Agustín Valladolid-Vozpópuli
- La sesión del jueves en el Senado nada aclaró. Si acaso evidenció una cosa: la enorme dificultad de los tribunales para abrirse paso en este espeso silencio
La comisión de investigación del caso Koldo del jueves comenzó con la senadora María Mar Caballero, de Unión del Pueblo Navarro, preguntando a Pedro Sánchez: ¿Usted no sabía nada de lo que hacían Ábalos y Cerdán? Respuesta: “Yo desde luego lo desconocía”. La también senadora Carla Delgado, Carla Antonelli, de Más Madrid, hizo un tímido intento de que el presidente precisara: ¿Cuándo se enteró y cómo? Respuesta: silencio. Pero insistió: ¿Nadie del PSOE le avisó de lo que uno y otro hacían? Respuesta: “No me consta”. El abogado general del Estado aprobó satisfecho la contestación del cliente disciplinado.
En intervenciones posteriores Sánchez siguió negando uno y otro extremo: no tuvo el menor indicio previo de las prácticas de sus exsecretarios de Organización, de las que se enteró por los periódicos; y nadie de su partido puso en su conocimiento, antes de que estallaran los escándalos, las destrezas de ambos. En este punto lo más lógico era pensar que quien había forzado la comparecencia del presidente del Gobierno se guardaba alguna sorpresa, alguna información relevante que desmintiera al líder socialista. Pero no hubo nada. Y sin embargo había.
Alicante, 2019
Retrocedamos unos años. Sábado 18 de mayo de 2019. Mitin del PSOE en Alicante. La campaña de las elecciones municipales y autonómicas ya está lanzada. Pedro Sánchez sube a la tribuna y anuncia que el Gobierno celebrará un Consejo de Ministros en la ciudad antes de que finalice el año. Grandes aplausos. Era la segunda vez que hacía tal promesa. Las crónicas del cónclave partidario recordaron ese mismo día que ya en diciembre de 2018 Sánchez se comprometió a llevar a Alicante, en marzo de 2019, la reunión del Consejo para conmemorar la ocasión en la que, 80 años atrás, marzo de 1939, se había reunido en Elda el último gobierno republicano.
Sánchez no cumplió ninguna de las dos promesas, y la razón que se dio para quebrantar la primera de ellas fue ciertamente de peso: al haber rechazado en septiembre de 2018 el Parlamento la Ley de Presupuestos Generales del Estado, el presidente había decidido disolver las Cortes y convocar elecciones generales, a celebrar precisamente en el mes de marzo de 2019. ¡Qué cosas! En la segunda ocasión Sánchez se ahorró las explicaciones, y el Consejo de Ministros nunca se ha celebrado en Alicante. Ni en 2019, ni en 2020, ni en ninguna fecha posterior, que sepamos.
En aquel mitin de mayo de 2019 también tomaron la palabra el entonces presidente valenciano Ximo Puig, el candidato a la alcaldía Paco Sanguino y la candidata a la reelección como eurodiputada Inmaculada Rodríguez Piñero. Pero había otros dirigentes del PSPV que seguían las alocuciones de sus compañeros. Alguno con cara de preocupación. Iba a hacer algo arriesgado, y tenía que encontrar el momento. Finalmente lo encontró y pudo poner en conocimiento de Sánchez lo que era vox populi entre los cuadros del socialismo valenciano: que José Luis Ábalos, ministro ya de Fomento, había vuelto a las andadas, que lo suyo, dijo, venía de bastante atrás, de cuando allá por los primeros años del nuevo siglo era portavoz del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Valencia y llegó a un ventajoso acuerdo de reparto (sic) con la alcaldesa, Rita Barberá. Lo de Rafael Chirbes, presidente, no era ficción.
Madrid, 2021
Segundo testimonio contrastado: el de otro relevante personaje del socialismo patrio, vinculado durante más de una década a la política navarra, quien antes de que Santos Cerdán fuera nombrado secretario de Organización del PSOE denunció en Madrid, ante quien debía hacerlo, las prácticas presuntamente ilícitas del dirigente socialista hoy encarcelado. La denuncia quedó aparcada, y la única consecuencia, ciertamente no menor, fue la posterior defenestración de Adriana Lastra, hasta entonces número dos del partido y única dirigente que se tomó aquella confidencia en serio. El resultado fue que a Lastra, tercera denunciante documentada, la apartó el único que la podía apartar.
Ya sé lo que están pensando. Tres personas relevantes, con aparentes escrúpulos, dos de ellas, añado, de larga trayectoria y una hoja de servicios intachable en el campo de lo público: ¿Por qué nunca recurrieron a la Justicia? ¿Por qué dejaron que Ábalos, Cerdán y los demás, siguieran haciendo un uso nepotista del poder, malversando famas y dineros? ¿Por qué eligieron no poner fin a conductas infames que desmentían no solo la igualdad de género predicada, sino que ponían de manifiesto el sexismo más retrógrado? ¿Por qué?
Plaza de la Marina Española, 2025
Puede que la razón más probable de ese oprobioso silencio tuviera relación con la errónea aplicación de una lealtad inmerecida. Puede que también con el miedo. Pero a la vista del tiempo transcurrido, y de la vida confortable elegida por los denunciantes, habremos de concluir que eligieron no ir más allá de la denuncia interna porque era lo más rentable. Uno es hoy el responsable de una honorable institución valenciana, el navarro ocupa un bien remunerado sillón de consejero en una gran empresa participada por el Estado y Lastra aceptó hacerse cargo de la Delegación del Gobierno en su tierra. A ninguno de estos puestos habrían podido acceder de no haber contado con el visto bueno del presidente del Gobierno.
Son tres casos, pero hay más. Para aproximarse sin excesivo margen de error a la verdad, a la nómina de personajes que podrían aportar luz a las incógnitas que Sánchez no quiso aclarar en el Senado, no hay que ir demasiado lejos. Porque lo que explica la omertà es lo de siempre: el dinero, la holgura económica, la comodidad. Se premia el silencio con cargos institucionales o excelentes sueldos en empresas públicas (que es donde están, o por donde han pasado, algunos de los colaboradores de mayor confianza en Ferraz). O con un escaño en el Parlamento (Ábalos). Lástima que con Cerdán no se llegó a tiempo.
La sesión del jueves en el Senado se pareció mucho a un gatillazo. Nada aclaró. Si acaso evidenció una cosa: la dificultad de los tribunales, única esperanza de conocer la verdad, para abrirse paso en este espeso silencio.