Tonia Etxarri-El Correo

En ausencia de Pedro Sánchez del debate en el Congreso y con Feijóo de convidado de piedra en el hemiciclo por voluntad propia, se produjo ayer el estallido más rotundo sobre los cimientos de La Moncloa cuando se supo que el juez Peinado había comunicado a la esposa del presidente que un jurado popular será quien decida si cometió, o no, delito de malversación.

Más citas judiciales ‘on fire’ en el entorno del presidente. En cuestión de 24 horas, la Audiencia Provincial de Badajoz ha enviado al banquillo al hermano David Sánchez y al líder del PSOE de Extremadura mientras el juez Peinado ha dado una vuelta de tuerca a la instrucción de Begoña Gómez, a su exasesora y al actual delegado del Gobierno en Madrid. La noticia pilló al Gobierno intentando asimilar el fracaso de la última votación sobre inmigración en la que Podemos y dos de Sumar se unieron al voto negativo de la oposición. La reprobación de la ministra de Igualdad por el fracaso de las pulseras antimaltrato vendría después.

Prietas las filas. No hay nada. No hay caso. Ponen las manos en el fuego por los suyos y esta hoguera la están incendiando algunos jueces que hacen política, ‘lawfare’ al servicio de intereses ocultos. Eso sostiene el Ejecutivo. Vamos, lo que viene defendiendo el prófugo Puigdemont desde que sus ensoñaciones independentistas toparon con el Estado de Derecho. La Justicia, qué incordio. Un tribunal imparcial pondrá las cosas en su sitio, protestaba el ministro Bolaños obviando que la Audiencia Provincial de Madrid había avalado la imputación de Begoña Gómez y de su exasesora, que no son aforadas, mientras La Moncloa se muestra persuadida de que el juez Peinado busca la humillación pública de la esposa del presidente. Lo cierto es que citar a los acusados un sábado por la tarde no ayuda a mantener la apariencia de ausencia de intención que debería acompañar al instructor.

Y así hasta el día del juicio final. ¿Su único delito, el del hermano y el de la esposa, es ser familia del presidente del Gobierno, como dicen los ministros o por ser familiares se aprovecharon de su circunstancia?

El caso es que Pedro Sánchez está atravesando un oscuro trance que ni miles de banderas palestinas pueden tapar. Los expertos en materia jurídica tiraban por tierra la teoría gubernamental sobre las intenciones del juez Peinado al matizar que el instructor no ha ‘decidido’ llevar a Begoña Gómez ante un jurado popular. No es su capricho. No tiene otra opción. El delito tipificado en el Código Penal como malversación de fondos públicos requiere ser visto por un jurado popular: sí o sí.

Como Pedro Sánchez ayer seguía en Nueva York, Feijóo se abstuvo de intervenir en la tribuna parlamentaria, como suele hacer cada vez que el presidente hace mutis por el foro en el hemiciclo. Pero encendió la alarma en las redes y en comparecencia ante los medios sobre la victimización del Gobierno alimentando la teoría de la persecución judicial. ¿Por qué los socios siguen sosteniendo a Pedro Sánchez?, clamaba Feijóo. Es una pregunta retórica. Sabe que, sin Presupuestos y sin socios, Sánchez está dispuesto a seguir.