de precisión que han tenido las acusaciones que desde diferentes medios (The Objective, El Confidencial, El Mundo…) se han vertido contra este Gobierno de vertidos. Ni un solo bulo. Muy rara vez algún error, que fue rectificado de inmediato. Y este señalamiento a los medios ‒tan bolivariano, tan estalinista‒ cursa as usual con juicio de intenciones: «Con el fin de crear un clima político irrespirable, que no se compadece con la situación del país». No dudo que a ellos les vaya muy bien, pero hay muchísimas evidencias de que existe ‒además de la degradación jurídica, social y política‒, un importante deterioro económico (que se ceba, sobre todo, con los menos pudientes), pero esto lo abordaremos en entrada aparte.

13. Siguiente paso, involucrar a la Iglesia. Parece inevitable pensar que se introduce para dar impresión de un bloque nacionalcatólico que combate ilícitamente a un gobierno de progreso. La realidad es que la Iglesia ha pintado poco, nada o incluso ha estado a favor de sus iniciativas (por ejemplo, en todo lo relacionado con el Valle de los Caídos). Por supuesto, la Iglesia no tiene por qué ser neutral políticamente ‒¡deben serlo las instituciones públicas que pagamos todos, y ninguna ha se ha librado de la colonización Sánchez!‒ sino que ha de promover sus intereses cristianos. Cuando Podemos habla de volar la Cruz del Valle de los Caídos y Sánchez le pone ojitos a esta posibilidad, no debe guardar respeto a esa propuesta, sino oponerse firmemente (algo que, por cierto, no ha hecho).

14. Pero es genial que el motivo de la parcialidad partidista de la Iglesia sea su petición de convocar elecciones «en apoyo claro de las posiciones de las derechas», dando por hecho: a) que las derechas ganarían; b) que solicitar que el pueblo decida es algo perteneciente a las derechas y no parte del patrimonio moral compartido de la democracia. Otra ironía del des(a)tino: los abajofirmantes mantienen una posición simétrica a la que tenía la Iglesia de Franco, nada partidaria de convocar elecciones… no fuera a ganarlas quien no debía.

15. Más referencias a Trump, blablablá, y a dos guerras (Ucrania, Gaza) de las que se omite olímpicamente la participación del gobierno de Sánchez; además, se compra su versión fake de que se ha opuesto a aumentar el gasto en defensa. Y se acusa a la derecha de no haber tenido la vergüenza de apoyar esta decisión de España… que no ha apoyado ni España, jajaja.

16. Las conclusiones sobre datos económicos son falsas (lo veremos en otro momento). Y resulta curioso que se presenten como argumento para sostener a un Gobierno con un nivel de porosidad a la corrupción rayano en la licuefacción total. ¿También el «milagro económico español» de los 60-70 debería haber sostenido el régimen de Franco o los avances en esta materia a la Chile de Pinochet?

17. Hablar de «la estabilidad política de Cataluña» solo puede funcionar como chiste de humor negro y opaco. A no ser que se refieran a que ya no hay barricadas en las calles ni se lanzan cócteles molotov. Si este método parece bueno, lo suyo sería recomendar a las mujeres que no se resistan en caso de asalto sexual, pues el agresor muy probablemente dejaría de golpearlas. En fin, son tantos los ejemplos que podríamos traer a colación, en un contexto de recién aprobada «singularidad» de financiación catalana (y otras concesiones al eje vasco-catalán en las que no puedo entretenerme), que presupondré mínima inteligencia informada en quien me leyere y ahórrome la molestia.

18. «El presidente del Gobierno fue investido por un periodo de cuatro años”». Rajoy también: sin embargo, solo duró año y medio en su segundo mandato (es un precedente muy incómodo que el anterior Gobierno cayera precisamente por la corrupción). Pero los abajofirmantes nos explican por qué «no es lo mismo, no es lo mismo». Ellos solo contemplan dos opciones y ninguna otra: a) moción de censura (que controla bien el Gobierno con los sobornos de sobra conocidos) y b) que el presidente convoque elecciones (un hábito que no suelen tener los dictadores). Que el país sea ingobernable, que el descrédito en el ámbito internacional sea muy perjudicial (las inversiones huyen cual perro cobarde por Paiporta) o que no haya nadie del entorno más próximo de Sánchez que no esté procesado o en vías de serlo, les parecen simples bagatelas, escrúpulos que hacen el juego a la extrema derecha. Y otra vez expresan su certeza de que, si hay elecciones, es decir, si se diera al pueblo oportunidad de expresar su voluntad, habrá ‒¡inconstitucionalmente!‒ un Gobierno de derechas, jajaja. ¿Qué importa la voluntad del Pueblo ante el deseo del Tirano Saunas? Es increíble cómo delatan constantemente su concepción autoritaria. Este enfoque merece llamarse neofranquista. En cualquier caso, pueden estar tranquilos: Sánchez solo se irá, en efecto, por una moción (improbabilísima) o por unas elecciones. Nadie lo discute. Pero eso no debe disuadirnos a que le animemos a convocarlas, ¿no? ¿O esto es solo patrimonio de la izquierda?

19. Es absurdo plantear que el Gobierno pueda caer por la Guardia Civil. Hablar de un informe resulta ‒en armonía con todo el manifiesto‒ extremadamente cómico y manipulador. Es increíble que los mismos que lanzaban todo tipo de invectivas y exigencias de dimisión a Aznar y Rajoy (¿recuerdan aquellos cortometrajes de activismo militante reunidos bajo el título de «Hay motivos»?) ahora expresen la intocabilidad de su P.S. (o de su P.A., en la versión agreste ‒son sus costumbres‒ de Oscar Puente). Parecen dar por hecho que todos hemos de aceptar su ojoviguismo, su praxis asimétrica y embudada.

Y, atención, que este manifiesto tiene como verdadero leitmotiv que la oposición no pueda ejercer como tal, que los jueces no controlen al Ejecutivo, que los guardias civiles no investiguen donde cohabita el Partido, que los periodistas no sean libres…; en definitiva, que la sociedad se entregue, desaparratadamente como ellos, a la fiesta del Chivo. No cabe mayor nivel de humillación cívica, aunque ellos crean poder esconderse detrás de su infundandísima superioridad moral e intelectual.

20. Por supuesto, nada dicen de las cesiones a terroristas, golpistas y corruptos, de las muchísimas corrupciones institucionales (e internacionales: ¡Venezuela!), de los inacabables sabotajes a la Justicia y a las fuerzas de seguridad, del proceso de bananización política, del malfuncionamiento sistémico de las infraestructuras (apagones, colapsos ferroviarios, crisis sanitaria… que tienen su origen en que el dinero va donde no está el interés general). Tampoco de la situación imposible de gobierno: no pueden sacar ni una sola ley, ni aprobar los presupuestos generales del Estado. Hace tiempo que Sánchez no gobierna, solo usa el poder para blindarse ‒vía palo o zanahoria‒ ante las investigaciones judiciales y de la UCO. Tampoco hay la menor alusión a las muchísimas voces disidentes internas en el PSOE.

Así que solo me cabe esperar que en un futuro este documento se estudie como síntoma de lo bajo que, como país, fuimos capaces de llegar (junto a otros muchos signos, eso sí). Esta réplica no tiene otro sentido que poner mi modestísimo granito de arena para que así sea.