Pablo Sebastián-Vozpópuli
- No habría que descartar que, tras salir de Moncloa, se integre en el lobby de Pepiño Blanco, con Zapatero, para asesorar a gobiernos como el de Maduro
La ‘normalidad’ en España, y según Pedro Sánchez, está escenificada en el gran revuelo político y jurídico al que estamos asistiendo por el empeño del Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz -imputado por el delito de ‘revelación de secretos’- en asistir y actuar con un discurso en la solemne sesión de apertura del Año Judicial que se celebra este viernes en el salón de plenos del Tribunal Supremo y que preside el Rey Felipe VI.
Lo que ha provocado la renuncia del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, a asistir al acto y toda una oleada de protestas contra Álvaro García Ortiz de asociaciones de jueces y fiscales, así como de los miembros conservadores del Consejo General del Poder General del Judicial.
Y todo ello cuando el presidente del Gobierno acaba de acusar a los jueces que investigan a su esposa Begoña y a su hermano David, de ‘hacer política’, es decir de prevaricar.
Como política ‘hizo’ el presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde Pumpido, al avalar como constitucional la Ley de Amnistía -exclusiva para golpistas catalanes en el menoscabo del todos somos iguales ante la Ley- y con la que el Presidente Pedro Sánchez ha comprado su investidura. Lo que sin duda es otro ejemplo de ‘normalidad’.
El borrado del fiscal
Mientras el ministro de Justicia, Félix Bolaños, ‘hace justicia’ con la ley que promueve para traspasar la instrucción judicial en favor de los fiscales que están sometidos al Gobierno. Como ocurre con el fiscal general a Álvaro García Ortiz, que está imputado y a la espera de la apertura de juicio una vez que el juez que instruye su caso no considera ‘normal’ el borrado que el propio fiscal hizo en sus ordenadores y teléfonos móviles para ocultar sus mensajes a medios sobre la situación procesal y fiscal de Alberto González Amador, novio de Isabel Díaz Ayuso.
Y nunca mejor dicho lo de la apertura del año judicial porque el otoño que ahora se inicia tiene un apretado calendario en los tribunales con inminentes y notorias aperturas de juicios que sentarán en el banquillo de los acusados a notorios personajes, empezando por García Ortiz. Y siguiendo, un poco más adelante por la esposa y el hermano del Presidente, Begoña Gómez y David Sánchez. Así como por los responsables de la corrupción del PSOE, de la banda del Peugot, los Ábalos, Koldo y Cerdán, este último en prisión y a la ‘fontanera’, de la guerra sucia contra la UCO, Leire Díez.
Illa le ha implorado que Junts avale la reforma judicial de Bolaños y los PGE de 2026 para que Sánchez, que pronto se entrevistará con Puigdemont, pueda seguir al frente del Gobierno
Un otoño político que acaba de empezar con el muy ‘normal’ encuentro del presidente de la Generalitat, Salvador Illa, con el delincuente y prófugo de la Justicia Carlos Puigdemont en la sede que la Comunidad catalana tiene en Bruselas, donde fue arriada la bandera española para evitar incomodar al prófugo. Al que Illa le ha implorado que Junts avale la reforma judicial de Bolaños y los PGE de 2026 para que Sánchez, que pronto se entrevistará con Puigdemont, pueda seguir al frente del Gobierno sin someterse, si no logra los PGE, a una moción de confianza en el Parlamento como ahora ocurre en Francia.
Ni indultos ni amnistía
La ‘normalidad’ española consiste en que la estabilidad del Gobierno de Sánchez dependa de partidos nacionalistas separatistas que exigen la ruptura de la unidad fiscal de España en pos de la ‘singularidad’ catalana y en la fragmentación de la caja de la Seguridad Social en el País Vasco. Y todo ello con la ayuda de tres delincuentes como son Otegui, Junqueras y Puigdemont y de la extrema izquierda con la que Sánchez prometió que nunca gobernaría. Como prometió que nunca habría indultos, ni amnistía para los golpistas catalanes.
En la creencia Sánchez de que agotará la legislatura hasta 2027 incluso sin los PGE y a riesgo de que la próxima campaña electoral coincida con los juicios de la corrupción del PSOE y del entorno familiar del Presidente.
Como ‘normal’ es que, mientras Illa abraza a Puigdemont en Bruselas, una heladería de Barcelona sea vandalizada por nacionalistas catalanes porque una empleada no sabía decir ‘helado de fresa’ en catalán. O que el asesino de ETA, Mikel Anza, pida al juez que instruye el caso del crimen de Gregorio Ordóñez que aplace su citación porque ¡está de vacaciones! Como lo están ante Bildu en el País Vasco su presidente Imanol Pradales y el líder del PNV Aitor Esteban.
Es ‘normal’ que Sánchez aparezca demacrado y tenso en su entrevista con Pepa Bueno en TVE y haya estado a la defensiva por causa de estas ‘normalidades’ que acorralan su presidencia
En estas circunstancias, en las que en el Parlamento español se suspende un Pleno porque coincide con la Diada de Cataluña (habrá que hacer igual las otras fiestas regionales) es ‘normal’ que Sánchez aparezca demacrado y tenso en su entrevista con Pepa Bueno en TVE y haya estado a la defensiva por causa de estas ‘normalidades’ que acorralan su presidencia.
Y que diga, como dijo, que él nunca insultó a la oposición, a pesar de que llamó a Rajoy ‘indecente’ en un debate electoral televisado, y que repite una y otra vez que Feijóo es amigo de narco traficantes. Sánchez podría haber dicho que él no insulta mucho a la oposición, porque que para eso tiene a su ministro Oscar Puente, el pirómano de Renfe.
Hundimiento personal
Y esto ocurre cuando un gobernante tiene que dar más explicaciones que órdenes porque depende de una banda nacionalista de delincuentes que odian a España y de una extrema izquierda que demoniza la OTAN y la UE, como es el caso de Sánchez está camino de su hundimiento personal y del PSOE como el que anuncian la mayoría de las encuestas pre electorales. Y sin, por el momento, saber Sánchez qué hará, además de disfrutar de su estatus de ex presidente, cuando las urnas lo expulsen del poder -si es es candidato en a las próximas elecciones- en un futuro que cree aún lejano y que es imparable.
Aunque no deberíamos descartar que Sánchez, una vez fuera de La Moncloa, monte una heladería en Barcelona. O que se integre en el lobby de Pepiño Blanco con José Luis Rodríguez Zapatero para asesorar a gobiernos como los de Nicolás Maduro y Xi Jinping desde la ahora deteriorada Internacional Socialista que Sánchez también preside mientras disfruta de su española ‘normalidad’.