Editorial-El Español

El informe de 289 páginas que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha remitido este viernes al Tribunal Supremo documenta la existencia de un aparente sistema organizado de pagos no declarados que operó desde la sede del PSOE en la calle Ferraz.

Las fotografías de sobres con el logotipo oficial del partido conteniendo dinero en efectivo, sumado a los descuadres sistemáticos entre cantidades declaradas y reales, configuran un cuadro de indicios que refuerza las sospechas de la existencia de una posible caja B socialista.

La UCO ha descifrado también el no precisamente sofisticado argot que utilizaban José Luis Ábalos y Koldo García para ocultar sus movimientos financieros. Las «chistorras» eran los billetes de 500 €; los «soles», los de 200 €; y las «lechugas», los de 100 €.

Además, cuando Ábalos necesitaba efectivo, solicitaba «folios» o «cajas de folios» a su principal operador financiero.

Este código no responde a una paranoia innecesaria, sino a la necesidad de ocultar operaciones que sus protagonistas sabían irregulares.

El análisis de los flujos financieros revela además que Ábalos operaba con tres fuentes principales de ingresos: su partido, Koldo García y su hijo Víctor. Estos dos últimos actuaban como los intermediarios que los empresarios, y entre ellos Víctor de Aldama, habrían utilizado para canalizar pagos al entonces secretario de Organización del partido.

Koldo era el administrador principal de este dinero, quien recibía las «chistorras» del PSOE y las convertía en «lechugas», más manejables para la distribución.

La UCO ha documentado también que Koldo y su exesposa gestionaban una doble contabilidad («A» para gastos oficiales y «B» para operaciones no declaradas), reconociendo en conversaciones interceptadas que «parte del dinero de sus cuentas no les pertenecía» y que actuaban como custodios del dinero de Ábalos.

En un mensaje de voz del 15 de junio de 2021, Koldo admitía explícitamente: «son cosas que manda nuestro jefe, ¿vale? Y no lo quieres entender, es decir… voy a ver si ahorro, que no es nuestro».

Un patrón sistemático

Un ejemplo de irregularidad documentada se produjo en junio de 2019, cuando el PSOE declaró oficialmente haber liquidado a Ábalos 321,29 euros. Pero el sobre encontrado por la UCO contenía 826,73 euros (una diferencia de más de 500 € sin explicación).

En otro de los sobres cuya fotografía aparece en el informe de la UCO figura escrita la cantidad de 2.928,26 € cuando en aquel momento, antes de la entrada en vigor de la Ley 11/2021, el límite general para los pagos en efectivo en España era de 2.500 euros.

Es decir, como mínimo, el PSOE habría vulnerado la normativa contra el fraude fiscal.

Estas cantidades no serían además un error administrativo aislado, sino parte de un patrón sistemático que la UCO ha identificado como «pagos recibidos del PSOE sin respaldo documental».

Los investigadores constatan que la exesposa de Koldo recogía sobres en Ferraz cuando ni Ábalos ni Koldo habían recibido oficialmente liquidaciones del partido durante meses, lo que evidencia la existencia de pagos paralelos al margen de la contabilidad oficial.

El mensaje interceptado «el sobre de Víctor, a mi mesa, y el de Ferraz, a la mesa del ministro» apunta a la regularidad de estos flujos irregulares.

Prueba definitiva

Aunque los pagos en efectivo no constituyen por sí solos una prueba definitiva de corrupción, en el contexto de la investigación policial representan un indicio sólido de la existencia de vías de ingresos irregulares. La experiencia criminológica demuestra que las organizaciones corruptas recurren sistemáticamente al efectivo para evitar el rastro bancario que permita reconstruir sus operaciones.

Los 95.437 euros sin justificación bancaria que la UCO atribuye a Ábalos, distribuidos entre familiares, amantes y prostitutas, y su propia fundación, refuerzan esta hipótesis.

El PSOE ha reconocido por su parte pagos en efectivo a Ábalos «contra justificantes de gastos». Pero esta explicación no resuelve los descuadres específicos documentados ni la existencia del lenguaje cifrado para referirse a operaciones que, de acuerdo al PSOE, serían perfectamente legítimas.

Tampoco explica por qué una trabajadora de la Secretaría de Organización declaró que las liquidaciones del partido se realizaban «mediante transferencia bancaria», en abierta contradicción con la práctica de entrega de sobres en efectivo.

Un lenguaje cifrado

La estrategia del PSOE de admitir pagos en efectivo, pero negar cualquier irregularidad, resulta insostenible ante las evidencias específicas de descuadres y la obvia existencia de una estructura organizativa diseñada para ocultar operaciones financieras.

Ferraz debe explicar por qué se utilizaba un lenguaje cifrado si estas operaciones eran legítimas, por qué existen discrepancias entre las cantidades declaradas y las reales, y cómo es posible que durante años operase este sistema de pagos dudosos sin conocimiento de la dirección del partido.

Este informe de la UCO se publica apenas unas horas después de que el juez Peinado haya establecido que las actividades presuntamente delictivas de Begoña Gómez habrían sido imposibles sin su relación con Pedro Sánchez, vinculando el destino político del presidente a la suerte judicial de su esposa.

La acumulación de casos y sospechas sobre el entorno de Sánchez (su esposa investigada, su fiscal general del Estado próximo a ser juzgado, su partido implicado en pagos irregulares, su exsecretario de Organización en prisión) carece de precedentes en la historia de las democracias occidentales.

La imagen que emerge de estos informes policiales es la de un PSOE que durante años habría podido operar con una estructura financiera paralela, utilizando sobres con su propio logotipo para canalizar pagos irregulares a dirigentes de primera fila.

Esta no es por tanto una investigación sobre errores administrativos o irregularidades menores, sino sobre indicios que empiezan a señalar en la dirección que el PSOE se ha esmerado en negar una y otra vez: la de su financiación ilegal.

Al PSOE ya sólo le queda, por tanto, reconocer que Ábalos recibía «chistorras», pero que se las comía él solo mientras el partido ayunaba.