Tonia Etxarri-El Correo
Los mandatarios de los Estados que participan en la asamblea de la ONU y que han ido apuntándose al reconocimiento de un Estado palestino insisten, en su mayoría, en desvincularse de la victoria del relato que están ganando los terroristas de Hamás. La propuesta no es una recompensa para este grupo, insisten para sacudirse la responsabilidad de estar haciendo el juego a quienes no buscan una convivencia sino un sometimiento y la destrucción de Israel. En el fondo, todos saben, desde Reino Unido hasta Australia, que mientras Hamás controle Gaza no habrá paz. Es una conclusión a la que llegó hace tiempo el propio Mahmoud Abbas, primer ministro de la Autoridad Palestina, cuyo partido fue expulsado por la fuerza de la Franja de Gaza cuando los terroristas accedieron al poder. Por eso lleva meses exigiendo a Hamás que libere a los rehenes israelíes que obran en su poder desde hace dos años, acusándolos de ser los responsables de la continuación de la guerra en Gaza.
Pero la ola de antisemitismo que se está extendiendo por el planeta y que está siendo aprovechada y fomentada por el presidente del Gobierno de España está aislando a Netanyahu en la opinión internacional, protegido por EEUU. La beligerancia contra Israel circula sin que, en muchos casos, se haya visto compensada con el rechazo a Hamás y su emplazamiento a que cese su histórico acoso a la sociedad civil israelí. Cada vez que un Estado democrático pide el reconocimiento del Estado palestino sin exigirles a ellos que liberen a los rehenes y se disuelvan, se cuelgan otra medalla. Las matanzas del 7 de octubre de 2023 están logrando su objetivo.
No hay que olvidar que Hamás provocó la masacre contra la sociedad civil israelí hace dos años justo cuando Tel Aviv estaba a punto de firmar un acuerdo con Arabia Saudí que suponía una incorporación a los Acuerdos de Abraham de 2020 en el que se explicitaba un reconocimiento político de Israel. Y Hamás dio una patada en el avispero.
En España, la tentación de un uso partidario de la causa palestina se ha proyectado en muchas intervenciones de la ultra izquierda que se están viendo fagocitados por el propio presidente, que ha tenido la habilidad de ponerse a la cabeza del sentimiento antisemita que traspasa la brecha entre izquierda y derecha. La mayoría de la opinión pública española es propalestina. Cuando se produjo la matanza de Hamás, hubo ministros del Gobierno que no quisieron condenarla. Estos son los hechos. Pero la propaganda va por otro lado. ¿Denunciar la violencia? Depende de quién la practique.
¿Qué es genocidio?, pregunta Sánchez a Feijóo clavándole la pupila al menor descuido, cuando al PP se le ve, con la excepción de Isabel Díaz Ayuso, dubitativo y arrastrando los pies en este debate. Casi todos los demás entran al trapo con tanto atrevimiento como ignorancia en el ‘macguffin’ del presidente. Implacables con Netanyahu y su ley del Talión en Gaza; pasando de puntillas por las atrocidades de Hamás.
Estos días , en la ONU, se debatirá sobre Gaza aunque todos saben que será la Corte Penal Internacional quién deberá decidir si se está cometiendo genocidio.