José Alejandro Vara-Vozpópuli
- El narciso supremo ya no funciona como cabeza de cartel. El tabú de la sucesión en el PSOE se resquebraja. De repente, el sepulturero del espagueti western
Illa le llama Pedro. Sánchez le llama Salva. Uno es del Espanyol (fútbol) y el otro del Estudiantes (basket) Comparten afición por el running y por las zapas. No perdonan un día sin correr. Sus esposas se llevan muy bien. Una cocina, la otra no. Una es religiosa practicante, la otra no. Una trabaja en la empresa privada, la otro no. Una viste como una monja seglar, la otra no. Una huye de los focos, la otra los buscaba. Ya no. Por segundo año, Illa y señora han pasado unos días en el Palacio que ocupa Sánchez como residencia de verano. Un privilegio reservado a muy pocos. Por allí también se deja ver Rodríguez Zapatero, que es vecino. El expresidente y valet de chambre de Maduro tiene casoplón en Lanzarote. Caracas paga bien.
“Illa podría ser el elegido por los socialistas para suceder a Sánchez en la presidencia del Gobierno ante la ausencia de posibles relevos”. Esta es la bienvenida que El País le dedicaba a Sánchez en su rentrèe. Casi una despedida. El delfín catalán seguramente se puso de los nervios. “Hay Sánchez para rato”, dijo hace poco. Eso piensa el aludido. En sus comparecencias de carapintada cuando el ‘cerdanazo’ de la UCO repetía que las elecciones cuando tocan, a los cuatro años, ni un minuto antes. Se saltó a la torera esa norma dos veces. En 2019 y 2023. Mentir, su elemental rutina.
«El candidato verosímil»
El devenir demoscópico alimenta el rumor de adelanto y hasta de renuncia. En las conversaciones estivales de la izquierda se ha manoseado mucho el rumor del próximo relevo en la cumbre del PSOE, teledirigido por Zapatero y con Illa como delfín. Aquí lo dejó escrito Cacho. Un cambio sobre la marcha. El PSOE podría agotar la legislatura y Zapatero manejaría los hilos desde la trastienda. El narciso supremo ya no funciona como cabeza de cartel. Se vio el 23J, salvado por Frankenstein. Ahora, mucho peor.
Es una operación meditada y minuciosa, silenciosa y secreta que ahora se jalea desde El país. Al menos, los días pares. Muy picante resultó también el artículo de Javier Cercas, abajofirmante del sanchismo, hombre muy considerado en el Vaticano de Francisco, El loco de Dios se llama su hagiografía del Papa peronista, en el apuntaba que “Illa podría ser un candidato verosímil a devolver la socialdemocracia populista del PSOE actual a la socialdemocracia a secas del PSOE histórico”. (Disculpen la sintaxis del académico) Más temblores agosteños en La Mareta. A Sánchez los fuegos le preocupaban un comino. Los ruidos sucesorios le tocan el nas.
“De las mascarillas no hay nada, de nada, de nada. No tengo ni puñetera idea de lo que habla, vigile con lo que dice que, a lo mejor, usted y yo nos vemos en otro sitio. Lo lamentará, me reservo mis acciones, es completamente falso lo que ha dicho”.
Sus viejos camaradas del PSC le llamaban el seminarista, dada su devoción religiosa y su querencia por las sacristías. Ahora lo tachan de jesuítico, fariseo, hipócrita. Quizás porque viste como un sepulturero de espagueti western. O porque consideran que su afición al engaño es proverbial, como la cobardía a Marlaska o la tumultuosa ordinariez a MJ Montero. Quedó retratado la otra mañana en el Parlamento catalán cuando el muy avieso Alejandro Fernández lo retó con aquella insinuación sobre un tal “Chili”, ignoto personaje involucrado en la trama Koldo que resultó ser Xiaojuan Li, ciudadana china, hoy en busca y captura, que le endosó, supuestamente, al Ministerio de Sanidad de Illa 361 millones de euros en mascarillas defectuosas. “Koldo y Chili actuaron coordinadamente e incluso, en palabras de quien fuera asesor de Ábalos, el entonces titular de Sanidad reportaba diariamente a Chili vía Signal”.
Muy iracundo respondió el president a esta interpelación del líder del PP. Y hasta faltón, algo inusual en tan modosito personaje. “De las mascarillas no hay nada, de nada, de nada. No tengo ni puñetera idea de lo que habla, ojo con lo que dice que, a lo mejor, usted y yo nos vemos en otro sitio. Lo lamentará, me reservo mis acciones, es completamente falso lo que ha dicho”.
El don apacible se sacudió su máscaral de santurrón y se tornó un jabalí herido. Los informes de la UCO suelen descomponer a sus protagonistas. A Illa le cambió la cara y se mostró desnudo, como el Fierro, “sin más compañía que su delito y las fieras”.
El president inundaba los escenarios con cataratas de afabilidad, regalaba butifarras de germanor, cantaba coplas de la Jurado y explicaba lo de la ‘España plurinacional’ con tal entusiasmo que quizás convenció a un par de payos.
Taimado y previsor, dedicó gran parte de su agenda a recorrer España, una gira de tonadillera del tardofranquismo en la que realizó una veintena de escalas, diez de ellas en Madrid, donde le detestan, para vender las maravillas de la ‘economía singular’, ese cupo a la catalana que Sánchez entregará a la caverna catalana para retener su respaldo parlamentario. Como primera providencia, una condonación de 15.000 millones de euros. Ah pero no hay dos malditos hidroaviones para la Castilla abrasada. ¿No es cierto doña Margarita? El president inundaba los escenarios con cataratas de afabilidad, regalaba butifarras de germanor, cantaba coplas de la Jurado y explicaba lo de la ‘España plurinacinal’ con tal entusiasmo que quizás convenció a un par de payos.
Era una operación imposible. También quizás lo sea el proyecto de ‘ponga un catalán en Moncloa’. Miquel Roca lo intentó en un empeño prematuro y jaleado por unos cuantos visionarios marcianos. «No hay más candidatos, Sánchez los defenestró a todos. Alegría, Page, Montero, no sirven», explican en el tinglado zapateril. Además, Illa cae bien a la militancia no catalana, añaden. La cuestión está en si el otro se deja. En si la conjura prospera. Se le ve agrio y un poco triste. Peinado le enerva, y la jueza de Badajoz le saca de sus casillas. Se le está poniendo perfil de sombra y cara de ceniza. Ni siquiera le espera el mármol. El banquillo, todo lo más.