- ‘La Bella Lola’ o el ‘Meu Avi’ que todos los catalanes y españoles lloramos cada vez que las oímos, por cierto, obras de un militar español, han perdido su carga emocional por un himno ‘Els Segadors’ de guerra perdida y que inunda de impotencia y tristeza las almas de quienes lo cantan
Mi querida Cataluña:
Me veo en la obligación como catalán de ya larga vida y tristemente preocupado, a escribirte esta carta que pretendo describa sucintamente el escenario en el que se ha convertido o hemos convertido nuestra tierra con el lamentable drama que función tras función se desarrolla.
Lo hago en castellano y no en catalán por dos motivos; el primero es porque también es una lengua oficial en la comunidad autónoma y el segundo es porque en castellano alcanzará a todos los ciudadanos de Cataluña, España y gran parte del mundo cuando en catalán solo alcanzaría a unas cuantas personas a las cuales ni siquiera creo les pueda interesar lo que aquí se diga.
Recuerdo en mi infancia con mis abuelos y padres pasear por el Paseo de Gracia y las Ramblas, el Turó Park, Gala Placídia, el majestuoso zoo, la vieja Sagrada Familia o el Parque Güell, combinando con viajes y excursiones por Ampurias, la Costa Brava de Dalí, Cugat, Josep María Sert, Madeleine Carrol, Truman Capote o Ava Gardner, combinado con el románico de Taüll, la elegancia de Seo de Urgel, Aigües Tortes y la Iglesia de Pont de Suert de Eduardo Torroja, así como tantos rincones de Cataluña de los que tan solo excluyo el Valle de Arán que nunca ha sido catalán ni lo será.
Estábamos entonces los catalanes orgullosos de tener lo que teníamos, Maese Mateo dejó ya su huella en el siglo XI, miles de españoles vinieron a trabajar con nosotros y hasta viviendo en cuevas naturales de las arcillas rojizas de lo que fue muchos años después el barrio de Els Mangraners en Lérida, que yo lo ví.
Ofrecíamos trabajo y hospitalidad pues había que arrimar el hombro después de una guerra cruel con las miradas limpias y claras de quién abre las manos para acoger a hermanos menos favorecidos, mientras hoy los catalanes nos miramos de reojo entre nosotros mismos y con los demás, recelamos de todo viviendo un aldeanismo temeroso y acomplejado pensando que la cultura, la sardana, la alpargata y la barretina ya no unen ni integran sino que aíslan, separan y se esconden tras las cortinas de invasores, fantasmas y ficticios alienígenas.
Aquellos indianos y favorecidos del textil con fuertes ayudas oficiales paseaban sus palmitos por el Palau de la Música, el Liceo o el Ecuestre y demás centros sociales, bastón y chistera en mano y reverencias militares hablando por supuesto en castellano por favor, mientras la gente, los catalanes de a pie hablábamos catalán normalmente en las casas, en la calle, en los despachos o en el patio del colegio.
Entonces estaba bien lo que ahora está mal, era normal lo que ahora se denuncia y se castiga despreciando acentos e idiomas porque parece hoy mentira, pero entonces éramos mucho más libres y mucho más iguales también. En su momento conseguimos pasar de la Ley a la Ley y hoy estamos pasando de la Ley al pillaje, la mediocridad y a la insignificancia social que aparea la corrupción, eso sí, en manos de unos gurús independentistas acomplejados.
El Fútbol Club Barcelona no era ni mucho menos más que un club, era nuestro club lleno de españoles, catalanes y húngaros y había que ganar al Madrid también lleno de españoles y húngaros. Era aquella Barcelona poderosa, culta y floreciente que se transformó en varias etapas y sigue viviendo de ello bajo la tutela de San Antonio Gaudí y San Juan Antonio Samaranch y que hoy periclita en una decadencia indigna por obra y gracia del aldeanismo comunista que estamos soportando en la Generalitat, Ayuntamientos e instituciones comandados por bastantes don nadie que vienen de la nada y han machacado nuestra tierra.
Destaquemos algunas elementas que descubrieron la higiene y la peluquería al llegar a Suiza u otras que jamás han conseguido entender urbanísticamente la trama del Plan Cerdá y el Ensanche de Barcelona con especial mención y bochorno a un mediocre y viejo juglar ya sin voz que hoy dirige el movimiento de liberación dirigido por supuesto por el mochuelo desde Bruselas.
Pobre de mi Cataluña que tiene que vivir así y leer esta carta.
La Bella Lola o el Meu Avi que todos los catalanes y españoles lloramos cada vez que las oímos, por cierto, obras de un militar español, han perdido su carga emocional por un himno Els Segadors de guerra perdida y que inunda de impotencia y tristeza las almas de quienes lo cantan.
Para acabar mencionar que, en mis largos años de Madrid, mis compañeros, amigos y amores se sentían orgullosos de tenerme como catalán entre ellos y hoy me preguntan qué nos ha pasado, dónde fue aquel privilegio y hoy es España la que nos mira de reojo siendo también españoles. Muy triste.
Y un final jocoso y melancólico. Yo ya no hablo jamás catalán en Cataluña, pero es un verdadero placer hablarlo en Madrid con mis amigos y/o exiliados catalanes.
Esa es la lamentable consecuencia.
Feliz 11 de Septiembre.
- Mariano Gomá es presidente del Foro España Cívica