Félix Madero-Vozpópuli

  •  Es difícil de entender a cuento de qué esta obsesión por mantenerse cuando el final estaba escrito

Pedro Sánchez le van saliendo alumnos aventajados dentro y fuera de su partido. Es difícil imaginar una intervención como la que ayer tuvo Carlos Mazón en su despedida. Intervención falaz, cargada de imprecisiones y mentiras. Venga perífrasis y más perífrasis para anunciar lo que todos sabíamos. Y todo eso con una narrativa emocional que buscaba la comprensión y la lástima por lo mal que lo ha pasado, él y su familia: «Ya no puedo más».  Espero no resultar brusco e indolente, pero el dolor de un político que se va del cargo y el de su familia nos debería importar poco o nada. Es algo que, quien busca y consigue el éxito político y alcanza la presidencia de una Comunidad tan importante como la valenciana, debería saber desde el principio. Su dolor, soledad, noches de insomnio y ansiedad no son justificaciones para un hombre que, hasta las siete de la tarde del 29 de octubre del año pasado, no se levantó de la mesa de una comida. Miente una vez más: el día de la Dana estuvo ausente hasta esa hora. Miente una vez más: no pidió la declaración de emergencia porque no quería ceder competencias al Gobierno de España. No estoy en disposición de creer que sea una mala persona, pero si un mentiroso justo en el momento en el que debería haber dicho la verdad.

Echado, cesado y dimitido

Recuerdo a un famoso periodista deportivo que, para enfatizar la mala suerte de un directivo de la federación de fútbol, dijo algo así como que Fulanito «había sido dimitido». Dimitir es verbo transitivo y regular y no debe confundirse con el verbo cesar. Dimitir es renunciar voluntariamente a un puesto de responsabilidad; cesar es ser apartado ya sea por decisión de otro o por final del mandato. El quemadísimo Carlos Mazón, hasta ayer presidente de la Comunidad Valencia, no ha sido dimitido ni ha dimitido, aunque formalmente sea así. Esa prerrogativa la perdió hace tiempo por mucho que diga que han sido varias las veces que se lo planteó. En realidad, el ex president está más cerca del cese y la destitución. En realidad, sus embustes, impresiones y rectificaciones, junto a la presión de la calle muy bien manejada por la izquierda, le ha doblegado. Eso, y el temor a la comparecencia de la periodista Maribel Vilaplana en juzgado. Comparecencia, que ¡oh, casualidad!  empezó justo al terminar Mazón su comparecencia.

A mí nunca me comentó nada, ni oigo palabras como Dana, Cecopi o lluvias, no oigo nada ni él tampoco me transmite nada de esas llamadas», dijo ayer Vilaplana. Y no es esto lo más grave. La periodista afirma que Mazón la acompañó al parking, y que en ningún momento le pareció que el president tuviera prisa. ¿Qué ha de suceder para que un ser humano muestre urgencia y celeridad?

Mazón nunca tuvo un relato

Nos podía haber ahorrado este tiempo en el que los altavoces del sanchismo no han parado de señalarle. Eso que llaman relato no lo perdió Mazón, simplemente no lo tuvo. No hay forma de construirlo sobre mentiras, sin encarar la realidad por muy dolorosa que esta sea. ¿A qué esperaba quien cambió hasta siete veces la versión del almuerzo con la periodista Maribel Vilaplana? Hay un momento en el que para el interesado, haga lo que haga y monte las campañas de apoyo que monte, dará igual. Es ese en el que quedan al desnudo sus miserias y embustes. Pasa con la amistad, con el amor y, especialmente en la confianza política: cuando se pierde, recuperarla es imposible. El domingo por la tarde, mientras Mazón hablaba con Feijóo por teléfono, alguien de la camarilla de Génova lo expresaba con gran sensatez: “Ya es tarde para todo”.

Cuesta creer que el propio Mazón no supiera algo tan elemental como esto y haya sometido y desgastado tanto a su partido, a su persona y familia. ¿Cuántos votos perderá el PP en Valencia y en España por haberse enrocado en este imposible de ser el presidente de la recuperación de los desastres de la Dana? ¿Nadie le dijo que él mismo, desde la inexplicable e inexplicada comida con una periodista, formaba parte interesada del desastre que acabó con la vida de 229 personas? No, no es un asesino, no es una mala persona, desde luego. Pero hoy sabemos que nunca mereció ser el presidente de todos los valencianos.

Es difícil de entender a cuento de qué esta obsesión por mantenerse cuando el final estaba escrito. De acuerdo, cuando alguien tiene la legitimidad de las urnas tiene, en verdad, un considerable patrimonio político, y aún así cuesta comprender la indolencia de Feijóo que, consciente del daño que el valenciano estaba haciendo, fue incapaz de acelerar el movimiento que acaba de culminar tarde y mal. Feijóo tiene fama de político al que le cuesta tomar decisiones, lo que puede ser bueno y malo. Pero cuando el final es conocido porque casos como el de Mazón ya se han dado en el PP y otros partidos, el desgaste sufrido ha sido impropio de un dirigente que quiere ser presidente del Gobierno de España y trasladar la imagen de que tiene las ideas claras para optar a ese cargo.

A por uvas en la calle Génova

Me pregunto quién lleva las agendas en el PP. Si hay alguien ahí que tenga en su diario escrito en rojo los acontecimientos más destacados de cada día; los que son conocidos, los que están previstos y anunciados. No puedo entender cómo, el mismo día que arranca en el Supremo un juicio inédito al fiscal general del Estado, el PP no pueda posponer una dimisión que llevan posponiendo un año. Sánchez tiene un amiguete en las covachuelas de la sede la calle Génova, y si no es eso, entonces hay un incapaz que no puede estar ahí un minuto más. Lo que debería haber sido el comienzo de un lunes con los focos en el Supremo se convirtió en una kermés para el sanchismo que escondía sus vergüenzas gracias a la comparecencia de Mazón. Uno espera, aunque con poca fe, que el día que vaya el hermano y la esposa del presidente el PP se quede quietecito. Eso, que no haga nada. Con tan poquito se conforma uno.