
Contábamos ayer la sustanciosa novedad de las actas de ETA con algunos detalles tan sustanciosos como la fumigación del fiscal Fungairiño por Zapatero y Conde-Pumpido, la contención de las FFSS del Estado para que no detuvieran etarras y el ofrecimiento de dinero a ETA si ponía fin al terrorismo. Decía Arturo Pérez Reverte, comparando a Zapatero con Pedro Sánchez que Zapatero era tonto, que después se hizo malo. Muy instruido no parecía. Si hubiese leído un gran librito de Montesquieu, ‘Reflexiones sobre las causas de la grandeza de los romanos y las que dieron motivo a su decadencia’, habría podido tomar nota de esta reflexión afortunada sobre el tiempo en que el imperio compraba la paz a las naciones limítrofes: “la paz no puede comprarse, porque el que la vende se halla después en mejor posición para venderla otra vez”. Equilicuá.
Hablabas antes de los correos de Cristina Álvarez negociando los negocios de la cátedra de Begoña. 121 correos de momento. Dice The Objective que al menos diez parecen delictivos. Ángela Martialay cuenta en ‘El Mundo’ que al menos intermedió con 11 empresas. Decíamos ayer que ni la Fiscalía ni la Abogacía del Estado parecen impactados por la cifra. Hay quien va más lejos, claro. Max Pradera, el hijo que le salió regular de listo a Javier Pradera, prorrateaba en los tres años que llevaba esta asesora en lo suyo: “¿Tres correos y medio al mes es malversación?” Es que ni siquiera llegan a uno a la semana…
Solo faltaba el juez José Castro para animar el cotarro. Castro fue el juez instructor del caso Nóos que mostró un empeño digno de mejor causa para sentar en el banquillo y hacer condenar a la Infanta Cristina. Él considera que los verdaderos artífices de aquel caso fueron el Rey Emérito y la Infanta: Iñaki Urdangarín no pudo defraudar dinero público sin la colaboración del rey emérito y de su esposa. En mi columna de hoy en The Objective hago un currículum breve pero suficiente de este tipo. Ayer en Espejo Público hizo que por comparación, el ex juez Gómez Bermudez fuera un pozo de ciencia al rebatir la idea de que los jueces están practicando lawfare: El número de jueces que son ideológicamente obedientes es irrelevante, son una minoría en la carrera y en su mayoría de izquierdas. Ya hace cuatro días le dio un buen meneo a Javier Ruiz, el novio de la balaustrada a propósito del juez Peinado. Quién nos lo iba a decir. Bueno, me ha pasado lo mismo con su ex, Elisa Beni, que de un tiempo a esta parte parece un prodigio de sentido común por comparación.
Los tontos, en cambio, siguen repitiendo las tonterías del juez Castro. Ferna.d exponía esta: “Si su pareja sentimental manda un correo diciendo que se reconoce autor de dos delitos contra la Hacienda Pública… ¿Se lo ha inventado la Agencia Tributaria?¿Se lo ha inventado la fiscalía?” NO, era solo la búsqueda de una sentencia pactada por parte de la defensa de González Amador. Pero hasta que no se llega a un acuerdo y lo plasma el juez, no es una autoinculpación.
Hoy es el último día que tiene el Gobierno para cumplir la obligación que le impone el artículo 134.3: “El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado, al menos tres meses antes de que expiren los del año anterior”. O sea, hoy va a incumplir este precepto constitucional por tercer año consecutivo.
Pedro Otamendi hacía un resumen aceptable del tema: Juan Carlos Barrabés se reunía en la Moncloa con Begoña Gómez. Pedro Sánchez hacía publicidad del Grupo Barrabés en sus ruedas de Prensa, Y ahora, Hacienda habla de fraude de ley en los contratos. A ver si resulta que el juez Peinado no va a estar tan loco.”
Jesús Cintora invitaba a Pablo Iglesias para que pusiera a parir al juez Peinado. Y efectivamente, Iglesias cumplió: “Peinado se querella contra RTVE, contra mí, contra Oscar Puente y contra varios compañeros periodistas. Algunos no soportan ni la libertad de expresión ni que la derecha no controle los medios públicos, igual a como controlan los privados”.
Mi querida Parker le refrescaba la memoria: “El marqués de Galapagar llamó a papá para querellarse contra Cayetana y Santiago González por haberlo llamado terrorista y por ende, hijo de terrorista. ´Él hablando de libertad de expresión, en fin”.
Veo en ABC una Esquela en la que se da cuenta de que murió el pasado 21 de junio Antonio Troncoso de Castro, vocal ponente en el consejo de guerra sumarísimo 31/69, el proceso de Burgos. El pidió seis penas de muerte para los acusados, el tribunal sentenció nueve y él fue también el que desenvainó el sable cuando Mario Onaindía rompió la vista y cantó el “Eusko gudariak”. Tenía 92 años.