Carlos de Urquijo-El Debate
  • Ese marco ético de Pradales le permite reunirse, sin escrúpulo alguno, con el brazo político de una banda terrorista, pero le impide hacerlo con un partido presidido por un antiguo perseguido de esa banda, en el que además milita el protagonista del secuestro más largo de ETA

El Parlamento Vasco, como otras cámaras regionales, ha celebrado este mes su pleno de política general. En esta sesión el presidente del Ejecutivo expone sus líneas de actuación para el nuevo curso y la oposición plantea sus alternativas, sobre el papel todo muy correcto, así que nada que objetar. Lo novedoso del caso vasco ha venido dado porque un par de semanas antes de su celebración, el lehendakari convocó una ronda de contactos con los partidos representados en el Parlamento, pero no con todos.

El objeto de estos encuentros según palabras del propio Pradales era el siguiente: «Análisis del escenario político vasco y estatal; previsiones socioeconómicas y presupuestarias; y autogobierno vasco» todo ello con el objetivo de «preservar la estabilidad con la que contamos en Euskadi». Al margen de los lugares comunes de la convocatoria, y aquí viene la objeción, lo extraordinario es que a estas reuniones han sido invitados todos los partidos con representación parlamentaria salvo Vox que, aunque modesta, también la tiene.

¿Por qué ha excluido el lehendakari Pradales, o lo que es lo mismo el PNV, a Vox de la ronda de contactos? Pues según sus palabras «por ser un partido que no reconoce el autogobierno ni comparte su marco ético». Esta justificación merece algún comentario, el primero conocer cuáles son los límites de ese marco ético de Pradales que le permite reunirse, sin escrúpulo alguno, con el brazo político de una banda terrorista, pero le impide hacerlo con un partido presidido por un antiguo perseguido de esa banda, en el que además milita el protagonista del secuestro más largo de ETA.

Esta inhabilitación de Vox resulta también sorprendente cuando, tras los ataques sufridos por algunos ertzainas en las fiestas del verano, Arnaldo Otegi ha aconsejado a la Ertzaintza «tratar bien a la gente para ganar autoridad». La respuesta del PNV a estas declaraciones, en esta ocasión a través de su presidente en Vizcaya, ha sido reprochar a Bildu «que no cumpla los mínimos éticos para una vida en común». ¿En qué quedamos? ¿Comparte o no comparte el PNV un marco ético con Bildu? ¡Vaya si lo comparten! basta con repasar el texto compartido y aprobado por ambas formaciones en 2018 para un nuevo estatuto. Aquel proyecto, aprobado en ponencia, definía en su preámbulo al pueblo vasco como nación, reclamaba la bilateralidad con el Estado y exigía el derecho a decidir.

Así pues, el argumento de no compartir un marco ético con Vox para expulsarles de la ronda de contactos, salta por los aires cuando no se tiene empacho alguno en invitar a construir país a quienes, como poco, jalearon y aplaudieron el asesinato, el secuestro y la extorsión. Una vez más al PNV se le ve el plumero. Ningunear a Vox les sale gratis, pero aislar a los principales responsables del deterioro ético y moral de la sociedad vasca, además de generarle incomodidad social, le supone un coste electoral. Estos comportamientos evidencian algo que ya sabíamos, para el PNV el miedo a perder el poder es muy superior a cualquier marco ético por mínimo que sea. Continúan avanzando en su «marxismo» de Groucho, estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros.

  • Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco