Editorial-El Correo
- La pérdida de influencia de Trump por su errática política internacional y la falta de reflejos de la UE dan alas a Rusia para intimidar a Occidente
La operación ‘Centinela del Este’ desplegada por la OTAN tras la incursión de drones rusos en Polonia es la primera respuesta coordinada de los socios de la Alianza Atlántica por la vía militar a los intentos de Vladímir Putin de «amedrentar» al resto de Europa. Pero también supone una triste constatación después de tres años de invasión rusa en Ucrania: el fracaso de los esfuerzos de la diplomacia para poner fin a las hostilidades abiertas por Putin y poder garantizar así un espacio de seguridad en territorio ucraniano que permita contener también la amenaza sobre la UE.
Es muy significativo el baldío resultado obtenido hasta ahora por Donald Trump en su declarado reto de forzar una ‘paz exprés’ en la ronda de conversaciones promovida por separado con el autócrata ruso y con Volodímir Zelenski. Trump desgastó la autoridad de Zelenski con su ninguneo inicial. Después, se fue de Alaska sin visos de acuerdo pese a la «productiva» cita con Putin, que al cabo de un mes ha roto todos los límites para asomarse a la UE y la OTAN con su escaramuza sobre el espacio aéreo polaco.
El líder ruso, recientemente ‘rearmado’ en la escena internacional por sus homólogos chino e indio, ha puesto a prueba a Europa, que se mantiene en máxima alerta ante las anunciadas maniobras militares del Kremlin y Bielorrusia. Y, además, parece tenerle tomada la medida a Trump, cuya capacidad de influencia ha experimentado una considerable merma.
Posiblemente, la errática política exterior del presidente de Estados Unidos le ha pasado factura, distraído en guerras comerciales que han comenzado a erosionar la economía de su propio país y en múltiples frentes abiertos desde su regreso a la Casa Blanca. Su acción más directa y contundente hasta la fecha fue el bombardeo de las instalaciones nucleares subterráneas de Irán, en un ataque que sobrecogió al mundo por sus eventuales repercusiones y cuya eficacia destructiva está aún por ver.
A la pérdida de influencia de Trump se une la falta de reflejos de la UE para explicar el renovado potencial de intimidación Putin a Occidente, cuando su hostigamiento en Ucrania daba señales de cierto agotamiento. Europa se ha visto obligada a reaccionar al derribar los drones rusos que entraban en su ‘casa’. Lo hace ahora con una concentración militar sin precedentes tras la Guerra Fría en la que también participa España. Estar en guardia demuestra su capacidad de disuasión, pero el pulso revela que la paz se aleja.