- Escuché, incrédulo, tras el frustrado final de la vuelta ciclista, una declaración de Martín atacando a Ayuso y a Almeida, y coincidiendo con las manadas violentas, perfectamente organizadas, considerándolas el pueblo de Madrid. Qué cosas. Pero si el adversario yerra no le distraiga
Francisco Martín es delegado del Gobierno en Madrid. Tuvo su momento estelar cuando, refiriéndose a ERC y a Bildu, dijo: «Han hecho más por los españoles y por España que lo que han hecho todos los patrioteros de pulsera». Lo negaron, pero su intervención en Nueva Economía Fórum está grabada. Señaló referirse a que colaboraron salvando vidas durante la pandemia. Manda huevos, diría Trillo. Los amigos etarras de Bildu podían haber salvado vidas mucho antes; su cuenta suma 853 asesinados.
Ninguno de los delegados del Gobierno que conocí asumió la desmesurada entrega partidista del actual. Siendo presidente de la Asamblea de Madrid mantuve una excelente relación con la entonces delegada Pilar Lledó, una mujer extraordinaria, una izquierdista de verdad que venía del maoísmo y del movimiento vecinal, pero diferenciaba sus ideas políticas de sus responsabilidades institucionales; exigencia del cargo. También procuré hacerlo siempre. Martín parece calcado de Sánchez. Espejo, espejito. Le recuerdo aquella frase de Lincoln: «Si tuviera dos caras. ¿Estaría usando ésta?». Por responsabilidad estatal y gubernamental debería suponerse que no.
El caso de Martín, ingeniero de Montes, es significativo. No conozco su veteranía en el PSOE, pero su actividad política tendrá poco que ver con la de su antecesora que he citado; ella con muchos años de calle, no de despacho. Martín se movilizó buscando financiación para la campaña de Sánchez en las primarias de 2017, tuvo cargos en Ferraz, entre ellos director de administración y finanzas, pasó por una asesoría parlamentaria, y obtuvo en Moncloa sucesivos nombramientos hasta ser secretario general de la Presidencia. Su experiencia no directamente política se desarrolló principalmente en la empresa pública Tragsa. Actualmente es secretario de estrategia y acción electoral de la Comisión Ejecutiva Regional del PSOE de Madrid, su jefe es Óscar López, y secretario de la Fundación Pablo Iglesias.
Al delegado le mueven más sus variados compromisos partidistas que su responsabilidad institucional. Supongo que habrá meditado sobre la desactivación de la Policía ante la movilización violenta al final de la vuelta ciclista. Allí había familias con niños que iban a un acontecimiento deportivo y vivieron una situación peligrosa y muchos fueron insultados. Aunque las declaraciones de Martín lo eludieron, los policías sostienen, desde sus asociaciones, que se suprimieron los motoristas, y ellos recibieron indicaciones de no ser contundentes contra la kale borroka trasladada a Madrid. Esta gente hace poco no sabía distinguir una bandera palestina. Hubo 22 policías heridos. Y Martín, cínico, se permitió felicitarles «por su dignidad». ¿Y la suya? Actuó como un bombero pirómano.
El delegado sólo buscó agradar a Sánchez, cuya intervención en su mitin en Málaga, entre los suyos, fue vergonzosa. Proclamó su gratitud a los violentos. Pero no puede salir a la calle. Las decisiones lamentables de Sánchez han desprestigiado a España. Se ve que Martín no habla con las embajadas en Madrid. Y como confíe en el olfato de Albares va listo. Detrás de la búsqueda del barullo estaba el deseo de alejar la corrupción como tema de interés principal. Martín está imputado en la causa de Begoña Gómez por la contratación de Cristina Álvarez como asesora de Moncloa, y estos ejercicios de distracción tampoco le vienen mal.
Escuché, incrédulo, tras el frustrado final de la vuelta ciclista, una declaración de Martín atacando a Ayuso y a Almeida, y coincidiendo con las manadas violentas, perfectamente organizadas, considerándolas el pueblo de Madrid. Qué cosas. Pero si el adversario yerra no le distraigas. Permitió ayer una concentración en Alcalá de Henares coincidiendo con un acto al que acudía Ayuso. La manifestación fracasó y fueron más quienes la aplaudieron. Lo siento, Martín. Ya había prohibido protestas ante centros de menas, uno de ellos tras la violación de una joven por un maliense. Según el delegado se temía «la alteración del orden público y la posibilidad de incurrir en un delito de odio». ¿Y en la movilización del domingo y en la permitida ayer no se temió lo mismo?
Acaso Martín sea delegado para enfrentarse a Ayuso, misión vicaria del jefe. Pero atendiendo al amplio victimario de nuestra dama de hierro, le traslado aquello de Mark Kollie: «Vaya, eres un auténtico gilipollas. Traes una navaja a un tiroteo». Martín tira al monte, que es lo suyo.