Alejo Vidal-Quadras-Vozpópuli
- Aquí todo han de ser proliferación de mezquitas mientras que si en Ryad o Teherán un musulmán se convierte al cristianismo se le cuelga o se le decapita
Después del chispazo violento de Torre Pacheco a raíz de un cobarde ataque de un grupo de jóvenes magrebís a un pacífico e inofensivo jubilado, se ha producido otro acontecimiento, éste de carácter político, en el pueblo de Jumilla, asimismo perteneciente a la Región de Murcia. Esta vez la polémica ha arrancado por la aprobación por parte del Ayuntamiento, gobernado por el Partido Popular, de una ordenanza que veta el uso de instalaciones deportivas municipales a actividades ajenas a su fin específico. En la práctica, esta restricción impide que se celebren en ellas festividades religiosas islámicas, como la multitudinaria del Cordero, que reúne a una nutrida representación de la población musulmana de la localidad en número que puede alcanzar fácilmente dos mil personas. Vox ha lanzado una iniciativa en el consistorio para prohibir manifestaciones masivas de fe mahometana y el PP ha recogido el guante dulcificando el texto y evitando la mención explícita de confesiones religiosas. En cualquier caso, la norma ha recibido luz verde y su efecto tangible será el descrito. A partir de aquí, la cuestión ha pasado al enfrentamiento partidista a nivel nacional y es más que probable que se intensifique y agrie antes de ser desplazada en los medios por otros sucesos.
Los argumentos de Vox para suscitar asunto tan espinoso no han sido otros que los derivados de la necesidad, según la formación conservadora, de defender la cultura cristiana de España como definitoria de nuestro ser nacional, que tales desbordamientos de fervor coránico en recintos públicos vendrían a adulterar y desnaturalizar. Por lo menos, hay que agradecer a los seguidores de Abascal su cruda sinceridad en sus planteamientos que proclaman sin complejos que sería una contradicción histórica que después de ocho siglos de combate pertinaz para expulsar a la media luna de la península ibérica tuviera lugar ahora, más de quinientos años después de la Toma de Granada, una reversión social, religiosa y cultural que desembocase en el catastrófico fenómeno que una corriente intelectual francesa indisimuladamente alarmista ha denominado Le Grand Remplacement.
Tampoco el hecho de que un régimen teocrático islámico mandase a Madrid a un sicario franco-tunecino para matarme y que no lo consiguiera por muy poco suscitó en su momento reacción solidaria alguna de Sus Ilustrísimas porque aún espero una mínima muestra de interés al respecto.
Por supuesto, la jauría izquierdista, multiculturalista y políticamente correcta ha desencadenado rayos y truenos sobre las formaciones de la derecha, ofensiva a la que se ha sumado, no podía faltar, la Conferencia Episcopal, que ha recordado con gran altura de miras que nuestra Constitución consagra la libertad de culto y que medidas como las decididas por el Ayuntamiento de Jumilla alimentan el discurso del odio. No parece, sin embargo, que el pateo en la cara al ciudadano de Torre Pacheco fuera fruto de un efluvio integrador de amor universal. Tampoco el hecho de que un régimen teocrático islámico mandase a Madrid a un sicario franco-tunecino para matarme y que no lo consiguiera por muy poco suscitó en su momento reacción solidaria alguna de Sus Ilustrísimas porque aún espero una mínima muestra de interés al respecto. Todo eso por no mencionar la persecución que sufren los cristianos en determinados países árabes o en Irán, donde la apostasía se castiga con la pena capital. O sea, que aquí todo han de ser facilidades y proliferación de mezquitas mientras que si en Ryad o Teherán un musulmán se convierte al cristianismo se le cuelga o se le decapita. En fin, que una cosa es la democracia liberal, que todos hemos de fortalecer, y otra la estupidez o la cobardía, que es mejor evitar.
La UE e Israel
La política europea en los campos de la inmigración irregular desenfrenada y de las relaciones con los países islámicos es un monumento a la pusilanimidad y a la ceguera estratégica. En vez de clamar todos los días en tono lacrimoso contra el supuesto genocidio de los gazatíes, lo que tendría que hacer la UE es colaborar con Israel hasta la completa extirpación de Hamas para que la población de la Franja pueda por fin disfrutar de paz y desarrollo. En este aspecto, la idea de confiar, tras la desaparición de la organización terrorista al servicio de los ayatolás de Irán, a una coalición de países musulmanes la administración de Gaza aplicando un programa de estabilidad, bienestar social y progreso ha de ser tenida en cuenta seriamente.
Otro error garrafal es la insistencia europea en dialogar y negociar con la República Islámica de Irán, que es la cabeza de la serpiente en Oriente Medio y que se vale de su red terrorista en Palestina, en Líbano, en Yemen y en Iraq para bloquear cualquier posibilidad de solución en un conflicto enquistado desde hace ochenta años y que seguirá enconado hasta que no haya en Teherán un cambio de régimen para transformar la máquina de matar que es la actual oligarquía religiosa en una democracia aceptable. Ya es hora de aislar internacionalmente a la banda de asesinos cleptocráticos que oprimen sin piedad al pueblo iraní, de cerrar todas sus embajadas en Europa, que no son sino centros de espionaje y preparación de atentados, de clausurar todas nuestras legaciones en aquella dictadura cuyo propósito explícito es arrasar Israel y destruir nuestra civilización, de cortar cualquier vínculo comercial y de apoyar a la ciudadanía que lucha heroicamente por su libertad y a la legítima resistencia encarnada en el Consejo Nacional de Resistencia liderado por Maryam Rajavi, una mujer valiente, carismática y excepcional, que lleva una vida entera dedicada a la noble causa de arrancar a sus compatriotas de las garras de una tiranía cruel, corrupta y despiadada.