Jesús Cacho-Vozpópuli
- «En opinión de la antena de la CIA en la capital española, Zapatero es el verdadero presidente en la sombra»
“Parece que por fin se ha dado cuenta de que se la han jugado”. El que así se manifiesta es un alto mando policial como reacción a la entrevista con José Luis Ábalos aparecida el miércoles en El Confidencial, obra de José María Olmo. En ella, el ex ministro de Fomento y ex secretario general del PSOE revela una circunstancia poco conocida: Hasta julio de 2021 la relación entre Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero era prácticamente nula. Para Sánchez, el leonés era un apestado, un ex presidente que tenía vetado el acceso a Moncloa, circunstancia que un tipo ambicioso como él tenía que lograr revertir a toda costa. ¿Y quién era el hombre fuerte del Gobierno, además de íntimo amigo de Sánchez? El ministro de Fomento era la mejor vía para llegar al jefe del Ejecutivo. “Tuve una comida en el Ministerio. Era una comida con un ex presidente que además ya se estaba moviendo por América Latina. Yo tuve una historia con América Latina previa que lamentablemente abandoné. Casi coincide mi abandono con la irrupción de Zapatero. Y esa comida se produce también en un contexto en el que todavía no tiene la vía abierta con el presidente de la que dispuso después”, señala Ábalos. En aquel momento Zapatero “no tenía esa conexión” con Sánchez, confirma.
El cerco que ZP tiende en torno a Ábalos empieza a manifestarse en 2018
El cerco que Zapatero tiende en torno a Ábalos empieza a manifestarse en junio de 2018, coincidiendo con su nombramiento como titular de la cartera más gastona de cualquier Gobierno, la de Fomento. “Yo me reuní con José Blanco cuando supe que iba a ser ministro. Necesitaba información de un ministerio que desconocía. Le pedí consejos de gestión, que me contara cómo era el ministerio, en qué estructura me podía apoyar y con qué personas podía contar”. Y Blanco le “recomienda” a la plana mayor, gente que había estado a sus órdenes durante el Gobierno Zapatero. “Blanco me recomienda a Isabel Pardo de Vera, la presidenta de Adif (hoy imputada). Me recomendó también al presidente de Renfe, Isaías Táboas. También a Sergio Vázquez (hoy presidente de Ineco), que fue su jefe de Gabinete y al que yo nombré para el mismo puesto, que a su vez trajo como adjunto a Ricardo Mar. Y Blanco también me propuso al subsecretario del Ministerio, Jesús Manuel Gómez”. Se olvida de Belén Villar, ya funcionaria de Fomento, a quien Gómez convirtió en alto cargo al hacerla jefa de su gabinete y más tarde directora de Organización e Inspección, y que como tal sería la responsable de la auditoría en Transportes ordenada por el actual titular de la cartera, Óscar Puente, que ha terminado por poner a Ábalos contra las cuerdas. Por si alguien faltara, Santos Cerdán le recomendó la contratación de Javier Herrero, ahora investigado por los amaños del caso Koldo, como director general de Carreteras. De manera que no es que fueran “unos cuantos” los recomendados por Blanco, como el propio Ábalos reconoce con sorna, sino prácticamente la cúpula del ministerio. El titular de Fomento (luego renombrado como Transporte) tenía infiltrado todo el departamento por hombres de Blanco, que es tanto como decir por hombres de Rodríguez Zapatero. Estaba en manos de su peor enemigo sin sospecharlo.
Tras su salida de Moncloa en diciembre de 2011, ZP ha recompuesto su red de relaciones con los líderes de la izquierda latinoamericana, se ha convertido en el intermediario y lobista al que hay que acudir cuando alguien, una gran empresa, tiene un problema con cualquiera de los dictadores del continente, ha establecido ya contacto con la China de Xi Jinping, y ha empezado a hacerse un hombre rico, muy rico, pero a mediados de 2021 todavía no tiene acceso directo a Moncloa, Sánchez aún le mira con recelo. Y necesita forzar el paso, convertirse en imprescindible para Pedro. Necesita, en suma, desplazar a Ábalos como hombre de confianza del presidente. Hacerse imprescindible para él. La ocasión le viene dada en julio de ese año. Suenan campanas de crisis de Gobierno. Ábalos apunta a titular de Defensa y hay algunos medios que se hacen eco del cambio. En la tarde del viernes 9 de julio de 2021, Ábalos habla varias veces con Sánchez en torno a una noticia fake aparecida en El Español. El presidente le pide que hable con Pedro J. Ramírez y la desmienta categóricamente. La relación entre ambos no es que fuera cordial, es que seguía siendo íntima. Y algo muy grave ocurre aquella noche aún no explicado, pero a la mañana siguiente, sábado 10 de julio, Ábalos es citado de forma abrupta en La Moncloa y allí su íntimo amigo, el hombre más influyente de “la banda del Peugeot”, el tipo al que ha hecho presidente del Gobierno de España, le despide con cajas destempladas. A Ábalos se lo cepilla José Luis Rodríguez Zapatero.
