Diego Carcedo-El Correo

  • En lo malo todo vuelve a las andas y en muchos casos, a peor

Las vacaciones se toman para descansar, pero casi siempre se regresa cansado. Durante los días de asueto, lo mismo en la paya que en la montaña, se olvidan los problemas y se sueña con la esperanza de encontrarlos resueltos a la vuelta. La realidad, sin embargo, es que esto casi nunca se cumple; al contrario, muchos se han agravado o multiplicado en todos los ámbitos. Para empezar, en el familiar y doméstico, el más sensible con la escolarización de los niños.

Los precios, animados por el derroche compartido con los visitantes, han dado un nuevo estirón, los atascos y la búsqueda de aparcamiento se están agravando y la tranquilidad de agosto también para los urbanos que no han salido de casa se ha terminado. En lo malo todo vuelve a las andas y en muchos casos, a peor. Es lo que ocurre también con la situación internacional: las guerras actuales agravadas y la tensión creada por el temor de una segunda Guerra Fría intimidando el futuro.

Tampoco la vida pública española y concretamente la política es una excepción. Estaba mal en julio y se halla peor en septiembre. La presencia de un fiscal general procesado, García Ortiz hablando en la inauguración del Año Judicial, ha revivido el bochorno colectivo que despierta su permanencia en el cargo. Mirando a Europa como principal reducto democrático, asistimos a la crisis en varios países, empezando en Francia, con dimisiones.

En España en cambio, nadie ni del Ejecutivo, con un presidente limitado por su imposibilidad de salir a la calle sin escolta, ni del Legislativo, comprado a plazos para que arbitrariamente el Gobierno pueda manejarlo a su antojo, la suerte de todo, continúa reflejando la fragilidad de una democracia que resurgió con ilusión, para en los últimos dos años venirse derrumbando a trozos. Lejos de mejorar bien puede decirse que empeoró.