Luis Ventoso-El Debate
  • ¿En qué cabeza cabe ponerte a defender el aborto contra el principal activo de tu partido haciéndole de paso el caldo gordo a Sánchez en su campaña abortista?

Feijóo será el próximo presidente, porque el sanchismo es ya una ciénaga terminal. Habrá un relevo y él está en el lugar oportuno. Incluso es muy probable que resulte un presidente de notable competencia.

Pero a veces cunde la sensación de que se esfuerza en disgustar al votante natural de su partido, e incluso en ponerse cepos en el pie a sí mismo. Ayer, por ejemplo, patinó de manera bisoña. Entró al trapo de Sánchez y no se le ocurrió idea mejor que ponerse a defender el aborto –que él denomina como la izquierda, «interrupción del embarazo»–, dejando así tirada a Ayuso, que de manera acertada se había significado unas horas antes en la línea contraria.

Ay, Feijóo, ¿en qué cabeza cabe ponerte a escribir una carta en defensa del aborto contra el principal activo de tu partido, haciéndole de paso el caldo gordo a Sánchez en su cortina de humo contra la vida? Por supuesto a Sánchez, que es malo, pero nunca tonto, le faltó tiempo para pitorrearse de la situación y subir a la red X la misiva de su adversario acompañada de esta frase: «Isabel, Alberto tiene una carta para ti».

TODOS los partidos de derechas del mundo, que ahora mismo están muy al alza, abrazan hoy la causa provida. El PP, por supuesto, está en su perfecto derecho a convertirse en una aseada formación de centro-izquierda y opinar igual que el PSOE en las cuestiones morales, que son capitales. Pero entonces no debería sorprenderse ante la fuga de votos que está sufriendo en su flanco derecho (y muy especialmente entre los jóvenes, que son el presente y el futuro).

La objeción de conciencia de los médicos es un derecho intocable en todo Occidente. El Estado no puede violentar las creencias más íntimas de los galenos para forzarlos a romper su juramento hipocrático de sanación y obligarlos a matar, sean nasciturus (aborto) o enfermos terminales (eutanasia). Obligar a los gobiernos regionales a hacer listas negras de médicos objetores es algo propio de un régimen totalitario. Es algo más cercano a la extinta RDA que a lo que debe ser un país como España. Por eso Ayuso ha hecho muy bien en dar la batalla contra esa medida, a todas luces inconstitucional (excepto en el planeta Pumpido, donde no imperan los derechos y las leyes, sino la arbitrariedad de Sánchez).

Tras la declaración de Ayuso, la cúpula del PP tenía dos opciones a la vista: 1.- Salir a apoyar con convicción a la presidenta madrileña, aprovechando de paso para proclamar la verdad: un aborto, diga lo que diga la izquierda, es una salvajada que no se puede justificar. 2.- Ponerse de perfil y no entrar en ese debate, que está siendo promovido por Sánchez como una nueva cortina de humo para opacar sus corruptelas, toda vez que la de Gaza ya se está desinflando con el acuerdo de paz. Pero Alberto no hizo ni A ni B, sino que entró al capote de la larga cambiada de Pedro.

En lugar de hablar de lo que tocaba hablar ayer, que era de las alarmantes revelaciones del nuevo informe de la UCO sobre Ábalos, Feijóo cometió el error táctico de publicar una carta donde lo que venía a decir con medidas palabras es que él también defiende el aborto. Es decir, como el PSOE.

La carta del presidente del PP afirma que el aborto es «un debate del pasado». Error. En España mueren más de cien mil niños perfectamente viables cada año porque se les mata (no se les «interrumpe», se les elimina). No es por tanto ningún debate del pasado. La lucha por el derecho a la vida constituye hoy la primera línea de batalla de quienes albergan aquello que se llamaba conciencia. No se puede transigir con el aborto solo porque la izquierda lo haya normalizado. Hubo un tiempo en que la esclavitud también era lo «normal». ¿Era por lo tanto lo adecuado aceptarla? Si aplicamos la lógica que emplea hoy Feijóo ante el aborto, parece que sí.

Es preocupante también la frase en que Feijóo señala que él no está para levantar «banderas morales que dividen a la sociedad». Entonces, ¿da todo igual? ¿Da lo mismo el bien que el mal?, ¿No se puede ya criticar lo que es malo y defender lo que es bueno porque se corre el riesgo de dividir a la sociedad?

El PP se va a convertir en una fábrica de votantes de Vox si no recuerda –y aplica– que en sus estatutos todavía se declara como un partido comprometido con el humanismo cristiano, y no con la ingeniería social socialista. Mi modesta opinión es que España necesita un gran partido moderado, con buenos cuadros, alejado de los tics populistas utópicos y partidario de la economía abierta y una fiscalidad baja. Pero si el PP va a conformarse con ser una especie de PSOE aseado y sin Sánchez tiene un serio problema.

La persecución a los médicos objetores es un ataque frontal a la libertad. Y si el PP no está para defender la libertad del individuo frente al mastodonte del Estado, entonces, ¿para qué está?

Feijóo está virando a babor un barco que fue construido y diseñado para navegar hacia estribor y cuyos pasajeros no quieren flotar en las aguas de la izquierda. Está a tiempo de darle una pensada en lugar de hacer feliz a Sánchez.