Tonia Etxarri-El Correo

No está el verano para los halagos sin decoro en el ambiente político. Al menos en nuestro país, que está sufriendo los zarpazos de los siniestros naturales y de la incompetencia de nuestros responsables, más entretenidos en el pulso partidario que en la resolución de los problemas más acuciantes. Cuentan en el entorno de los interlocutores de la negociación entre Trump, Putin y Europa que, para ganarse el favor del guardián del orden mundial, lo más conveniente es hacerle la pelota.

En España no se estilan los elogios, ni siquiera la diplomacia en la comunicación entre nuestros políticos. Ni ellos se contienen cuidando las formas ni la ciudadanía está para bromas. Con el bloqueo recurrente de la red ferroviaria durante demasiados días estivales mientras el ministro del ramo se permitía frivolizar en las redes sociales y con los incendios de medio país cuya gestión ha sacado a colación la falta de previsión y la ausencia de inversiones, han venido los lamentos. Y los reproches.

Si el Tribunal de Cuentas ya advirtió el pasado 11 de junio, al Gobierno de su mala gestión de los recursos destinados a la lucha contra los incendios, por falta de iniciativa para trabajar coordinadamente con las comunidades autónomas, ¿por qué el aludido hizo caso omiso a la llamada de atención?

¿Qué ha hecho Pedro Sánchez, durante sus siete años de mandato, para evitar una catástrofe incendiaria provocada no por la emergencia climática sino, en su mayoría, por factores humanos? Ayer, la directora general de Protección Civil arremetió contra las comunidades gobernadas por el PP. A ver quién domina el relato en este pulso partidario.

La verdad es que a nuestros políticos les resulta difícil practicar la diplomacia y el espíritu de colaboración cuando topan con el muro que levantó Pedro Sánchez para enfrentarse a más de la mitad del país que no piensa como él. Y cunde el desánimo en la población cuando el fuego se ha llevado por delante sus casas, su ganado y su terreno y su medio de vida. Los testimonios desgarradores de muchas víctimas de los incendios, lamentando que nadie les haya ayudado cuando se quedaban con una mano delante y otra detrás, se suman a la sensación de que el país está atravesando más de un quinquenio francamente gafe.

El PP pedirá a tres ministros que den explicaciones de la gestión de los incendios forestales en el Senado. Pero el Gobierno no asume que, ante esta situación de emergencia, hayan existido responsabilidades compartidas. Así es que ya podemos adelantar el resultado de las comparecencias parlamentarias.

De esta mala percepción (los políticos enzarzados en sus disputas partidarias, son todos iguales) está surgiendo un caldo de cultivo antisistema y populista que nada bueno presagia para nuestra convivencia. Vox se frota las manos porque está obteniendo rédito de este discurso mientras algún ilustre socialista histórico lamenta que Sánchez haya convertido a su partido en una plataforma de izquierda radical que ha ubicado a España, por su inédita política de alianzas, fuera de la influencia internacional. La radiografía no tiene buena pinta.