Miquel Escudero-El Correo

Somos conscientes de que hay especialistas en mentir, enredar y fijar calumnias? Me temo que no; o, al menos, sin guardar la adecuada coherencia. Si de veras creyéramos que «el bien más preciado es la libertad» (como reza el legendario himno de la CNT), rechazaríamos sin contemplaciones la mentira y su turbia proyección. Lo decisivo para que no se propague la mentira es ‘no creérsela’, no darle crédito; y, en todo caso, ponerla en cuarentena. Esto exige un mecanismo mental de prevención y prudencia a la hora de aceptar lo que se oye o se lee, y se repite. El aprecio objetivo de la realidad: en esto consiste nuestra mejor aportación personal para vivir en libertad y en democracia, nadie lo puede hacer por nosotros.

Hace ocho días se jugó el ‘Clásico’ Real Madrid-Barça, que estuvo calentado por los organizadores de una competición futbolera que sabe obtener petróleo. Horas antes del encuentro, sentaron a Lamine Yamal en una mesa. Entre bromas y risas desencajadas, se soltó que ‘el Madrid roba’; una palabra fuera de lugar que evoca intencionadamente la consigna ‘Madrid ens roba’. Y esos amigachos emplazaron a la joven estrella a pronunciarse. Él balbuceó con torpeza: «Sí, roban a los…, o sea, se quejan… Hacen cosas que…». Al fondo, la voz embaucadora y autoritaria del promotor, compinche de Rubiales en sus negocios con Arabia Saudí, soltó: «Esto no es discutible, eh».

Al ignorar el peligro de las malas compañías, el muchacho se ha visto convertido en un pelele, envuelto en una polémica que le descentra y salpica. Le iría mejor si atendiera al criterio de su lúcido capitán Frenkie de Jong, quien vio la jugada desde el primer momento.