Gorka Maneiro-Vozpópuli
- Son demasiados desastres de todo tipo que se le acumulan a este Gobierno, incompetente donde los haya.
De la ola de incendios que está arrasando media España, Pedro Sánchez divide las responsabilidades en dos: por un lado, es responsable el cambio climático, que es como hacernos responsables a todos de todo lo que está pasando para no serlo él de nada aun siendo presidente del Gobierno de España; por otro lado, es corresponsable el PP, por pedir responsabilidades a quien las tiene, por no estar a la altura de las circunstancias y por no tener visión de Estado, que es lo que los partidos de la oposición deben demostrar ante catástrofes naturales y tragedias de este tipo: o sea, en lugar de llamar a la acción y pedir responsabilidades a quien dispone de los medios y de las competencias, los partidos de la oposición deben bajar la cabeza, evitar críticas y decir «sí, bwana» a lo que decida el Gobierno de España, que es, por otro lado, obviamente, lo que haría el PSOE de Sánchez, como ya hizo el PSOE de Zapatero ante la catástrofe del Prestige, como todos recordamos. Ejem.
Responsabilizar al cambio climático de la ola de incendios sirve, por un lado, para eludir responsabilidades y disimular errores, disfunciones, incompetencias o carencias propias, dado que, si el responsable es el cambio climático pero no el Gobierno de España, es al cambio climático a quien se le deben exigir responsabilidades o, en todo caso, a quien niega que tal cambio climático exista, que en ningún caso son los socialistas; por otro lado, beneficia la lucha ideológica que al PSOE le interesa y sus intereses electorales, dado que sitúa en la conversación pública una de sus ideas fuerza: la lucha contra el cambio climático es el culpable de todos nuestros males, incluso de la ola de incendios que estamos sufriendo.
Es como el tourits, go home, pero viajo a Roma en vacaciones, aunque no sea en Falcon. Al final y al cabo, los países pobres que no crecen son los que menos cambio climático provocan
Que el Gobierno del PSOE quiera detener en la medida que pueda el cambio climático es, desde luego, loable y hasta meritorio, habida cuenta de lo dificultoso del propósito. En este punto, nadie o casi nadie discute que algo deba hacerse y, en general, los gobiernos de medio mundo se han comprometido a ello, al menos de boquilla y con contradicciones que saltan a la vista, tanto por parte de los dirigentes políticos como de los ciudadanos que militan en la causa, que lo mismo claman contra las grandes corporaciones como hacen uso de sus servicios o viven como el resto de los mortales o incluso mejor que la media, con todas las comodidades del primer mundo: es como el tourits, go home, pero viajo a Roma en vacaciones, aunque no sea en Falcon. Al final y al cabo, los países pobres que no crecen son los que menos cambio climático provocan y la mejor medida para luchar contra él no son las proclamas ni los buenos propósitos sino pasar de las palabras a los hechos y desprendernos de casi todo lo que tenemos desde mañana mismo y cambiar drásticamente nuestro modo de vida: a ver quién pone el cascabel al gato. Todo lo demás son parches para limpiar conciencias.
Es probable que, para cuando Sánchez haya logrado detener el cambio climático, no haya pueblos ni ciudadanos rodeados por el fuego que salvar.
En todo caso, que un gobierno pretenda supuestamente detener el cambio climático no debería evitar que, además de luchar por lo que parece casi imposible y mientras lo consigue o hasta que lo consiga, tome las medidas logísticas, presupuestarias y legales que no es que sean posibles en un futuro más o menos lejano sino que deberían ser aplicables desde ya mismo salvo que uno sea un incapaz, un irresponsable o un incompetente: por ejemplo, la puesta a disposición de las comunidades autónomas y de los ciudadanos que están perdiendo todo, los recursos humanos y materiales que necesitan en el momento en que los necesitan, la simplificación de las duplicidades y de la maraña legal y administrativa y de protocolos que hoy día existe en la España autonómica, acelerar la ejecución de los 71 millones de fondos de la UE para gestión forestal cuando únicamente se han ejecutado 2,7… o endurecer la respuesta penal contra los pirómanos, cuya existencia supongo no será consecuencia del cambio climático, por mucho que se les haya calentado la cabeza. Llamar a un pacto de Estado frente a la emergencia climática es posible que sirva para impedir los incendios del futuro, pero si el Gobierno de España no toma las medidas que se necesitan en el momento inmediato en que se producen los incendios (y, desde luego, antes, a través de medidas preventivas), es probable que, para cuando Sánchez haya logrado detener el cambio climático, no haya pueblos ni ciudadanos rodeados por el fuego que salvar. Es como si, ante la inseguridad que existe en algunas de nuestras ciudades, se llamara a un pacto para reducir el nivel de estrés que la sociedad moderna nos provoca… en lugar de mandar a la Policía a detener a los delincuentes. Que no digo yo que ambas medidas no sean complementarias, sólo que unas son urgentes aquí y ahora. Y de las principales para luchar contra el fuego son responsables Sánchez y el Gobierno de España, que para eso son gobierno, aunque, efectivamente, no gobiernen más que para contentar a los independentistas. Si en lugar de gobernar y gestionar bien eludes las responsabilidades o repartes culpas entre quienes no las tienen o no tienen más que el que gobierna, no eres un gobernante digno y respetable sino un simple okupa de un cargo que se usa para beneficio propio. Y ya son demasiados desastres de todo tipo que se le acumulan a este Gobierno, incompetente donde los haya.
Gobernar no es dedicarse a la publicidad y a la propaganda y a repartir carnets de progresismo mientras pactas con los más reaccionarios; gobernar es mejorar la vida de los ciudadanos
No puede ser que cuando algo falla, siempre sea culpa de los otros, sean los otros el PP, el cambio climático, las grandes corporaciones, los empresarios que nos explotan, los jueces fachas, los periodistas díscolos, las comunidades gobernadas por la derecha, el machismo heteropatriarcal, los fondos buitre o la fachosfera. Si uno mira con atención a los ministros y ministras, más bien parece que ellos son los principales responsables, con un tal Pedro Sánchez a la cabeza. Al menos mientras gobiernen, aunque en la práctica no lo hagan. Porque gobernar no es dedicarse a la publicidad y a la propaganda y a repartir carnets de progresismo mientras pactas con los más reaccionarios; gobernar es mejorar la vida de los ciudadanos en lugar de abandonarlos a su suerte, impedir que se produzcan problemas y resolverlos cuando se producen, justo lo que este Gobierno no hace por incapacidad, por irresponsabilidad y por incompetencia.