Juan Carlos Girauta-El Debate
  • Tengo para mí que a los socialistas no les avergüenza lo más mínimo el espectáculo esperpéntico que viene ofreciendo la generación de nuevos rateros que han alumbrado

Repasen la lista publicada ayer aquí, la ristra de chorizadas sanchistas. Presten especial atención a las del entorno personal del 1, y constaten cómo los resultados de las investigaciones de El Debate se han ido demostrando ciertos. Este diario, más alguno de los otros que se han atrevido a practicar el periodismo serio, esto es, contar lo que resulta incómodo al poder, ha sufrido las habituales campañas de la izquierda, que tratan de funcionar como una apisonadora. Un terreno bien aplanado, bien aplastado, donde nada sobresalga de lo que desea para la opinión pública un poder autocrático cuyo sostén son el posmarxismo y el nacionalismo de secesión. Ideologías destructivas —por invasivas, adoctrinadoras y autoritarias— que no reparan en los medios a la hora de perseguir sus fines. España no es, ciertamente, una excepción a esa regla; de hecho, es el país donde, por desgracia, más se alargó el terrorismo marxista-leninista europeo de los setenta. Sigue siendo muy significativo que el terrorismo etarra se recrudeciera al llegar la democracia. Un rasgo delator que el diluido pope posmarxista Iglesias, lejos de lamentar, lejos de dejarlo para el olvido, celebró. Sí: «Estaba en una herriko taberna diciendo que era un honor estar con los de Batasuna porque eran los únicos que habían entendido lo que estaba pasando en este país, haciendo loas a Batasuna y a ETA».

El entrecomillado salió de la boca de Patxi López. El mismo que después se vería como portavoz socialista en el Congreso defendiendo el régimen sanchista, un cóctel letal de socialismo de cacos, posmarxismo woke, más las treinta monedas del Judas separatista: por la cara están los beneficiarios de la ETA, por la cruz están los golpistas indultados y amnistiados, subidos al castillo humano de una masa zombificada. El régimen putrefacto se mantiene en pie manteniendo adherida a la banda de Sánchez, a cualquier precio. La parte política de la banda tiene así que mostrar una comprensión sin límites por las fechorías de la otra parte, la del entorno personal del autócrata, familiares y amigos. Tengo para mí que a los socialistas no les avergüenza lo más mínimo el espectáculo esperpéntico que viene ofreciendo la generación de nuevos rateros que han alumbrado. Las tragaderas del socialista medio son asombrosas, inhumanas; su diosa pagana, su icono y medalla debería ser la artista conocida como Perla Preciosa, la famosa y meritoria tragasables del Circo Price. Tragar tanto tiene que dar reparo, pero ellos han depurado técnicas con el tiempo para evitar la arcada, hasta llegar a gozar del ejercicio con extraño placer. Los maestros de la curiosa especialidad están ahora colocados en RTVE, para que los contribuyentes podamos pagar sus insultos. Tienen dos modalidades principales de cerdada: la primera es tildar de bulo, de fake news, de «menuda inventada» cualquier noticia que dé cuenta de las fechorías de la banda, en sus dos secciones; la segunda es el recurso sistemático a los factoides, piezas de propaganda fabricadas con apariencia de noticia, sin contenido real.