Editorial-El Correo

El batacazo sufrido por Javier Milei en las elecciones en Buenos Aires, distrito que concentra el 40% de todo el electorado de Argentina, es el primer toque de atención serio a su gestión y aviso ante un eventual cambio de ciclo en el país. A su vez, muestra un elocuente renacimiento del peronismo, que ha arrasado en las urnas bajo el liderazgo de Axel Kicillof, en su momento muy próximo a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. En apenas dos años de mandato, Milei ha experimentado en sus bases un evidente desgaste en el que a buen seguro le ha pasado factura su uso desmedido de la ‘motosierra’ en los recortes de gasto público. Pero no solo eso. El líder ultra ha protagonizado sonados escándalos desde que llegó a la Casa Rosada por sus ataques a la prensa, su papel protagonista en una inversión en criptomonedas que derivó en estafa millonaria, con miles de afectados y un desplome de la Bolsa, y los presuntos sobornos de su hermana Karina. Argentina parece buscar una alternativa, aunque apunte a un peronismo que acabó en el bochorno público y con su inspiradora, Fernández de Kirchner, aún en reclusión domiciliaria por supuesta corrupción sistémica.