Juanjo Sánchez Arreseigor-El Correo

  • Rusia sabe que China e India le seguirán comprando petróleo. Incluso ganaría con las sanciones de EE UU si sube el precio

Donald Trump llegó al poder con un claro sesgo a favor de Putin, el paradigma del ‘hombre fuerte’ al que el republicano admira porque de mayor le gustaría ser como él. Por eso sus primeros pasos consistieron en humillar y coaccionar a Zelenski. Sin embargo el ruso ni admira a Trump ni le teme como adversario.

Cuando Putin llegó a lo más alto, gran parte del poder efectivo no lo ejercían los políticos electos o los altos funcionarios de la Administración, sino los oligarcas, nuevos ricos que se habían apoderado de todos los activos rentables mediante el robo, la coacción o el favoritismo oficial en privatizaciones amañadas. Los oligarcas eran deshonestos y mendaces, como Trump; groseros y zafios, como Trump; ignorantes y muy incompetentes como empresarios, como Trump; jactanciosos, embusteros y llenos de sí mismos, como Trump. Putin los aplastó. Primero acabó con aquellos que controlaban medios de comunicación y después fue a por los que poseían gas o petróleo. Los demás se sometieron a cambio de mantener sus turbios negocios y no caerse por ninguna ventana.

Putin intenta representar el paradigma viril de líder masculino, frío, lacónico, implacable, cerebral, mientras que Trump representa el papel del bufón loco, charlatán, caprichoso y sobre todo TACO (que se acobarda siempre cuando le plantan cara o tropieza con dificultades serias). ¿Y semejante fantoche pretende imponerle su voluntad al amo y señor de todas las rusias?

Por su parte, el ¿plan? de Trump para finalizar la guerra en Ucrania consistía simplemente en interrumpir los combates, quedándose cada bando con el territorio que controlaba. La ignorancia y la falta de empatía de Trump le impiden comprender las razones para luchar de ambos bandos. Sus asesores se lo podrían explicar, pero el presidente es un gandul y rara vez lee informes que superen una página. No se ha convertido en el hombre más poderoso del mundo para ponerse a estudiar como si hubiera vuelto a la universidad -donde tampoco estudió, porque el dinero de su padre le compró el título-. Por último, su egolatría le fuerza a olvidar que no todo el mundo es tan cínico, deshonesto e insolidario como él.

Putin piensa como un dictador absolutista, como un conquistador, mientras que Trump sigue atascado en su mentalidad de empresario corrupto. Por eso, cuando intenta jugar a ser oscuro y amenazador sigue centrándose en sanciones comerciales. ¿Acaso no le ha bastado con eso para doblegar de manera humillante a la poderosa Unión Europea, una potencia económica casi tan grande como EE UU?

Ahora bien, creer que China e India van a dejar de comprar petróleo y gas a precios rebajados a Rusia es una ingenuidad. Por otra parte, ni Arabia Saudí ni nadie tienen la capacidad de producción adicional necesaria para cubrir esa demanda. Se generaría de forma artificial una crisis planetaria de escasez de energía, con alzas de precios exorbitantes. Por lo tanto, van a dar igual las amenazas y las represalias que Trump pueda intentar. China es perfectamente capaz de plantar cara a EE UU. La posición de India por separado es algo más débil, pero si ambas potencias colaboran en este asunto, Trump no va a poder forzarlas en modo alguno. Y cuando comprenda que ha pinchado en hueso, será TACO de nuevo.

Putin sabe que las sanciones ‘secundarias’ que proyecta Trump son inviables, y podrían beneficiar a Rusia si fuerzan un alza de los precios. ¡Quizás incluso empujen a Pekín a venderle armas a Moscú! Sin embargo, Putin está corriendo un grave riesgo. Trump podría centrarse no en sancionar las exportaciones de petróleo rusas, sino sus importaciones de tecnología y maquinaria. A Putin no le sirve de nada ganar trillones con las exportaciones energéticas si luego no puede gastárselos en lo que necesita.

Trump es un hombre soberbio, ansioso de imponer siempre su voluntad, poderoso en el rencor, poco inclinado a la violencia física, pero dispuesto a usarla si ve que la pelea es fácil contra enemigos sin capacidad de respuesta, como ya saben en Yemen del Norte e Irán. Y por mucho que los ‘fanboys’ de Putin se sulfuren al leerlo, Rusia es un enemigo débil. Si los ucranianos han logrado defender sus cielos contra unas fuerzas aéreas rusas que muchas veces han brillado por su ausencia, ¿alguien cree de verdad que la todopoderosa USAF no podría campar a sus anchas sobre Crimea, arrasándolo todo, casi a modo de paseo?

Y no, Putin no va a tirar de armas atómicas para una sucia guerra colonial en la periferia de su imperio. Si las cosas se ponen feas de verdad, firmará una paz de compromiso y aprovechará la pausa para reconstruir sus fuerzas, mientras disfruta viendo cómo Trump desmantela la alianza occidental y destruye EE UU desde dentro.