Gontzal Mendibil-El Correo
- La UE, con su inacción y falta de valentía, es cómplice del terror impune que Israel despliega día tras día en Gaza
El mundo occidental vive con estupor la actitud de la mayoría de sus gobernantes hacia la situación de horror que padece la población de Gaza, ante la que manifiestan, sin atisbo de pudor, una indiferencia difícil de digerir por una ética en la que el ser humano importe. Estamos asistiendo inermes a la pérdida de una ética que creíamos regida por lo humano y que está siendo sustituida por un sistema en el que el bienestar individual es lo más importante. Es el desprecio a los derechos humanos, el desprecio a la vida, donde todos estamos involucrados. ‘Viva yo bien y no miro a quién’. Así quedamos todos atrapados en la red tejida por el dios dinero.
¿Y qué pinta Europa ante las decisiones de fuerza y poder de Estados Unidos, cuando está claramente vendida y ejerce de asistente de sus siniestras actuaciones? Nada nuevo bajo el sol. Se aplica la ley del más fuerte. Y de nada sirven los comunicados si no hay mayor contundencia contra lo que está haciendo Israel.
La condena de los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023 no puede servir para silenciar las atrocidades y el exterminio que está cometiendo Israel contra todo el pueblo palestino. Estados Unidos e Israel, en su degradación política, desprecian a organizaciones internacionales como la ONU y la Unesco.
Las imágenes diarias y las declaraciones del secretario general de la ONU, António Guterres, nos ponen los pelos de punta. «Los niños dicen que quieren ir al cielo porque allí, al menos, hay comida… Esto no es solo una crisis humanitaria, es una crisis moral que desafía la conciencia global».
Cuando las bombas y las balas no son suficiente para el exterminio, matar de hambre y sed les resulta más práctico y menos costoso. Y las condiciones del poderoso siempre son la única salida, o aceptas lo que yo digo o te remato. Y aquí seguimos, impávidos ante las masacres diarias, frente a las que Europa continúa dando largas.
Poco se puede esperar porque hay historias que tristemente se repiten. Los responsables del genocidio de los judíos ahora son colaboradores del mismo genocidio pero con los actores invertidos y el mismo rasero de limpieza étnica, que da pábulo al hoy poderoso Israel. La antigua víctima convertida en victimario. Y el antiguo victimario, con su silencio cómplice, en un aliado del actual.
Justificar la devastación es considerar que la guerra es un medio de paz porque, cuando no hay sanción alguna que lleve a parar el genocidio, de nada sirven las breves comunicaciones de condena. Netanyahu lo tiene claro, destrucción total y limpieza étnica arrasando los hogares y dando muerte a todos los palestinos adultos, a los que declara terroristas, y acabando por hambre con sus niños considerados como futuros terroristas.
Europa, con su inacción, es cómplice del terror impune que Israel día tras día despliega en Gaza. Los gobiernos europeos se muestran sumisos a Trump y carecen de valentía para presionar a las autoridades israelíes para que pongan fin a la masacre de personas inocentes.
La negativa de la Unión Europea a suspender el acuerdo de asociación con un Estado que, impunemente, comete graves violaciones del Derecho Internacional supone tal ambigüedad y crueldad que le lleva al total descrédito en la comunidad mundial. La historia nos juzgará y nos demostrará, para nuestra vergüenza, que en nuestra placidez y en el ‘laissez faire’ fuimos cómplices de la maldad del poder, porque los intereses creados nos parecían más valiosos que el humanitarismo y la justicia que decíamos defender.
Remontándonos a historias pasadas, el Nobel de Literatura Jacinto Benavente, en su célebre obra ‘Los intereses creados’, una comedia teatral que critica la superficialidad de la sociedad y destaca la importancia del dinero y el estatus social en las relaciones humanas, ya mostró cómo las personas sacrifican principios morales por intereses económicos. Tristemente, en vez de comedia teatral, Gaza se ha convertido en tragedia.