Jesús Cuadrado-Vozpópuli
- Una ofensa a cada uno de los 116.000 militares españoles que sabía dónde debían estar cuando los vecinos se encontraron solos a la hora de defender sus pueblos
Explotaron la trampa “esto es de cada comunidad autónoma y, si necesitan ayuda, que la pidan” y con esa misma artimaña se presentaron en el Senado cuatro ministros. La más osada, la titular de Defensa. Imposible ocultar que únicamente el despliegue militar -todo el que fuera necesario- podía llegar a los pueblos rodeados por las llamas y que esa responsabilidad era exclusiva de Sánchez y Robles. Como portavoz socialista de Defensa, fui testigo directo de esa capacidad de las Fuerzas Armadas españolas en el terremoto de Cachemira en 2005, a 7.000 kilómetros. ¿No fue posible ayudar a los vecinos de Molezuelas o Riaño?
La ministra se presentó ante los senadores como si, en vez de responsable de las Fuerzas Armadas, fuese la titular de una ferretería que proporciona herramientas -“si me lo piden”-. Una ofensa a cada uno de los 116.000 militares españoles que sabía dónde debían estar cuando los vecinos se encontraron solos a la hora de defender sus pueblos. Robles recurrió en el Senado a eufemismos insultantes para esconder su responsabilidad ineludible. Las peticiones eran “muy abstractas” y “en cantidades bastante increíbles”, les dijo. Como si la Estrategia de Seguridad Nacional no fuera competencia suya.
Si la OTAN analizase el comportamiento de la ministra en el marco de la explosión de incendios en media España, recibiría un vergonzoso muy deficiente
Pocos militares conocen la función de las Fuerzas Armadas en “emergencias y catástrofes nacionales” como el Teniente General Juan Montenegro, uno de los creadores de la UME. Replicó a la ministra por anticipado: “No puede ser que un pueblo que está amenazado, al final, esté solo”; “eso quiere decir que no hay efectivos suficientes”; “hemos tardado 15 días en montar el dispositivo”. Solo las Fuerzas Armadas tenían capacidad para responder en horas y con medios humanos y materiales adecuados; para eso se preparan. Y la decisión era exclusiva de Sánchez y Robles. ¿A quién creer, al general o a la ministra?
El objetivo de Robles en el Senado nada tenía que ver con la respuesta a sus obligaciones como responsable de las Fuerzas Armadas durante la catástrofe nacional. Lo suyo fue una actuación teatral con fines electorales. Si la OTAN analizase el comportamiento de la ministra en el marco de la explosión de incendios en media España, recibiría un vergonzoso muy deficiente. Todos los países de la Alianza han preparado sus ejércitos para los nuevos riesgos y amenazas. En ese contexto, se creó la UME, a la que se opusieron fuerzas políticas que hoy están en el Gobierno –“militarización de la protección civil”, criticaban-, no solo Rajoy.
Las intervenciones parecían dictadas por Otegi: el Estado español no existe, es apenas una suerte de Alto Comisionado de las Naciones Unidas –“si necesitan ayuda, pídanla”-.
En sede parlamentaria, los cuatro ministros ejercieron de activistas, no como responsables ante una catástrofe nacional que desbordó las capacidades habituales para la lucha contra incendios. El de agricultura, Luis Planas, después de incumplir durante siete años la obligación legal de aprobar el Programa de Desarrollo Rural Sostenible, vital para la prevención contra incendios, se centró en pedir explicaciones. Seguían un guion conocido del sanchismo, escrito por otros. Las intervenciones parecían dictadas por Otegi: el Estado español no existe, es apenas una suerte de Alto Comisionado de las Naciones Unidas –“si necesitan ayuda, pídanla”-.
El plan al que Sánchez y el PSOE se han subordinado consiste en convertir en inviable el Estado autonómico para hacer inevitable el Estado confederal. A ese guion se atuvo Robles para no asumir su responsabilidad de despliegue inmediato de cuantos medios militares fueran necesarios para sumar a la UME. Recordarás una anécdota en pleno golpe de Estado del 1-O en Cataluña. Un policía autonómico le replicó a un bombero indepe: “la república catalana no existe, imbécil”. Hoy, tras siete años de cesiones sanchistas, podría reproducirse la escena, pero al revés: “el Estado español no existe, imbécil”.
Activistas mediáticos
En pleno estallido de los incendios, se reunieron en San Sebastián Otegi y Junqueras para, según sus declaraciones, organizar la respuesta a “la ola reaccionaria”, analizar “posibles escenarios para los próximos meses” y trabajar juntos en el objetivo de “más construcción nacional”. Traduzco: asegurarse de que continúen Sánchez y Robles. Es un error seguir la estela de los activistas mediáticos del sanchismo -los Miró, Afra, Intxaurrondo, etcétera-, que lo mismo dicen blanco -amnistía, no- que negro -amnistía, sí-, cuando lo relevante es lo que afirman los que mandan, los de los 7 votos. ¿Quién se puede tomar en serio el titular “Pacto de Estado del Clima” con Otegi dentro? ¿Es una broma?
Hoy Sánchez será entrevistado en la televisión sanchista y, como los cuatro ministros, seguirá el guion marcado por los independentistas, los que realmente mandan en la España menguante del PSOE. Inevitablemente.