Carlos Martínez Gorriarán-Vozpópuli
- La dictadura de Franco se negó a reconocer a Israel e inventó el exitoso camelo de “nuestra tradicional amistad con los pueblos árabes”
Israel se ha convertido en el mayor enemigo oficial de España, autoerigida por conveniencia de su sanchidad en campeona mundial de los derechos de Gaza. Pero en realidad es una escalada antisemita que va desde anunciar sanciones a Israel (viejas, las mismas de otras veces, pura propaganda para sectarios), al vergonzoso boicoteo de la Vuelta Ciclista a España por la presencia del equipo ciclista Israel-Premier Tech, ¡oficialmente invitado a participar! Emboscada ejecutada por los socios del Gobierno, pero el verdadero escándalo es que tolerada y orquestada por este. Desde 1945 Europa occidental no había soportado un gobierno tan obsesiva y públicamente antisemita como el de Sánchez.
OLVIDAR EL CERCO JUDICIAL.- A nadie se le escapa que esta locura tiene el objetivo de distraernos. De intentar hacernos olvidar el cerco judicial al círculo íntimo de Sánchez, tanto político como familiar. El fiscal general García Ortiz ha sido llamado al banquillo -el “fiscal del Gobierno” según Yolanda Díez, que el gobierno querría mantener así lo manden a prisión-, la instrucción judicial sobre Begoña Gómez y el hermano se acercan al término, avanza la investigación sobre Cerdán, Ábalos, Koldo etc., y se esperan nuevas revelaciones de la UCO.
Un panorama de pesadilla. Peor es todavía, aunque haya pasado más desapercibido, el ingreso de José Luis Rodríguez Zapatero en la lista negra del narco en los Estados Unidos; tendrá consecuencias más graves que la retirada del visado de entrada a ese país. Y para la reputación de España, es demoledor: se trata de un expresidente del gobierno español clasificado en la misma carpeta que Maduro y su Cartel de los Soles. Y sin que nuestras instituciones hayan sido capaces de investigar nada, como si los tenebrosos negocios de mediador de Zapatero y sus amigos, del exjuez Garzón al lobby de José Blanco, fueran asuntos privados de respetables caballeros.
Lo cierto es que el brutal y constante ataque contra los jueces ni ha podido ni podrá detener el lento avance de la instrucción penal. De ahí la utilización del sufrimiento de la población civil de Gaza, que conmueve a cualquiera, como un “detente bala” contra la justicia. Y añadamos la situación de las infraestructuras: desastre ferroviario, abandono de Ryanair, sistema eléctrico al borde del colapso con peligro de nuevos apagones y parálisis industrial, vivienda inaccesible para sueldos normales, fracaso de la captación e inversión de fondos europeos, y probables daños adicionales del temible desfile otoñal de danas, que comienza estos días. En Nepal, la gente ha arrasado literalmente un gobierno comunista y corrupto por menos de todo esto.
En definitiva, la ofensiva contra Israel de Pedro Sánchez, con reflexiones en voz alta sobre la pena de que España no tenga armas nucleares y portaviones como los americanos para intervenir en Gaza, es propia de un perturbado acosado por sus locuras e intentando cambiar de tema.
ODIO A LA DEMOCRACIA.- La carta antisemita tiene más fondo que el puro oportunismo. Desde la época del affaire Dreyfus, es la bandera de todos los enemigos de la democracia, a izquierda y derecha. Quizás se remonte a la receta de Marx, judío él mismo, para acabar con el “problema judío”: que el judaísmo se extinga por propia voluntad; parecida era la receta de otro ilustre judío asimilado, el premier tory Benjamin Disraeli. Pero el antisemita prefiere que el judaísmo desaparezca a la fuerza, si es preciso liquidando a los judíos incluyendo a los asimilados, como intentó el nazismo mediante un auténtico genocidio (logrando que el Estado de Israel pasara de un proyecto problemático a un refugio necesario).
El entusiasmo contra la Vuelta de los activistas de Bildu, Podemos, BNG y demás patulea demuestra que, guste o no, son antisemitas porque la existencia del judaísmo e Israel representa la democracia, verdadero objetivo a batir. Representan el pluralismo consustancial a la democracia, es decir, la convivencia de comunidades y ciudadanos iguales con creencias diferentes dentro de la misma sociedad. También Israel es una isla democrática, de cultura occidental, en un océano de autocracias y dictaduras musulmanas; las barbaridades de Netanyahu, con sus propios problemas con la justicia, no cambian este hecho esencial. Gaza solo es un fácil pretexto. Además, la política española ha sido tradicionalmente antisemita: la dictadura de Franco se negó a reconocer a Israel e inventó el exitoso camelo de “nuestra tradicional amistad con los pueblos árabes”.
En el lado contrario, ETA mantuvo estrechas relaciones con terroristas palestinos, heredadas por Bildu con el resto de su basura. Y Sánchez parece haber perdido, exasperado, el elemento político de la tríada oscura de la psicopatía peligrosa: el maquiavelismo. La demonización de Israel parece más pura desesperación que un cálculo maquiavélico incubado en su encierro en La Mareta. Si lo completamos con la búsqueda de protección en la China de Xi Jinping, el cuadro queda completo: esta es la fuga de un loco.
CON LAS AUTOCRACIAS Y EL NARCO.- La tragedia política de Gaza es que el derecho internacional ha dejado de funcionar. Demostración previa, la invasión de Ucrania: matonismo, fuerza bruta y chantaje al vulnerable son de nuevo la llave de la geopolítica. Ninguna institución internacional puede impedirlo, y la tradicional política europea de sanciones es casi una muestra de impotencia, se trate de parar la guerra en Ucrania o en Gaza. Y el populismo aislacionista de Trump impide que Estados Unidos juegue su papel tradicional de vigía y garante.
Pero seamos claros: Trump no es el origen, sino un efecto del deterioro de la democracia que le ha llevado a la Casa Blanca, como a Sánchez a la Moncloa. Y el bloqueo del derecho internacional ha permitido tanto consolidar la narcodictadura de Maduro como facilitar a Xi Jinping componer un club de autocracias enemigas de las democracias occidentales, con la asociación, de momento, de la India de Modi; y China e India suman más de un tercio de la población planetaria, con un enorme porcentaje de la economía global. ¿Qué pinta Sánchez en toda esta ebullición geopolítica? Poco, reducido como está a un hombre de aspecto lamentable y con palabras y actos de perturbado, encerrado en sus palacios como un tirano con miedo.
El intento de buscar amparo en las autocracias atacando a Israel, que acaba de atacar a Qatar y hace poco a Irán, país protector de Maduro, es la fuga geopolítica hacia el bloque de Xi Jinping que nos impone el miedo de Sánchez a la justicia. El antisemitismo es la palanca, y Gaza el pretexto.