- La airada protesta contra Israel empaña la imagen de Bilbao y distorsiona el amplio apoyo a la causa palestina, de la que Bildu no puede apropiarse
El abrupto final de etapa de la Vuelta en Bilbao, forzado por una multitudinaria protesta contra Israel y, por momentos, tan airada que hizo temer por la seguridad de los ciclistas, ha dejado tras de sí una lamentable imagen. Ha empañado la proyección de Euskadi y de la ciudad, que venía precedida de una acreditada capacidad para organizar grandes eventos con tirón internacional. Incluso, ha podido distorsionar la misma defensa de la causa palestina, ampliamente apoyada en Euskadi con numerosas y necesarias muestras de solidaridad hacia la población civil, masacrada injustamente en el asedio del ejército israelí en Gaza.
Pero no parece defendible enarbolar el rechazo a las matanzas, un mensaje imprescindible para rebelarse ante la crisis humanitaria en la Franja, con el empleo de comportamientos inaceptables que terminaron por reventar la carrera. Incidentes condenados con dureza por el lehendakari, la diputada general de Bizkaia y el alcalde que vulneran el debido respeto a los numerosos aficionados al ciclismo y sus deportistas, poniéndolos en peligro durante la movilización. El comprensible ardor para denunciar los ataques que sufren los gazatíes, ante la incapacidad de la comunidad internacional para detenerlos, no debería desembocar en el uso de la intimidación hacia los demás, aunque con ello se busque el mayor impacto. No jalear manifestaciones beligerantes en exceso en modo alguno significa dar la espalda al pueblo palestino, al que es preciso respaldar por dignidad humana y democrática.
La proliferación de protestas ha llevado a la organización de la Vuelta a poner el foco en el equipo Israel, al que ha abierto la puerta del abandono con el pretexto de la seguridad del pelotón. Sería una ingenuidad o, peor aún, un clamoroso error de prevención, no haber pensado antes los problemas que podría generar esta escuadra por las carreteras durante tres semanas.
Es tan delicado el debate, sobre el que planea el veto a los intereses israelíes como ocurrió con Rusia por invadir Ucrania, que hasta el lehendakari ha desconcertado al mundo empresarial al emplazar a CAF a «una reflexión ética» sobre su colaboración comercial con el país hebreo. Lo que es inadmisible es el intento de Bildu, expresado por Arnaldo Otegi, de apropiarse de la causa palestina, de plural apoyo en Euskadi. Es inevitable no plantearse el inmenso beneficio que hubiera aportado a la sociedad de haberse plantado con la misma firmeza empleada en «favor de la libertad y los derechos de los pueblos» frente a la crueldad de ETA.