Jesús Cuadrado-Vozpópuli
- Esquilmar a la metrópolis global española con medidas como el cupo catalán. Un atraco a mano armada
El president anunció un cambio de ciclo en Cataluña y, pasado un año, el fiasco es notorio. Que aquello no fue un pacto de gobernabilidad, sino una simple compra de la presidencia, lo demuestra que no haya acuerdo ni para aprobar presupuestos. Sirve de poco que El País editorialice con la patraña “Un año normal en Cataluña”. Para el diario, el cupo que no pudo conseguir Artur Mas y ahora ha pactado el sanchismo es solo “un debate institucional con argumentos y datos”. La verdad: como Sánchez, Illa ha reactivado el “procés”.
¡Mentir, mentir y mentir! De las mentiras, importa sobre todo averiguar qué fines persiguen. En este caso, se utilizan para disfrazar el cupo y ocultar el fracaso en la meta marcada por Illa hace doce meses: la vuelta de las empresas que se fueron. La operación de Moncloa forzando el regreso de la sede social de la Caixa y del Banco Sabadell no engaña a nadie. ¿Siguieron otros el ejemplo? ¡Y un jamón! Según D&B, líder en información empresarial, Cataluña es la comunidad que más empresas sigue perdiendo por traslado también en 2025.
¿Qué ocurrió? Con el proceso, “Cataluña y Barcelona están divididas por la mitad, lo que, durante mucho tiempo, ha paralizado todo y ha provocado conflictos”. Y el proceso sigue
¡Madrid, Madrid, Madrid! Como Puigdemont y Junqueras, Illa recurre al mantra habitual. “Madrid se va”, se quejan, desde que la comunidad madrileña, con un millón menos de habitantes, superó en PIB a Cataluña. De hecho, se les fue definitivamente, sin remedio, y nada tiene que ver ni con “dumping” ni con capitalidad, como han demostrado todos los estudios solventes. El sorpasso coincide con una descentralización de España líder en el mundo y lo del paraíso fiscal es una gran bobada.
El catedrático de Geografía Económica Andrés Rodríguez-Pose publicó un reconocido estudio sobre las razones por las que Madrid se ha convertido en las dos últimas décadas en la metrópolis global española, en detrimento de Barcelona, que tenía ventajas obvias para haber logrado ese rol. ¿Qué ocurrió? Con el proceso, “Cataluña y Barcelona están divididas por la mitad, lo que, durante mucho tiempo, ha paralizado todo y ha provocado conflictos”. Y el proceso sigue.
Servicios públicos: gana Madrid
En el balance que hace al diario Ara, el president confiesa que “los empresarios catalanes se quejan de pagar más impuestos que en Madrid”. En sus “análisis” de parvulario cree que es este un argumento contra el supuesto dumping madrileño. En realidad, es otra prueba de que no entiende nada sobre las claves del desarrollo en las economías de la nueva globalización. Empresas, inversiones, talento se alejan de un clima contrario a los negocios. ¿Qué se puede esperar donde una antisistema como Colau llegó a la alcaldía de la ciudad? Ni capitalidad ni dumping, huyen de la inseguridad que aporta el procés, que no cesa.
En la entrevista, Illa suelta que la presidenta madrileña Ayuso “baja los impuestos a los más ricos con una mano y con la otra recorta políticas públicas”. ¿Servicios públicos? Basta la operación simple de comparar gasto por habitante con rendimientos en, por ejemplo, sanidad y educación, medidos en listas de espera, cualificación hospitalaria o resultados educativos de PISA, entre Madrid y Cataluña. Se podrá comprobar que gana la comunidad madrileña por goleada. ¿O no?
la historia Madrid-Barcelona demuestra que, con Puigdemont y Junqueras antes y con Illa ahora, los catalanes son las primeras víctimas de la rapiña extractiva del proceso soberanista
El president cautivo habla de voracidad de Madrid, sabiendo que esta aporta más del 70 % a la solidaridad en la financiación autonómica, casi cuatro veces más que Cataluña. Con descaro, afirma que se debe aportar “en proporción a la riqueza y al patrimonio que cada uno tenga”. ¡Será cínico! Explique, señor Illa, en una conferencia en Sevilla, que el cupo catalán es bueno para Andalucía, y hágalo con la ministra Montero al lado, sobre la que declara en la entrevista que “en ella está la solución”. Y otra en Segovia para desarrollar su tesis “Madrid crea un infierno” en los territorios próximos.
El plan Illa consiste en recuperar para Cataluña el liderazgo perdido en la economía española, bloqueando, con la ayuda de Sánchez, el crecimiento de la comunidad madrileña. “Centrifugar Madrid” es la consigna. Es decir, esquilmar a la metrópolis global española con medidas como el cupo catalán. Un atraco a mano armada contra la solidaridad nacional, además de provocar que España sea fiscalmente inviable. Es como si el Reino Unido bloquease el desarrollo de Londres, Francia, el de París o Italia, el de Milán.
La propaganda sanchista vende esto como la normalización de Cataluña, pero la historia Madrid-Barcelona demuestra que, con Puigdemont y Junqueras antes y con Illa ahora, los catalanes son las primeras víctimas de la rapiña extractiva del proceso soberanista, un pozo sin fondo.