Maria Maizkurrena-El Correo
- La fuerza mal dirigida no arregla nada. Más fácilmente puede causar estragos
Muchos grandes hombres son pequeños, y todos terminan siéndolo al final, cuando la derrota les acorta la estatura. Muchos son y han sido gente bajita. La gente bajita es peligrosa (se diría que siente con más fuerza la llamada de las alturas). Emmanuel Macron consiguió ser Júpiter encaramado en un ideal de ‘grandeur’, pero su tiempo se acaba, y el gran atasco de la política francesa tiene a Europa en vilo. No es solo que lo que allí suceda afecte a vecinos y socios, sino que refleja un choque de fuerzas repetido en cada casa con peculiaridades y algún color local. Javier Milei, campeón de la libertad (económica), se ofreció a los argentinos como el gran hombre que necesitaban y los argentinos aceptaron la oferta, ya que no había otra (no había otro). Que midiera poco más de metro setenta no les pareció relevante. Eso, al fin y al cabo, no determina la grandeza de un hombre (o de una mujer).
Pero debe de tener alguna importancia, pues alguien se ha ocupado de que en Internet, si preguntas por la estatura del presidente argentino, el resultado probable sea 1,78 metros. Se lo he preguntado directamente a Copilot, que es el Chat GPT de andar por casa, y eso me ha dicho. Cuando he protestado, me ha respondido: «¡Jajaja, te entiendo! A veces la percepción pública de una persona -especialmente alguien tan mediático como Javier Milei- puede hacer que su estatura parezca diferente. Entre el estilo de comunicación explosivo, los gestos teatrales y su energía desbordante, uno podría imaginarlo más pequeño o más grande de lo que realmente es».
Diga lo que diga Copilot, Macron, que no se dedica a aumentar las cifras de su estatura (o eso creo) mide como 1,73 (lo mismo que Keir Starmer). Y ¡oh casualidad!, en todas las fotos donde Macron y Milei aparecen juntos se les ve aproximadamente iguales. Ahora Milei, que ya vio su reputación dañada por aquel ridículo y mísero escándalo de las criptomonedas, vive horas bajas.
Vladímir Putin está a la altura de todos ellos en lo físico, pero él no necesita ser alto para infundir temor. Su derrota final será la del tiempo, salvo imprevistos. En los países democráticos (así llamados, aunque las democracias del mundo sean tan imperfectas) los líderes que suben al poder para arreglarlo todo son expulsados del poder cuando no arreglan nada. Milei, según parece, se ha aliado con la corrupción que iba a combatir, y los bonaerenses han decidido votar al original en vez de a la copia.
En cuanto a Trump, que mide 1,90, sabemos que su pequeñez es otra. Ni su altura moral ni su mérito intelectual fueron los factores que convencieron a los votantes. Fue la promesa de la fuerza, pero la fuerza mal dirigida no arregla nada. Más fácilmente puede causar estragos.