Pablo Martínez Zarracina-El Correo

  • La fontanera del PSOE va al Senado a hablar de su libro, que llegará este mismo año a las mejores librerías

La comparecencia de Leire Díez en la comisión del ‘caso Koldo’ en el Senado duró tres horas. No hubo en ellas un minuto que no fuese inenarrable. Bastaron dos respuestas de la fontanera del PSOE -«una cosa le voy a decir» fue su lema- para sospechar que Díez tal vez no sea, como parece, una aspirante chapucera a ‘apparatchik’, sino una sofisticada arma biológica diseñada por algún servicio secreto para sembrar a su alrededor la destrucción lógica, el caos sintáctico y la radiación errónea permanente. Cierto que los senadores ayudaron mucho a que la sesión fuese un diálogo de besugos. Uno en el que todos los perciformes parecían estar quedándose sin oxígeno a la vez. Qué intercambios. Las preguntas se pretendían afiladas y al instante eran balbuceantes.

Las respuestas, en cambio, eran enrevesadas y confusísimas. De pronto, Leire Díez hablaba de sí misma en tercera persona: «esta señora». El mayor choque lo tuvo Díez con un senador del PP al que se le notaba que llevaba días viendo películas de juicios para hacer el papel del fiscal implacable. Lo malo es que, con la emoción, el hombre decía «senoe» en vez de «pesoe» y la cosa no era seria. «¡La verdad es la verdad la diga San José o su porquero!», había sentenciado antes el senador de Esquerra, que dejó esta otra frase para la historia del parlamentarismo: «¡Esto va a ser la Wikipedia de no sé qué!»

Con una facilidad innata para transformar lo turbio en chusco, Leire Díez lo negó todo en el Senado. Ella no conoce a ningún socialista relevante, entraba en Ferraz prácticamente por casualidad y no hacía gestiones subterráneas para su partido: investigaba para un libro. Así que ayer calló para proteger a sus fuentes. «¿Se considera periodista de investigación?», le preguntaron. «Sí», contestó. «¿Ha publicado alguna investigación?», insistieron. «No», respondió.

Bob Woodward suele repetir que siempre habrá periodismo de investigación y gente trabajando para desvelar lo que ocurre detrás de las noticias. Pues dicho y hecho. Leire Díez anunció ayer que ya dispone de un editor «valiente» y amenazó con que su libro termine siendo una trilogía. Otro anuncio: antes de fin de año llega a las librerías. De buena se ha librado Pérez-Reverte publicando este mes el Alatriste.

Enano soviético

El triunfo del peronismo en las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires ha sido contundente y significativo. Un año y medio después, el Gobierno de Javier Milei se deja su extrañísima mística en el conurbano bonaerense y ve cómo surge allí el liderazgo opositor de Axel Kicillof. Uno de los problemas del insulto permanente es que antes o después alguien a quien llamas «enano soviético» te saca trece puntos en unas elecciones. En los últimos meses, la ferocidad de Milei con rivales y periodistas parece haber pasado del cinismo estratégico a la pura patología. Sucede mientras la corrupción salpica a su propia hermana, alguien a quien apodan «el jefe» y forma parte del llamado «triángulo de hierro» que dirige el movimiento libertario. El estado en que queda toda esa palabrería histriónica tras la primera gran derrota podrá comprobarse el domingo en Madrid: Milei viene al ‘Viva’ de Vox. Un detalle que demuestra la originalidad sin fin de la política argentina: el domingo, tras la victoria del peronismo, la escena del balcón de la noche electoral, con sus saltos y todo, la protagonizó Cristina Kirchner en el balcón de su casa de Recoleta, donde cumple seis años de prisión domiciliaria por corrupción.