A Ábalos se lo cepilla José Luis Rodríguez Zapatero
Es el expresidente quien se carga al valenciano dispuesto a ocupar su puesto junto a Sánchez. Le desplaza como su gran obstáculo. Y la sospecha es que aquella noche ZP hizo llegar a Sánchez información altamente sensible sobre las vías de agua que el también secretario de organización del PSOE había ido abriendo en su ministerio de la mano de Koldo García, caso de la compra de mascarillas con las que unos cuantos se habían enriquecido mientras el país permanecía recluido y pasmado en casa, las comisiones, el chalet “regalo” de su asesor, las señoras de dudosa reputación, etc. Zapatero lo tuvo fácil. Ábalos estaba en manos de los hombres que Blanco le había colado de rondón en su ministerio. La pregunta, sin embargo, sigue pendiente. ¿Por qué las prisas? ¿Por qué justamente aquella noche? La sospecha es que ZP tenía suma urgencia en impedir que Ábalos pudiera ocupar la cartera de Defensa o, mejor dicho, necesitaba mantener a toda costa a Margarita Robles al frente de ese ministerio. Margarita, leonesa como él, es una de las mujeres de Zapatero. Una mujer y dos hombres: Pepiño Blanco y Fernando Grande-Marlaska. Tres ministerios bajo su control: Fomento (ahora Transportes), Defensa e Interior. Los tres departamentos claves de cualquier Gobierno. Más el CNI, naturalmente, dependiente de Robles. El hundimiento de José Luis Ábalos en el PSOE y Moncloa coincide con la ascensión a los altares de Rodríguez Zapatero.
El ex presidente sigue controlando lo que ocurre en Interior. Y ahí no tuvo que esperar a julio del 21, que lo hizo desde la llegada misma de Sánchez al poder. Hombre clave en el control remoto de ese ministerio es el comisario principal del CNP Segundo Martínez. Amigo íntimo de Zapatero (ambos son leoneses, uno de la capital; el otro de Babia), ZP lo convirtió en el máximo responsable de la Seguridad de Moncloa cuando en marzo de 2004 llegó al poder y ya no se movió de allí hasta el descalabro socialista en las generales de 2011. Oficialmente jubilado en 2017 al cumplir los 65 años, su influencia volvió al primer plano con el advenimiento de Sánchez. El nuevo ministro del Interior Grande-Marlaska recurrió a él para llevar a cabo la purga de los altos mandos policiales nombrados por el PP a partir de finales de 2011. A partir de junio de 2018 fueron destituidos más de una decena de comisarios y jefes superiores. Segundo Martínez es el poder en la sombra a pesar de que su nombre no figura en el organigrama del ministerio, un poder equiparable al del actual director general de la Policía Nacional, Francisco Paco Pardo, secretario de Estado de Defensa con Zapatero y hombre muy vinculado durante toda su carrera a José Bono, el tercer hombre de ZP, en realidad el “machaca” de Bono durante la etapa del ex presidente manchego como ministro de Defensa, y también su cortafuegos (el supuesto robo de los archivos del CNI que le protegen).
Segundo Martínez es la conexión de ZP con las cloacas policiales
Segundo Martínez es íntimo amigo del célebre comisario Villarejo y del también comisario José Luis Olivera. Es la conexión de ZP con las cloacas policiales. Parece que Villarejo utilizaba a Segundo como correo para pasar “material” del Gobierno Rajoy a Zapatero y al PSOE. El resultado es que ZP controla el ministerio del Interior y naturalmente el CNP. La primera víctima de Segundo tras la victoria de Sánchez en la moción de censura fue el director adjunto operativo (DAO) entre 2012 y 2016, el comisario Eugenio Pino, acusado de dirigir una “policía patriótica” a las órdenes del Gobierno Rajoy. La escabechina posterior sirvió para elevar en la estructura policial a comisarios de inquebrantable lealtad al PSOE. Segundo colocó como nuevo DAO a su amigo José Ángel González, más conocido en la Policía con el alias de Jota. Paco Pardo, Segundo Martínez y Jota comparten mesa y mantel con asiduidad. También situó a José Antonio Rodríguez en el Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad. Más importante aún, Segundo ha sido clave en el nombramiento de la comisaria María Marcos (Villafáfila, Zamora) como jefa de Seguridad de Presidencia del Gobierno, guardiana de la seguridad de Pedro Sánchez en Moncloa. De manera que Zapatero lo sabe todo de las idas y venidas de Sánchez y Begoña Gómez, todos los secretos del presidente y señora en sus manos.
