Óscar Monsalvo-Vozpópuli

  • Galdácano es un pozo negro en el País Vasco, que es, sin ninguna duda, el pozo negro de España
Actualizado: 29/09/2025 · 07:39

No es la noticia del año, ni la noticia del mes. Ni siquiera fue la noticia del día. Pero sería la noticia del mes, del año y de la década, si no fuera porque el PSOE no quiere que se mencione. Les va la vida en proteger a quienes hacen del asesinato un motivo de celebración. Antes de ir a lo central, fijémonos por un momento en lo tangencial. La anécdota de la semana es que una de las celebridades de la flotilla festiva –odian a los judíos, pero no tanto como odian el aburrimiento– ha intervenido en un canal nacional para decir que los de Hamás no son tan malos. Qué hombre, algún terrorista a lo mejor hay por ahí, pero que ante todo son un grupo político. Y que incluso si hubiera algún terrorista dentro de ese grupo que se dedica al asesinato y al secuestro, habría que tener en cuenta que en realidad serían resistencia armada. Que tienen derecho, vaya. Un colega de la rubia bailonga aparece en fotos -debe de ser fotógrafo- vistiendo una camiseta con un dibujo la mar de simpático: los parapentes del 7O. La vida a bordo de los barquitos es básicamente esto: sol, baile y reivindicación del terror.

Pozo negro de España

Esto es tangencial, decíamos, porque la flotilla andará ahora atracada en las aguas de alguna isla paradisíaca para la undécima ronda de reparaciones. La seguridad es lo primero, nadie quiere que uno de esos barcos explote en mitad del mar, donde no hay judíos. Es tangencial por eso, pero sobre todo porque lo central para los españoles es lo que pasa en España. La rubia filoterrorista, la antigua alcaldesa de Barcelona o el fotógrafo con un desarrollado sentido del humor nos quedan muy lejos. Volverán, efectivamente; pero están lejos, y sobre todo su influencia en la política española es la misma que la de las Kardashian en la política internacional. Son los monstruitos a los que no debemos mirar, o los que debemos exhibir para que los más jóvenes vean en qué desastre se puede convertir la vida si tomamos demasiadas decisiones equivocadas. Lo central es lo que pasa en España, y el centro moral de España es el norte. Lo era cuando ETA asesinaba y lo es ahora que su brazo político homenajea a los asesinos.

Es un norte que funciona como una brújula inversa: apunta al lugar del que hay que alejarse. Si no lo haces, corres el riesgo de convertirte en un vecino integrado de alguno de los pueblos más siniestros de Europa. Galdácano es un pozo negro en el País Vasco, que es, sin ninguna duda, el pozo negro de España. Aquí se han visto cosas que aterrarían a cualquier ciudadano de casi cualquier país europeo. Y lo más aterrador de este pueblo es la normalidad con la que se han acostumbrado a la mareante presencia pública del mal. La historia de Galdácano en ese sentido es modélica. Sirve de ejemplo para todo lo peor del ser humano. Allí se recibió hace años con cohetes a Francisco Javier Martínez EizaguirreJavi de Usánsolo, como le conocen sus amigos, asesinó a Fabio Moreno, un niño de dos años. Su vuelta al pueblo fue motivo de celebración pública. La Casa de Cultura acogió en 2019 una exposición con la obra artística de Jon Bienzobasuno de los asesinos de ETA más queridos por el pueblo. Dos años antes, una manifestación multitudinaria recorrió las calles de Galdácano para rendir homenaje a Kepa del Hoyo, también de ETA y también asesino. El ayuntamiento, liderado evidentemente por EH Bildu, encargó y promocionó hace unos años una web institucional para difundir la memoria en torno a las “vulneraciones de derechos humanos relacionadas con el conflicto vasco”. En la web aparecían todos los célebres asesinos locales que acabamos de mencionar y alguno más; todos en la categoría de “víctimas del conflicto”.

Contradicciones burguesas

En esa web aparecían Jon Bienzobas y Xabier García Gaztelu, más conocido como Txapote. De este último se habló mucho cuando el grito “Que te vote Txapote” comenzó a lanzarse contra Pedro Sánchez y el PSOE. Era indignante, un uso indecente de la memoria, nos decían los servidores externalizados del partido. Se ha hablado mucho menos este mes de septiembre, cuando se han celebrado las fiestas de Galdácano. Txapote y Bienzobas -sus figuras- han recibido un homenaje público, con el alcalde a la cabeza, tal y como recogía Covite.. Se ha hablado menos porque al PSOE le va la vida en ello. Bildu, con sus homenajes mensuales a los etarras, es ya su partido hermano. Periodistas como Iñaki López, el valiente Iñaki López de Portugalete, que se enfrenta a Netanyahu levantando los dos dedos medios de la mano, seguirán diciendo que nada de esto existe. Porque les va el sueldo en ello, o por algo más siniestro. Eso es el PSOE. El parroquiano imbécil de la Herriko. El que dice que va a la Herriko porque es el que le queda más cerca de casa.

O porque tiene los mejores pintxos. O porque le tratan bien. Cuando entra a pedir sabe que tiene que dirigir bien la mirada. No debe fijarse en la pared, donde aparecen unos nombres que le resultan familiarmente extraños: Xabier, Jon, Iñaki. Tampoco en la hucha que hay en la barra, con una pegatina fácilmente reconocible. Saluda al camarero, un chaval con pendientes. Un kaixo o egun on no puede faltar. Pide lo suyo, intenta mantener el protocolo, se desvía sólo unos segundos. “Os queremos en casa”. Sale a la calle y calma la voz que le recuerda quiénes son esos a los que quieren en casa. Y quiénes son los que los quieren en casa. O puede que sea peor. Puede que el parroquiano ya haya superado todas sus contradicciones burguesas. Que sepa exactamente dónde está: con Hamás y con el brazo político de ETA.