Pablo Sebastián-Vozpópuli

  • El líder del PP tiene que tomar la iniciativa y bajarse del cajón de don Tancredo

En su justificación sobre el uso de la violencia que liquidó la etapa final de La Vuelta ciclista a España y el posterior abandono del festival de eurovisión, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y sus aliados de extrema izquierda, han eludido mencionar a los rehenes de Hamas y el hecho fundamental de que la guerra de Gaza se inició con el criminal ataque terrorista de Hamas contra pacíficos ciudadanos israelíes.

Donde -el 7 de octubre se cumplirán tres años- murieron en un solo día más de 1.200 personas (con violaciones y degüellos incluidos) y otras 300 fueron capturadas y convertidas en rehenes, de los que todavía quedan más de 50 bajo tortura de los carceleros de Hamás. Rehenes cuya liberación no ha sido exigida por Sánchez, a sus ‘amigos’ de Hamas que tanto lo elogian, en sus últimas y bochornosas soflamas. En las que ha comparado el bloqueo deportivo Israel con el impuesto a Rusia. Mas ocultando Sánchez que su gobierno sigue comprando gas licuado a Vladimir Putin por valor de más de 5.000 millones de euros anuales, que Rusia utiliza para financiar su guerra ilegal y criminal contra Ucrania.

Quien sí subrayó la responsabilidad inicial de Hamas en la guerra de Gaza fue el Rey Felipe VI en el discurso que sobre esta crisis pronunció durante su viaje a Egipto diciendo: «Este conflicto desencadenado por el brutal ataque terrorista a Israel, hace ya unos años, ha provocado una tormenta con innumerables víctimas, ha extendido demasiado sus sombras y ha degenerado en una grave crisis con innumerables víctimas y una crisis humanitaria insoportable, el sufrimiento de miles de inocentes y la total devastación de Gaza». En una clara alusión del monarca a la virulenta respuesta de Benjamin Netanyahu al ataque de Hamas a lo que, por fin, se ha sumado el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo hablando de ‘masacre’.

Zapatero y Puigdemont

Pero Sánchez vive al día y se envuelve en la bandera palestina para seguir en el poder -‘sería capaz de pactar con Netanyahu’, le dijo Feijóo- y para tapar sus crecientes casos de corrupción política y familiar que están en los juzgados y pendientes de anunciadas aperturas de sus juicios orales en un futuro inmediato.

En el que el PP, que lidera Feijóo, debería presentar -no nos vamos a cansar de insistir en ello- una moción de censura en contra del presidente del Gobierno, como la que ‘los populares’ debieron haber presentado en el Congreso de los Diputados el día siguiente del anuncio de la apertura de juicio oral contra el Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz. Juicio que se iniciará muy probablemente en el mes de noviembre en el Tribunal Supremo y puede que en coincidencia con la apertura de juicios de otras causas de la corrupción, política y familiar, del sanchismo.

Una moción de censura de Feijóo contra Sánchez donde debería intervenir, en una primera la parte de presentación del inventario de los desafueros de Sánchez -como hizo en su día Ábalos en la censura de Sánchez contra Rajoy- la más brillante e implacable diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo. Feijóo se encargaría luego de abordar su programa de Gobierno y del cierre de un debate en el que dispondrá de todo el tiempo que necesite.

Una censura que obligaría a Sánchez a viajar con urgencia a Bruselas, o a Ginebra, para entrevistarse con el prófugo Carles Puigdemont. Y a Salvador Illa, apremiado por ERC, a exigirle a la vicepresidenta María Jesús Montero para Cataluña la inmediata ‘financiación singular’. Y todo ello a grandes velocidades y con sus socios de gobierno haciendo sonar el cazo de sus exigencias en las puertas de La Moncloa. Ahí incluidos el pedigüeño PNV que quiere la competencia de Seguridad Social. Mientras en Sumar, a palos con PodemosYolanda Díaz continúa rumiando su notorio fracaso en su pretendida reducción de la jornada laboral, que hundió Junst en justo pago por la humillante visita que la vicepresidenta le hizo al prófugo en Waterloo.

El imparable ascenso de Vox

Pero todo apunta a que Feijóo le tiene ‘miedo parlamentario’ a Sánchez y no quiere por nada del mundo sufrir una derrota en la votación, por más que él ganaría el debate ante una inmensa mayoría de la ciudadanía española. Aunque puede que, finalmente, Feijóo se decida a subir al trampolín de los  diez metros de altura para saltar e impulsar la moción de censura por causa del estupor que están causando en el PP el ascenso imparable de Vox en las últimas encuestas electorales.

Como el reciente sondeo de GAD3 que sitúa Vox en el 17,9 % de intención de voto con 61 diputados (y camino del 20 %), mientras el PP se queda en el 32 % con 137 diputados y el PSOE en el 26,9% con 107 escaños. Lo que, en caso de adelanto electoral, le garantizaría a Santiago Abascal (como en su día a Pablo Iglesias con Pedro Sánchez) llegar a las vicepresidencia primera de un futuro Gobierno conservador presidido por Feijóo.

Salvo que el PSOE salte por los aires al hundirse en las elecciones y en ese caso y, una vez apartado Sánchez de su liderazgo, Feijóo pueda establecer las bases de una ‘gran coalición’ PP-PSOE a la española. Si al frente de la dirección socialista de Ferraz se instala un político como Eduardo Madina o Emiliano García Page, una vez que la guardia pretoriana de Sánchez haya salido en estampida de la sede socialista de Madrid. Por supuesto, tras la censura y aunque se pierda la votación pero se gane el debate ante la ciudadanía, el PP debe activar las elecciones autonómicas en Andalucía, Castilla León y Madrid.

Que debería adelantar en el Sur Juanma Moreno en el mismo momento que la vicepresidenta María Jesús Montero active, apremiada por Illa y Junqueras, la ‘financiación singular’ de Cataluña. Feijóo tiene que tomar la iniciativa y bajarse del cajón de don Tancredo a ver si, asumiendo la iniciativa política con la moción de censura, al menos ofrece a todos el espectáculo de ver corriendo, desesperados y amenazantes a los socios de Pedro Sánchez, mientras el presidente se pone de rodillas ante el prófugo Puigdemont.