El dato cobra aún mayor importancia si tenemos en cuenta que Segundo Martínez es en la actualidad director de Seguridad de la multinacional tecnológica china Huawei en España, aunque hay quien sostiene que es mucho más, que es miembro del Consejo de Administración de Huawei Technologies España, S.L. ¡Eccola! Hemos llegado al nombre maldito, el de la multinacional vetada por la Comisión Europea en Bruselas y por el norteamericano Departamento de Estado en Washington, pero que se pasea por la España de Sánchez, que en realidad es la España de Zapatero, como Pedro por su casa. Ocurre que los monitores de la Sala de Control de Presidencia del Gobierno son tecnología Huawei, las comunicaciones internas y externas del presidente Sánchez están controladas por Huawei, de modo que ZP conoce supuestamente al dedillo no solo quién entra y sale de Moncloa, se supone que gracias a los buenos oficios de María Marcos, sino las conversaciones que tienen lugar dentro y hacia fuera del recinto presidencial a cuenta de la tecnología Huawei utilizada para tales menesteres. Un poder y una influencia inmensa en manos de ZP, el hombre que conoce al dedillo lo que ocurre en el palacio de la Moncloa, algo que podrían también saber en Pekín y en otras capitales, algunas tan cercanas como Rabat.
El cogollo del poder en España está en manos de Zapatero
En realidad el cogollo del poder en España está en manos de Zapatero. Las inversiones, contratos y obras que se llevan a cabo en Transportes; la dirección de la Defensa nacional y los secretos del CNI, a través de Robles, un ministerio clave en la perspectiva de las fortísimas inversiones que España tendrá que afrontar para cumplir con los compromisos contraídos con la OTAN, y el control de Interior gracias a Grande-Marlaska, con asuntos clave como la política de inmigración, tema de especial importancia en las relaciones con Bruselas y, más aún, con Rabat. Por eso Margarita aguanta toda clase de desplantes del presidente del Gobierno. La “pájara” que se “acuesta con el uniforme” está obligada a tragar carros y carretas. Ahora mismo acaba de sufrir una nueva afrenta, esta vez de manos del sacristán Bolaños, a cuenta de la Ley de Información Clasificada (antigua de Secretos Oficiales) en tramitación. Habrá que ver cómo maneja tras las bambalinas este desplante ZP en su relación con Sánchez. Pero Margarita debe seguir al pie del cañón. No se puede ir. Tampoco puede dimitir Grande-Marlaska, el hombre que durante la presidencia de ZP “le llamaba casi todos los días para darle las buenas noches”, hoy convertido en estatua de sal muerta, forzado a soportar todo el odio concentrado en uno de los personajes más abominables de este Gobierno. Porque ambos son clave para Zapatero en el horizonte post sanchista que se adivina en el horizonte.
Muchos son los que aseguran que ZP, “con mucho el español más peligroso” en opinión de la antena de la CIA en la capital española, es el verdadero presidente en la sombra. Un izquierdista visceral, enemigo acérrimo de los Estados Unidos, el gran baluarte del mundo occidental. Pedro Sánchez es en realidad un títere en sus manos, el chico víctima de un izquierdismo inducido a quien Zapatero manda de excursión allende los mares para que se divierta con el rojerío latinoamericano. Ambos siguen unidos por el cordón umbilical de los negocios, el pegamento de la pasta, la pasión por el dinero. Porque esto va de dinero. Y no son las cuatro perras de los Koldo, Ábalos y Cerdán, sino el dinero al por mayor. Todas las operaciones que emprende Sánchez con las empresas del Ibex apuntan al lucro mayúsculo. Por eso necesita alargar la legislatura todo lo posible. Nadie entiende, ni en Bruselas ni en Washington, la insistencia del Gobierno de España con Huawei si no es por dinero. Los chinos son famosos por pagar de forma espléndida a quienes les sirven. La decisión más reciente de asegurar a Huawei el contrato como proveedor de la infraestructura para almacenar las escuchas llevadas a cabo por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y el CNI, decisión tras la cual se adivina la mano de Zapatero, ha llevado la perplejidad y el desconcierto a los aliados naturales de nuestro país, cuyos intereses pueden verse seriamente perjudicados a medio y largo plazo. Y solo cabe una explicación para este tipo de decisiones: la corrupción.
Solo cabe una explicación para este tipo de decisiones: la corrupción
No poca gente de la que Sánchez echa mano en un PSOE acogotado por los escándalos forma parte, directa o indirectamente, del elenco de fieles a Zapatero. Es el caso de Antonio Hernando, actual secretario de Estado de Comunicaciones e Infraestructuras Digitales, hasta hace poco ligado a Acento, lo mismo que su mujer, Anabel Mateos, nombrada secretaria adjunta a Organización y Coordinación Territorial tras el escándalo Santos Cerdán, que también ha pasado por el lobby de Pepiño Blanco. Y da toda la impresión de que en el banquillo del PSOE hay más gente de ZP que del propio Sánchez. El leonés no deja de tomar posiciones en el partido de cara al inmediato futuro, con la vista puesta en evitar que la travesía del desierto post sanchista se convierta en el hundimiento del Titanic a la manera de tantos partidos socialistas europeos en el pasado reciente. Zapatero sabe que Sánchez está amortizado y discretamente va colocando a sus peones en el aparato orgánico del partido para controlar el día después. Acostumbrado a operar en la sombra, cuentan que el ex presidente está preocupado por su súbita exposición pública, muy nociva para la gran operación que se trae entre manos: manejar el relevo de Sánchez y nombrar sucesor a su gusto.