Ignacio Camacho-ABC
- Con la artillería por delante. Que se oiga el mensaje de cómo las gasta el presidente cuando ordena abrir hostilidades
En el gabinete de mapas de Moncloa, el equipo de Sánchez revisaba las instituciones, organismos y empresas públicas o semipúblicas que aún mantienen algún grado de independencia. No quedaban muchas, pero en una calle cerca del Retiro alguien detectó una casa decimonónica sobre la que clavó una chincheta. La sede de la Real Academia Española. Una corporación que sin ser antisanchista declarada se opone al lenguaje inclusivo y apenas tiene en sus filas un veinte por ciento de féminas.
—¿Cómo es posible que esos vejestorios todavía ofrezcan resistencia? –dijo al teléfono la voz del jefe cuando alguien le puso al corriente de la mala nueva–. Llamad a García Montero y que planifique urgentemente una estrategia.
Al rato volvió a sonar el teléfono en el despacho de Presidencia.
—Que dice que bueno, que lo va a intentar. Pero que no será fácil porque aquello no es como la SEPI o el Tribunal de Cuentas. Que son los propios académicos los que deciden quién entra y él, incomprensiblemente, está fuera.
—Pues que busque a alguien de dentro. ¿Cebrián? Ni hablar, ése se ha cambiado de chaqueta. Decidle a Luis que a ser posible se trate de una mujer, y que empiece ya mismo a ablandar las defensas. Antes del Congreso ése al que va a ir el Rey en América.
Dicho y hecho. El Instituto Cervantes al frente del ataque. La cabeza del director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, por cierto competente biógrafo de nuestro escritor más grande, en el punto de mira para romper el blindaje. Nada de circunloquios, insinuaciones o ambigüedades. Sin ambages: ofensiva directa, ‘ad hominen’, cargada de alusiones personales. Con la artillería por delante, como en las operaciones militares. Que se entere del mensaje y sea consciente de la que se le viene encima cuando el presidente escoge un objetivo y ordena abrir las hostilidades.
Sucede que acaso García Montero, mejor poeta que estratega, midió mal los pasos. La embestida frontal a cañonazos ha provocado el efecto contrario y ahora tiene al enemigo atrincherado. Se le ha visto el cartón demasiado pronto y con demasiado descaro, y ha conseguido un cierre de filas hasta en el ámbito hispanoamericano. Y ello pese a que en la Academia –«joder, qué tropa», decía don Álvaro de Figueroa– también hay bandos, aunque más filológicos que políticos y más pragmáticos que literarios. Pero todos están acostumbrados a la intriga silenciosa, florentina, y gustan poco del escándalo.
—Jefe, que el poeta la ha liado. Que se le ha ido la olla o la mano.
Así que toca un cierto repliegue. Los candidatos o candidatas ‘in pectore’ deberán retirarse a sus cuarteles de invierno. A Muñoz Machado le queda un año de mandato y el futuro del Gobierno es incierto. Pero el daño ya está hecho: ahora todo el mundo sabe que los españoles le faltamos el respeto hasta al idioma que debería enorgullecernos.