Luis Ventoso-El Debate
  • El sanchismo ha traído la novedad de que la verdad no existe, así que los ministros copian al jefe y se permiten soltar todo tipo de majaderías sin el menor pudor

No ha existido un solo político que no arrime el ascua a su sardina, que no fuerce los hechos a su favor. Siempre será así. Forma parte del juego. Pero lo que ya no resulta tan habitual es un Gobierno que se fume el principio de realidad, que se invente una paralela y que viva instalado en una manipulación orwelliana, donde dos y dos son siete y lo blanco es negro. Ese desprecio de los hechos para amoldarlos a las consignas oficialistas es algo distintivo de los regímenes totalitarios. Y por eso resulta tan revelador que constituya una práctica habitual del Gobierno que hoy padecemos.

Las dos corrosivas novedades que ha traído el sanchismo a nuestra política son: 1.- El blanqueamiento de los separatistas y el sometimiento del Gobierno de España a sus dictados. 2.- La homologación de la mentira como práctica política aceptable.

Este miércoles asistimos a un buen ejemplo. El Gobierno está en desbandada desde comienzos de agosto. Dejaron de guardia a la ministra de Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, esa que ha sido incapaz de organizar adecuadamente el traslado de diez menores de Canarias a Gijón, y se fugaron todos a la tumbona, siguiendo el ejemplo del Gran Timonel. Pero se dio la desgracia que se desató una grave ola de incendios, amén de que en el mes estelar del turismo continuaron los penosos retrasos y averías del ferrocarril.

Con España ardiendo por los cuatro costados y los pasajeros tirados en los trenes, el Gobierno estaba ocupadísimo montando una escandalera con el asunto de los polideportivos de Jumilla. Del resto, pasando ampliamente. Incluso el voceras oficial del régimen, Óscar Puente, se permitió la bobería de subir a las redes chascarrillos despreciables sobre los incendios. Unas risitas de veraneante ocioso mientras la gente perdía sus campos, sus casas y, a veces, hasta sus vidas. El socialismo caviar es así de desahogado.

Viendo que se estaban pasando de frenada con su pasotismo ante la ola de fuego, nuestros gobernantes adoptaron medidas. ¿Y cuáles fueron? ¿Suspender las vacaciones del presidente y los ministros de Interior, Defensa y Medio Ambiente y ponerlos a trabajar? No, por favor, no vamos a privar de su bronceado a estos héroes y «héroas» del servicio público «progresista». La solución adoptada fue sacar a hacer unos canutazos desde sus lugares de vacaciones a varios ministros. Y ahí pudimos ver una vez más lo que decíamos: se fuman la realidad y nos toman por pánfilos, a los que creen que pastorean sin problema con la ayuda de sus televisiones goebbelsianas. Tres ejemplos:

1.-Bolaños se pone ante los focos desde su retiro almeriense y con Puente a su vera, ambos vestidos de turistas, proclama muy henchido lo siguiente: «A este Gobierno las crisis lo pillan siempre trabajando, al pie del cañón». Con una jeta de acero inoxidable, el ministro suelta eso a la misma hora en que ni un solo miembro del Gobierno se ha desplazado todavía a las zonas de los fuegos.

2.-Después de chotearse en X del «calorcito» de los incendios y de mofarse de los mandatarios del PP por estar de vacaciones, Óscar Puente, el ministro que pasa de todo ante la crisis ferroviaria, comparece muy formalito para explicar que él no se ha burlado de nadie, que simplemente usa las armas dialécticas «del sarcasmo y la ironía». De nuevo el mundo al revés (y por supuesto los periodistas pastueños que tenía enfrente, incapaces de hacerle preguntas directas sobre su inhibición ante el caos ferroviario).

3.-Ana Redondo, a la que probablemente tienen la suerte de no conocer, es la ministra de Igualdad. Es pucelana y fue concejal con el alcalde Óscar Puente. Aunque nada se le ha perdido en la crisis de los incendios, ayer se lanzó desde sus vacaciones a explicar que los fuegos son culpa del «negacionismo ante el cambio climático» y de la «desidia del Gobierno de Mañueco». Nueva estupidez, pues ninguno de los dos asertos es cierto.

El campo arde porque la gente lo quema (90% de los incendios en España son obra del hombre, y la mayoría provocados). El campo arde porque el monte está abandonado, por la despoblación y porque no se cuida, y porque algunos bárbaros lo queman (por odios, móviles económicos, envidias, pura locura). Pero todo eso le resbala a esta ministra, porque el principio de realidad ya no existe. En algunos incendios se han encontrado hasta diez focos donde se prendió el fuego. ¿Cambio climático… o pura maldad humana? La respuesta es evidente.

Y así discurre un día más en Sanchistán, el alegre país donde el Gobierno no gobierna y además está a coces con la realidad.