Ignacio Camacho-ABC

  • Sánchez ha encontrado en la causa palestina un contexto ventajoso. Pero sólo le servirá si convoca elecciones pronto

Salvo que el Gobierno convoque elecciones pronto, va a resultar difícil que Gaza se convierta en motivo de decisión de voto. Por ahora Sánchez ha encontrado en la causa palestina un contexto cómodo: sintoniza con una mayoría de población horrorizada ante la masacre, evita asuntos internos bastante escabrosos y, sobre todo, asume un papel internacional –’faro de la izquierda’, se proclamó ayer con humildad franciscana– que le permite blasonar de líder histórico. Hacía tiempo que no lograba dominar la conversación pública ni crear un marco político ventajoso; había salido del verano con visibles síntomas físicos y psíquicos de deterioro y de repente se le ve crecido, engallado, eufórico. Le ha cambiado el tono.

Sin embargo, en esta política de alta volatilidad, a la que él tanto ha contribuido, las polémicas más candentes decaen con la misma facilidad con que empiezan. Si hay algo que ni la eficaz propaganda sanchista ha conseguido es mantener mucho tiempo un asunto en la agenda. La mutabilidad es una característica esencial de la sociedad posmoderna, que consume información de un modo compulsivo y necesita continuas emociones nuevas porque se cansa rápido de cualquier materia. La opinión pública pasa con facilidad de la agitación a la indiferencia. Y aunque Netanyahu sea muy capaz de cometer atrocidades aún más truculentas, es probable que llegue un momento en que la táctica de monopolizar la tragedia gazatí se pase de vueltas.

En cualquier caso, lo que hoy funciona mañana puede dejar de hacerlo. Es cierto que un apreciable sector de la izquierda española ha recuperado parte de la confianza perdida en el mortecino liderazgo de Pedro, a quien sin duda han servido los consejos veraniegos de Zapatero, autor intelectual de este arreón estratégico. Pero habrá que ver cuánto duran los réditos del ‘ge-no-ci-dio’ –dígase así, con silabeo–, los discursos en la ONU y los movimientos diplomáticos en el ámbito europeo cuando la OCU saque otro informe de mordidas y putiferios o los jueces dicten contra Begoña, Ábalos o el ‘hermanísimo’ los inminentes autos de procesamiento. Ahí va a estar complicado situarse en el ‘lado correcto’.

Toda esta agitación, tan parecida al «ansia infinita de pazzzzzzz» zapaterista, sólo tiene sentido lógico en una atmósfera electoral inminente más allá de las próximas citas fijas en Castilla y León o Andalucía. En los comicios autonómicos, por mucho que se empeñe una María Jesús Montero enardecida, cuentan poco las grandes cuestiones geopolíticas. Si las próximas encuestas confirmar el barruntado repunte socialista será inevitable pensar que los cálculos del laboratorio monclovita se dirijan a la oportunidad de aprovechar la reactivación anímica para lanzar la apuesta decisiva. Y poner sobre la mesa el comodín palestino antes de que la justicia levante el tapete y eche por tierra todo lo que haya encima.