- Todos los miembros de la OTAN se han comprometido a cumplir los objetivos de gasto y España, en un caso único, ha firmado el compromiso y a continuación ha dicho que no lo hará. ¡Lo que acaba de firmar! La actitud de este Gobierno es más propia de un estafador que del Gobierno de una nación soberana
No hará falta que explique que no sé nada de psiquiatría. Pero creo que todavía tengo un poco de sentido común respecto de lo que veo y de lo que entiendo. Y cuando analizo la forma que tiene Pedro Sánchez de actuar frente a los Estados Unidos de América, me pare que su actitud es completamente suicida. Como católico, apostólico y romano que me considero –a pesar de los infinitos insultos que me caen en los comentarios a mis artículos por parte de los voxemitas– confieso que el suicidio –político– de Sánchez no me preocupa tanto por su persona como por la situación en la que puede dejar a España. No nos equivoquemos. Los españoles tenemos que asumir todas sus actuaciones.
Hemos visto a Sánchez y su adlátere, Napoleonchu, vanagloriándose del papel que han jugado en el acuerdo de paz alcanzado por Trump en Oriente Medio. Debe haber sido tan relevante que ni siquiera sentaron al presidente de nuestro Gobierno en la mesa en la Trump convocó a los principales actores. Vaya despiste por parte del americano.
Pero dejando al margen al muy relevante asunto de Gaza, donde Sánchez ha apostado por el lado equivocado, el de los de Hamás que ahora están ejecutando sumariamente a otros palestinos de un tiro en la nuca, emerge como bien han apuntado Vox y el PP el asunto de Venezuela. Porque sí, Estados Unidos ya sabe que el Gobierno español es el mejor aliado de la tiranía de Maduro. Son conscientes de que el Gobierno español se ha negado a felicitar a María Corina Machado por su Nobel de la Paz. Yo soy el primero que se ha manifestado indignado múltiples veces por considerar los galardonados con ese premio a personajes de tercera categoría que no tenían méritos para ese galardón. Empezando por Juan Manuel Santos, el presidente de mi otra patria. Y creo que los hechos han demostrado que mi indignación era justificada.
Mientras la Armada de los Estados Unidos está jugando a los marcianitos hundiendo planeadoras llenas de droga en el Caribe, nuestro Gobierno nos alinea con la tiranía venezolana. Y no les quepa duda de que Estados Unidos toma nota. Marco Rubio no piensa volver a pasar por la humillación que soportó mi admirado John R. Bolton que no pudo completar el derrocamiento de Maduro y hoy teme que Trump lo meta a él en la cárcel con cualquier excusa.
No olvidemos que el subsecretario Christopher Landau ha apuntado la posibilidad de quitar a Zapatero el visado de entrada en los Estados Unidos. Algo que sólo se suele hacer con tiranos. Y la Secretaría de Estado norteamericana sabe perfectamente que además de negociar con el narco régimen venezolano, Zapatero ha sido designado por Sánchez como intermediario ante Puigdemont. Es decir, está en el núcleo del poder.
Y encima de Gaza y Venezuela, asuntos de la suficiente gravedad por sí mismos, está la inversión en Defensa. Si en lugar de tener en Exteriores a Napoleonchu, con su preclara visión estratégica, hubiéramos tenido a cualquiera con media neurona, cuya prioridad no fuera su propio ego, habríamos visto venir el problema por el gasto en defensa. Ya en el anterior mandato de Trump, concluido hace cinco años, quedó claro que no estaba dispuesto a que Estados Unidos pagase la defensa de los europeos. Que tampoco somos una tierra paupérrima dentro de la media universal. Cómo será la cosa que todos los miembros de la OTAN se han comprometido a cumplir los objetivos de gasto y España, en un caso único, ha firmado el compromiso y a continuación ha dicho que no lo hará. ¡Lo que acaba de firmar! La actitud de este Gobierno es más propia de un estafador que del Gobierno de una nación soberana.
Un gobernante que avanza por una vía así busca el suicidio. Un suicidio que es malo para él y para España. Yo aspiro a que el suicidio sea sólo político, pero viendo su cara, su gesto, cada vez tengo más dudas sobre lo que nos espera.