Pablo Martínez Zarracina-El Correo

  • No habría padres yéndose a comisaría si en los folletos del udaleku se hubiese hablado claro

El número de denuncias relacionadas con el polémico campamento de Bernedo no deja de aumentar. Son ya diecisiete y el consejero de Seguridad informó ayer de que hay familias buscando asesoramiento para saber lo que supondría para sus hijos el hecho de denunciar. Zupiria también adelantó que en algunas de las nuevas denuncias se describen hechos que podrían tipificarse como agresión sexual. Una denuncia por acoso sexual estaba al comienzo de este escándalo. No involucraba a los monitores sino a dos menores. Lo que la familia de la presunta víctima les reprochaba a los responsables del udaleku era falta de implicación ante lo ocurrido. El sábado vimos a los monitores de Bernedo haciendo una declaración en la que, además de denunciar persecuciones y linchamientos, condenaban cualquier posible «ataque» a menores, aunque negaban tener conocimiento de ninguno.

Antes habían publicado un manifiesto en el que no condenaban nada pero procedían a aclarar sus «fundamentos ideológicos». Para hacerlo, utilizaban el término ‘transfeminismo’. Sin embargo, en los materiales (escasamente) informativos del campamento se habla de feminismo. Feminismo, euskera y naturaleza. O sea, lo habitual en el proyecto educativo vasco. Probablemente, no habría padres yéndose ahora mismo a la comisaría si los folletos de Bernedo hubiesen sido claros: «Aprovecha el verano para sumergir a tu hije en la ideología queer». Por supuesto, hay familias que es justo lo que quieren para sus hijos o personas gestadas. Eso explica las muestras de apoyo que también está recibiendo el udaleku. A las autoridades les corresponde ahora decidir qué se puede hacer exactamente con un menor. Su otra opción es seguir dejándose llevar por esa variante del temor que es la inercia. Pero que lo hagan reforzando el experimento y poniendo a los profesores de Biología a explicar que en nuestra especie el binarismo sexual es un mito superado. El diputado general de Álava aseguró el otro día que las colonias de Bernedo «no tendrían que haberse producido». Me gusta imaginar a Ramiro González indignándose en su despacho del Palacio foral. «Así va el país», diagnostica defraudado. «¡A veces uno se pregunta en manos de quién estamos!».

Andalucía

Tumores con retraso

La portavoz del Gobierno andaluz anunció ayer que las 1.800 mujeres afectadas por los fallos en el cribado de cáncer de mama podrán hacerse una nueva prueba antes del 30 de noviembre. Para ello, se van a reforzar las unidades encargadas de los cribados mediante un plan de choque que costará doce millones. Después se supo que la consejera de Salud dimitía y eso tuvo sentido. Porque a la Administración le corresponde solucionar los problemas, pero antes le corresponde no causarlos. Especialmente, si en esos problemas se juega la vida el ciudadano. Es demasiado grande el escándalo de que un servicio de Salud haya perfeccionado un sistema de lucha precoz contra el cáncer consistente en detectar las lesiones que necesitan más pruebas y seguimiento y en no comunicárselo a las pacientes para que se hagan las pruebas y el seguimiento. Dicho de otro modo: en Andalucía hay tumores llegando como si fuesen tarjetas postales, con retraso. Que después de algo así no llegasen las dimisiones solo hubiese servido para reforzar la certeza antipolítica consistente en sospechar que nuestra clase dirigente los problemas no los tiene ya con la ética pública: los tiene con el mínimo decoro.