Tonia Etxarri-El Correo
Lo ha vuelto a hacer. Pedro Sánchez, condicionado por su debilidad parlamentaria y cautivo de sus socios de la ultraizquierda y parte del independentismo, y con el frente judicial abierto en canal en su entorno familiar y político, ha vuelto a desviar el foco. En una comparecencia sin preguntas (la fórmula que más le gusta utilizar para evitar que algunos periodistas le pongan ante el espejo), hizo uso de su habilidad para cambiar el guion. Ni Koldo, ni Ábalos, ni el fiscal general, ni su esposa ni su hermano. Ayer tocaba hablar del boicot a Israel. Utilizó el estado emocional que está provocando el sufrimiento del pueblo palestino de Gaza, atacado por el gobierno de Netanyahu y secuestrado por Hamás como escudo humano, para anunciar algunas de las medidas que querían oír sus socios de Sumar y Podemos, que llevan un año exigiendo la ruptura de relaciones con Israel, en un contexto de negociación de los Presupuestos.
Sin citar a Hamás. Ni una mención. Esa fue su comparecencia matinal que quiso matizar en un acto posterior para defenderse de las críticas de Feijóo. Pero así fue su presentación de las medidas contra el gobierno de Netanyahu. Cero equidistancia entre Israel y el Gobierno que tiene atenazados a los palestinos. Los excesos en la respuesta de Israel a aquella barbarie del 7 de octubre del 2023, cuando Hamás mató a 1.200 israelíes y secuestró a otros 250, tienen ya muy pocos defensores. Pero el acoso del gobierno de Netanyahu a la población de Gaza es sólo la mitad de la intrahistoria.
Declarar al Gobierno de Israel como enemigo sin exigir, al mismo tiempo, a Hamás un alto el fuego y que libere a los rehenes que mantiene todavía en cautiverio, no es propio de un estadista sino de un militante. Pedro Sánchez se ha situado en un lado de esta guerra en un momento en que la ‘hamasización’ se va extendiendo en buena parte de los defensores de la causa palestina. Cuando Hamás cometió el atentado más atroz de la historia reciente, nadie avisó a los israelíes para que evacuaran. De ellos se olvidaron los defensores de la causa palestina. De ellos se volvió a olvidar, ayer, el presidente del Gobierno.
Resulta tan lacerante que se acuse al Gobierno de Israel de estar cometiendo genocidio en Gaza, cuando fue el pueblo judío el que sufrió persecución y exterminio durante la II Guerra Mundial, que ayer Pedro Sánchez se parapetó tras el informe de Naciones Unidas para utilizarlo, aunque la Unión Europea recuerda que sólo los tribunales internacionales determinarán qué es, o no, genocidio. Se corre el peligro de banalizar el concepto del Holocausto. Nada de lo que hemos aprendido de la Historia habrá servido. Pero Sánchez se colgará la medalla de la superioridad moral contra la barbarie (la de una parte solo), mientras intenta recuperar a ese millón y medio de antiguos votantes de izquierda, detectados por las encuestas, a punto de cambiar su papeleta. Si Hamás ayer volvió a aplaudir a Pedro Sánchez (también celebró el asesinato de un español en Jerusalén) ¿de verdad cree el presidente que se está ubicando en el lado correcto de la Historia?