Tonia Etxarri-El Correo

Pedro Sánchez pugnaba ayer en el Congreso con Feijóo y Abascal para fijar el marco del debate parlamentario en la reforma para blindar el aborto. Esta es su penúltima causa recuperada, a pesar de que la interrupción del embarazo ya está avalada como un derecho fundamental por jurisprudencia del Constitucional. Lo hacía porque ha visto juego en las contradicciones del PP. Pero no consiguió fijar su empeño porque, fuera del Parlamento, a 20 minutos de la Carrera de San Jerónimo, la película del Óscar se estaba rodando en el Tribunal Supremo, con el exministro Ábalos como estrella, cuya personación ante la Justicia fue debidamente aprovechada por la oposición. Si Feijóo está atenazado por una triple A (Ayuso, Aznar, Abascal), según La Moncloa, Sánchez gobierna condicionado por el lastre de la tríada Koldo, Ábalos, Cerdán, uno de ellos en prisión provisional y los otros dos investigados por la Justicia. La búsqueda de los tickets de pagos de Ábalos contrastaba con el mazazo que acaban de recibir los autónomos con el subidón de impuestos anunciado por el Gobierno. Entre intercambios de acusaciones de bulos y corruptos discurrió la sesión en el Parlamento, que pasó a segundo plano.

Porque la cuarta comparecencia del exministro y ex secretario de Organización del PSOE ante el juez acaparaba toda la atención. Ábalos debía explicar esos desembolsos de 95.437 euros que provendrían de ingresos no declarados. Pero no lo hizo. Después de intentar varias argucias para dilatar el proceso, y de que el juez no aceptara la renuncia a su abogado para acogerse a los servicios de uno de oficio, por considerar esa maniobra como un «fraude de ley», no declaró. Se acogió a su derecho alegando una indefensión que él mismo había provocado. Y se libró de la cárcel.

Sostuvo el juez instructor, que no es ajeno al estupor que produce que Ábalos siga siendo diputado en sus actuales condiciones judiciales, que el trasiego de fondos en efectivo sin origen justificado por parte del investigado incrementa la «robustez» de los indicios de haber cometido graves delitos. El exministro está investigado por pertenencia a organización criminal, tráfico de influencias, cohecho y malversación. A pesar de eso, y de que la Fiscalía ve cierto riesgo de fuga, lo dejó en libertad.

En el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo volvió a pillar a Ábalos en una mentira. En su día presumió de haber trabajado intensamente para que Corina Machado fuera liberada en tiempos en los que estuvo encarcelada. Falso. La Nobel de la Paz sufrió persecución pero nunca estuvo en prisión. Pero las mentiras ya caen en saco roto. El Gobierno y el PSOE se negaron a aplaudir a la líder de la oposición venezolana, en el hemiciclo, a petición de la portavoz del PP. Otro retrato para la historia de las miserias parlamentarias. Pero el foco seguirá estando en el Supremo. Hoy, el turno de Koldo. El juez asegura que se ha puesto de manifiesto la existencia de vínculos muy estrechos entre los patrimonios de los dos investigados. Veremos cómo acaban. En última estancia les quedará el amparo del Constitucional. La alegación de indefensión de Ábalos fue el comienzo de un largo recorrido.