Miquel Giménez-Vozpópuli

  • Expliquen ustedes a cualquier ciudadano europeo o norteamericano que tenemos un presidente que carece de mayoría para gobernar

O, lo que es lo mismo, España no es un país normal si lo comparamos con nuestros vecinos. Cierto es que Europa no está viviendo su mejor momento y, salvo excepciones como la Italia de Meloni, los gobernantes de trajes caros y cerebros baratos no saben solucionar la crisis a la que se enfrenta Occidente en la actualidad. La mediocridad es total y la falta de energía es absoluta. La UE es un puerto de arrebatacapas que sólo ha servido para consolidar los intereses de algunas poderosas corporaciones, generar una burocracia digna de El Castillo de Kafka y permitir que monstruos como Von der Layen campen a sus anchas ejerciendo una dictadura personal y arrogándose el nombre de una Europa que ya no existe.

Pero en ningún otro sitio como nuestro país se ejemplifica la podredumbre del sistema entreguista y partitocrático que ha hundido nuestra civilización. Sólo aquí un presidente puede seguir siéndolo teniendo a su esposa, su hermano, su mano derecha, sus ex manos derechas y su fiscal general del estado esperando sentarse en el banquillo o en la cárcel; o manchado por apoyar a grupos terroristas; o despreciando a la oposición, al parlamento y a la prensa libre de manera intensa y soez. Por muy mal que esté Francia, con un Macron vacilante al borde del precipicio, una Alemania que se niega a aceptar que los tiempos de la gran coalición ya pasaron y que hace lo imposible para frenar a Alternativa por Alemania o un Reino Unido que cada día es más Kandahar que la patria de Shakespeare, al menos ahí tienen todavía siquiera una capa de vergüenza, un disimulo, un intentar mantener las formas.

España, para nuestra desgracia, ha caído en las garras de un sujeto al que todo eso le da igual

Le da lo mismo pasar por delante del jefe del estado que saltarse el reglamento del Congreso. Porque todo eso que conforma el entramado de una sociedad civilizada y democrática, a saber, las normas, los códigos, las reglas de juego, para Sánchez no son más que tonterías fachas establecidas para impedirle que haga su santa voluntad.

Expliquen ustedes a cualquier ciudadano europeo o norteamericano que tenemos un presidente que carece de mayoría para gobernar, que no presenta presupuestos, que pacta con terroristas y golpistas, que no puede sacar ni una sola ley adelante y añadan que tiene a su esposa y a su hermano imputados, y a medio partido, y al país manga por hombro, y a las clases medias y populares empobrecidas enormemente. Y finalicen añadiendo que no pasa nada, que nadie fuerza una convocatoria de elecciones aunque sea uniéndose fuerzas políticas que no tengan nada que ver entre sí. Por patriotismo, por sentido del estado, por un mínimo de sentido común. La explicación que le pedirán, sin duda, sólo tiene una respuesta: España vive en la anormalidad porque sus políticos no son normales, ni las élites económicas, las mediáticas o, terrible, la propia sociedad.