Ramón Pérez-Maura-El Debate
  • El escándalo del entorno de Sánchez tiene repercusiones internacionales. Él intenta venderse como el líder mundial contra Trump y en favor de Gaza. Puede que en alguna entrevista internacional le pregunten sobre Gaza, pero en ninguna van a dejar de preguntarle sobre la «merde» que desborda su Gobierno

Creo que la noticia más indicadora del día de ayer no fue que Begoña Sánchez se vaya a sentar en el banquillo. Siendo muy reveladora, creo que hubo otra que lo es más. Que unas horas después de que se anunciara que su hermano se va a sentar también el banquillo y quizá teniendo la información privilegiada de que a su mujer le venía el mismo paquete, Sánchez renunciara a sendas entrevistas en las cadenas de televisión norteamericanas Bloomberg y CNN.

Sánchez había pedido esas entrevistas para hablar de Gaza y era un tema de interés para ambas cadenas. Pero, a diferencia de lo que ocurriría en el Equipo Nacional de Opinión Sincronizada, era imposible evitar que se le preguntara por la noticia de última hora. Ni siquiera orientar las preguntas. Y ése es el verdadero principio del fin. Hubo un tiempo en que Sánchez creía que después de sus años de desgobierno en España tenía un mañana glorioso en las instituciones internacionales. Ahora ya sabe que no. La OTAN es imposible para quien se niega a cumplir con los gastos de defensa. La Unión Europea también lo es para quien representaría a un Partido Socialista Europeo que está en absoluta minoría frente al Partido Popular Europeo. Hace ya tiempo que esas ambiciones se empezaron a desdibujar. Y en las Naciones Unidas dudo que pueda aspirar a una vicesecretaría de medio pelo. Ya solo puede pretender tratar con dictadores como hace su colega Rodríguez Zapatero. Y los más importantes ya están en la cartera de clientes de su predecesor.

Ayer vimos muy nerviosos a los ministros, tanto los del PSOE como los de Sumar. Salían del Congreso arremetiendo contra la Justicia como hacen los totalitarios. Tienen tres grandes causas ante los tribunales. Tres personalidades que se van a sentar en el banquillo de los acusados. Con que sólo uno de ellos salga condenado, sería inédito que Sánchez continúe en la Moncloa. Como sin duda pretende hacer. Al fiscal general García Ortiz lo nombró él. A su hermano se le creó un puesto por ser el hermano del secretario general del PSOE -todavía no era presidente del Gobierno. Y cuando Sánchez llegó a la Moncloa, se le permitió flagrantemente cobrar sin trabajar. Algo que no se permite a nadie en un estado de derecho. Por lo menos a mí no. Y supongo que a ninguno de los lectores de esta columna. Y en el caso de su mujer, porque se le creó una cátedra por ser la mujer de su marido y se le dieron las condiciones para hacer dinero desde la Presidencia del Gobierno por las mismas razones.

Ahora ya el escándalo del entorno de Sánchez tiene repercusiones internacionales. Él intenta venderse como el líder mundial contra Trump y en favor de Gaza. Puede que en alguna entrevista televisiva internacional le pregunten sobre Gaza, pero en ninguna van a dejar de preguntarle sobre la merde que desborda su Gobierno. Algo que ha generado él mismo y de lo que ya no puede culpar a nadie. La amoralidad de Sánchez es infinita.