- Pero presentarse vertiendo acusaciones de genocidio sobre Israel es particularmente abyecto. Digan lo que digan Sánchez y Bardem, los únicos actos genocidas en esta guerra los cometió Hamás un 7 de octubre. El concepto de genocidio se da de patadas con una guerra defensiva donde sacrificas soldados
Javier Bardem vuelve a aparecer con sus consignas militantes y, con la misma pericia actoral que suele desplegar al bordar sus personajes, se inflama, se indigna, se contiene, posa como ejemplo de valor, entereza y ejemplaridad. Que su posición coincida con la de la ONU, Sánchez y los basurientos medios convencionales españoles no le frena. Hombre, tío, poca heroicidad hay en coincidir con el establishment. La interpretación del papel de férreo activista ante cámaras y micrófonos, mantelito al cuello, es puro marketing.
Da un poco de pena lo idiotas que llegamos a ser al conferir alguna autoridad moral o intelectual a alguien por ser actor. Un gran actor, en este caso. Su colega de profesión, el comediante Ricky Gervais, estuvo certero en su discurso de apertura de los Golden Globes, hace cinco años, soltándoles en la cara a lo más granado de la profesión: «Si esta noche ganáis un premio, no lo uséis como plataforma para dar un discurso político. No estáis en posición de aleccionar al público acerca de nada. No sabéis nada sobre el mundo real. La mayoría de vosotros fue menos tiempo al colegio que Greta Thumberg». Búsquenlo en la red. Difícilmente verán a las grandes estrellas esbozar sonrisas más incómodas.
Javier Bardem encaja como anillo al dedo en el retrato de Gervais. Sin ideas, con consignas, aprovecha una y otra vez su popularidad para aleccionarnos moralmente. Pero esta insistencia, por asquerosita que sea la causa (como acusar de genocidio a Israel), encuentra su sentido a la hora de construir al personaje. Actores y músicos tienen a su alcance el convertirse en autoridades morales para el común de los mortales. Basta con que carezcan de escrúpulos. Pueden invertir los términos de asuntos sobre los que todo desconocen. Bardem no ha dejado de aprovechar su popularidad como plataforma para endilgarnos mensajitos políticos. No creo en la teoría según la cual a esos tipos les remuerde la conciencia por haberse forrado y lo compensan sobreactuando como buenistas valerosos. Creo que le encanta ser rico. Lo normal. Subiendo de nivel, nótese que en la izquierda están los milmillonarios. Mira a Soros, a Gates, a casi todos los magnates tecnológicos.
Pero presentarse vertiendo acusaciones de genocidio sobre Israel es particularmente abyecto. Digan lo que digan Sánchez y Bardem, los únicos actos genocidas en esta guerra los cometió Hamás un 7 de octubre. El concepto de genocidio se da de patadas con una guerra defensiva donde sacrificas soldados y que terminaría con la entrega de rehenes. Un genocidio se haría desde el aire, y no se lanzarían octavillas informando del objetivo y la hora, ni se enviarían millones de mensajes de texto para advertir a la población civil. Estas cosas no te las contará RTVE. En EE.UU. distinguen mejor a los judeófobos. Por mi parte, tengo a Bardem, pues así lo quiere, por un activista woke. Ya no distingo al actor, solo al pesado indocumentado. Con lo que no veo una peli suya ni que me paguen.